El arbitraje español toca fondo con quejas de todos los equipos y entrenadores hartos de sus errores
Esta última jornada les ha tocado al Celta, al Granada y al Mallorca, pero todos los clubes repiten un mismo discurso contra las decisiones arbitrales y sus cambios de criterios
El eterno silencio del 'rubialista' Medina Cantalejo, el jefe de los árbitros españoles
El Celta de Vigo. El Granada. El Real Madrid. Las Palmas. El Mallorca. El Atlético. Osasuna. El Girona Y así podríamos ir con casi todos los equipos de Primera División. Todos se quejan con razón, todos explotan ante el pésimo nivel del arbitraje español. Todos están preocupados por la deriva que los colegiados han cogido.
El arbitraje de Primera División está ante la mayor encrucijada en muchos años. Y no solo por los escándalos que le acorralan, algo que afecta más a los jefes y dirigentes, callados como siempre, sino también por unas decisiones que inquietan y cabrean a los actores del fútbol, los jugadores y entrenadores.
La jornada disputada este último fin de semana, la número 12, ha vuelto a poner de manifiesto el gran problema que tiene el arbitraje español. Se equivocan los árbitros, con errores graves, y nadie les corrige pese a tener muchas cámaras de televisión en el VAR porque en esa profesión se ha aceptado que la norma es no decirle al compañero que se equivoca. Algo tan sencillo como aceptar un error y corregir al compañero no pasa en el arbitraje español.
Y así suceden cosas como que al Granada, con todo lo que se está jugando (en descenso), le pitan un penalti en contra que claramente no es y el árbitro de VAR, que lo ve como lo vemos todos, no corrige al compañero que está en el campo y que claro que se puede equivocar. Y no le corrige porque así el Comité Técnico de Árbitros (CTA) lo ha ordenado: que no se intervenga mucho desde el VAR y que se respete el criterio del colegiado que está en el césped, aunque sea erróneo. Y así se adultera la competición.
Esta jornada se vio también como al Celta de Vigo le pitaron un penalti en el tiempo de descuento y desde el VAR lo rearbitraron y mandaron al árbitro a que lo viera para que lo anulara. Fue la típica jugada que explicaron que quedaba a interpretación del trencilla que está en el césped. En unos partidos sí actúa el VAR, en otros no. El criterio es cambiante y los errores siguen y siguen. Y las quejas están en todos lados, esta última jornada también por parte del Mallorca, que vio como le expulsaban a un jugador (Mascarell) porque un rival le pisara y no al contraria.
Se quejan todos. Lo hizo el Atlético de Madrid hace semanas, lo hizo el Real Madrid hace poco, también el Barcelona. Lo hacen los de arriba y los de abajo. Y los de mitad de tabla. Todos son todos. Y no se quejan como siempre ha ocurrido en el fútbol sino que aquí hay un problema de cambios de criterios. Cómo se explica que el mismo colegiado que está en el VAR –Carlos del Cerro Grande– considere que el penalti a Oyarzabal en el Real Sociedad-Barça no lo sea y que el de a Hugo Duro por una caricia inocente en el Valencia-Granada sí lo sea.
Siempre en silencio
Y ese es el problema, que no se explica. No hay ni una sola respuesta a todos estos clubes ni tampoco a la opinión pública. No se explica nada, el silencio es total y la única vía es la de las amenazas: si te quejas, te sanciono. No hay libertad de expresión. El arbitraje tiene un problema por eso, porque además de que su credibilidad esté en juicio por el caso Negreira, también tienen sus propios errores por sus continuos cambios de criterio.
El fútbol español, en su totalidad y sin que sea un equipo aislado en una jornada, está harto de este arbitraje que hace lo que quiere, que cambia criterios, que no da explicaciones y cuyos errores afectan en la vida diaria de muchas personas. Se acepta el fallo, por supuesto, pero en tiempos de VAR es obligado que se tenga una misma línea de actuación y que se corrijan esos errores que tienen los árbitros en el campo. Sin eso se ha llegado a una situación insostenible con un nivel pésimo de unos trencillas a los que a muchos además les puede la presión.
No hay semana que un entrenador, que es quien se juega su puesto de trabajo de verdad, no se queje de lo que hacen los árbitros. Hay que recordar que por muy mal que lo haga un colegiado nunca tendrá castigo. Al contrario, será protegido por los suyos y como mucho se llevará una reprimenda e irá a la nevera unos partidos. En cambio si un entrenador se equivoca le despiden, si un jugador falla va a la suplencia y así con todo. Menos los árbitros, que son intocables.
Los entrenadores, hartos
Esta jornada han sido Rafa Benítez (Celta) y Paco López (Granada). Los dos se juegan su puesto de trabajo, los dos fueron víctimas del mal estado del arbitraje español. «El señor del VAR se lo tiene que hacer mirar, no sé si el Granada le debe algo», dijo el segundo tras ser perjudicado por un penalti surrealista. «Ves que es una detrás de otra. Me gustaría que alguien me lo explicara», explicó Benítez. Que espere sentado: el arbitraje lo hace todo bien y por eso no da explicación ninguna. Otras semanas fueron Ancelotti, Xavi, Arrasate, Aguirre y tantos otros técnicos.
Y con todo sus jefe, Medina Cantalejo, sigue en silencio. El mandamás del CTA, que huye en cuanto huele algo del caso Negreira, no sale tampoco a defender a los suyos públicamente y ni mucho menos a pedir perdón o a explicar las jugadas polémicas. Y así está, lleno de críticas de cualquier equipo, de muchos entrenadores y otros tantos jugadores que están hartos de esta forma de arbitrar.