Celta 1-4 Real Madrid
El Madrid se desliza en Balaídos y lidera la Liga con un Modric sensacional
Vinicius fue una pesadilla para los locales por una banda izquierda que controló a placer. Hazard falló el penalti final que le cedió Benzema
Un Madrid posCasemiro se presentaba en Balaídos para empezar una nueva vida. Scott Fitzgerald dijo al final de la suya que había descubierto que nunca es demasiado tarde para hacer lo que uno quiere como ha hecho el brasileño, imagínese para el equipo blanco, con cientos de años en esa camiseta que en Vigo era la última de todas.
Hubo una mano clara de Tapia en boca de gol al remate de Alaba y el árbitro señaló penalti después de mirar el monitor durante tanto tiempo que parecía que le hubiesen puesto anuncios. Pero al final Benzema engañó a Marchesín y puso el 0 a 1 antes del cuarto de hora mientras se volvía con determinación distefanística haciendo gestos de que había que hacer algo grande.
Aureliano y Eduardo
Tchouaméni lanzaba piernas como dardos para defender, pero le faltaba, a él y a Camavinga, una salida, una aparición como la del principio de Reservoir Dogs, con K. Billy y el super sonido de los 70. Lo que sonó fue la mano de Militao tocando la pelota en el salto y en el área, para devolverle el penalti a los locales que marcó Aspas dándose un garbeo en la carrerilla por la calle de los Olímpicos antes de chutar.
Mientras tanto la diversión, la belleza, la ponían Benzema con sus toquecitos de geisha, Vinicius (ese saco para los celtistas) y sus hallazgos perniles y Modric afilándose el exterior. Todo eso lo veían Aureliano y Eduardo con los ojos como platos, como niños viendo una pelea que soñaran con ganar de mayores. Lo que hacía Aureliano era taparlo todo, cortarlo todo. Otra cosa era ir más allá, un lugar al que se acercaba el Celta.
Los viguistas ponían la pausa y el contraataque, mientras el Madrid achicaba el agua de ese abordaje en el ajuste. El pillo Aspas le hizo un bocadillo de patio al genio Benzema antes de otra mano sospechosa en el área del Celta que no hubo oportunidad de comprobar después de que Modric avanzara como desafiando a unas tropas a cuyos soldados fue derribando hasta colarles la pelota casi por la Concatedral.
Antes de empezar la segunda parte sonó la música del Equipo A. Y luego se oyó la mano de Courtois despejando una pelota como si fuera la de Bud Spencer. Había salido el Madrid despistadillo y entonces tuvo que bajar Benzema a ver qué pasaba. Benzema es como el sereno del Madrid, un sereno con galones, un sabio de la noche cuyas llaves al correr suenan como campanillas, tras lo que todo parece funcionar.
Modric se despertó contento
Tanto funcionó que Modric se despertó tan contento como una bella adolescente, como viendo el sol por la ventana donde vio a Vinicius corriendo entre líneas y quedándose solo con el toque imposible para superar al portero en carrera con una estética gatuna y marcando el tercero del Madrid, esta vez desde la playa de Samil.
Todo funcionaba por esa banda de Vinicius, quien una de las veces se dio cuenta de que estaba solo, pero solo fue un espejismo, una sensación. Tchouaméni cortó con una facilidad pasmosa en el centro del área visitante y se puso a correr despacito, con tiento, mirando a su alrededor, hasta que vio a Vini por su lado, ya marchándose, que probó a ver si de verdad había alguien y lo había.
La quiso Benzema, pero le venía como un regalo a Valverde que llegó por el otro lado y de chut cruzado marcó el cuarto del Madrid, que ganaba como deslizándose. Empezó el Madrid a presionar arriba igual que si fuera perdiendo por orden de Ancelotti, un mariscal en la cumbre. Tiraba el Celta desde lejos como si no pudiera llegar ya más arriba. Había estepas entre los jugadores locales por donde corría Camavinga como un animal salvaje.
Movió sus huestes Ancelotti como vistiéndolas, como vistiendo al Real Madrid después del ejercicio. Respondían esos hombres en la presión ordenada. Estaba todo escrito salvo que Hazard falló el penalti que le cedió Benzema y ya no pasó nada más, casi como si no hubiera pasado nada.
Ficha técnica:
Real Madrid 4: Courtois; Carvajal (Rüdiger, m. 69), Alaba (Lucas, m. 77), Militao, Mendy; Modric (Ceballos, m. 77), Tchouaméni, Camavinga (Asensio, m. 81); Valverde, Benzema, Vinicius (Hazard, m. 81).
Goles: 0-1 (Benzema, m. 14. P.). 1-1 (Aspas, m. 23. P.). 1-2 (Modric, m. 41). 1-3 (Vinicius, m. 56). 1-4 (Valverde, m. 66).