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Carlo Ancelotti, durante el partido del Real Madrid en Sevilla el pasado sábado

Carlo Ancelotti, durante el partido del Real Madrid en Sevilla el pasado sábadoAFP

La ironía de Ancelotti que ejemplifica el hartazgo con el arbitraje en España y la censura del Comité

Un entrenador ejemplar como Carlo Ancelotti, que apenas ha tenido problemas en su extensísima carrera en los banquillos, ejemplificó con ironía el hartazgo que hay en el Real Madrid (y en otros tantos clubes) con el arbitraje en España, en un estado crítico por tantos escándalos y tan malas decisiones.

El técnico italiano, que no es muy de quejarse y al que no se le recuerda una gran bronca con algún árbitro, tiró de ironía para representar lo que el Real Madrid había vivido en el Sánchez Pizjuán. «Ha acertado en todo, bien, un buen partido», dijo en rueda de prensa sobre De Burgos Bengoetxea, el colegiado que tan relevante fue en este duelo. «Ha parado la contra para preservar la salud de un jugador», dijo sobre la acción más clave, un gol anulado a Bellingham al parar una contra del Madrid después de decirle a Ocampos que se levantara.

Todo era ironía. Así lo reconoció en Real Madrid TV: «La ironía es la única manera después de este partido». No cabía otra opción que esa ante el esperpéntico arbitraje del colegiado vasco, con un historial detrás en contra de los madridistas. De Burgos cabreó por su forma de llevar el partido, por sus fallos continuos hasta en cosas sencillas, por errores clamorosos que fueron muy relevante en el resultado.

En el Real Madrid hay indignación y enfado porque no se llega a comprender la anulación del gol anulado a Bellingham. De Burgos ve la acción de Rüdiger con Ocampos, le dice al sevillista que se levante y cuando el Madrid inicia la contra y ya es peligrosa, para el juego. O un claro penalti de Navas a Vinicius. El arbitraje fue desquiciante y sibilino.

Carvajal y Alaba, ante el árbitro del partido en Sevilla, De Burgos Bengoetxea

Carvajal y Alaba, ante el árbitro del partido en Sevilla, De Burgos BengoetxeaAFP

Más allá de los fallos y el enfado la clave de la ironía de Ancelotti está en la enorme censura que sufren todos los actores del fútbol con lo que tiene que ver con el arbitraje. No hay libertad de expresión. Nadie puede quejarse ni levantar la voz porque sino llegará el Comité y les sancionará. «Si digo lo que pienso del arbitraje me caen muchos partidos», resumió Ancelotti. Esa es la clave y por eso su ironía es el fiel reflejo del actual estado del arbitraje.

En una época con varios escándalos –no solo el de Negreira– y con unos arbitrajes cada vez peores que deslucen el espectáculo, el Comité se refugia en meter miedo, en las sanciones, para hacer frente a cualquier crítica. En el fútbol español no se acepta que un jugador o un entrenador pueda decir abiertamente lo mal que ha estado un árbitro. No dejan. Quien lo haga se lleva un duro castigo. Es la herencia que deja Medina Cantalejo, el presidente ausente del Comité, en silencio sepulcral desde que estallara el caso Rubiales.

La ironía de Ancelotti es el reflejo de un fútbol censurado. Porque el entrenador del Real Madrid no es el único. Jagoba Arrasate, de Osasuna, también hizo lo mismo hace pocas semanas: «Nos han quitado la libertad de expresión». Pero Xavi fue por el mismo camino y tantos otros entrenadores que denuncian la censura que establece el Comité. No es este un asunto del Real Madrid, perjudicado esta última jornada por un pésimo arbitraje. Es un problema que afecta a todos.

Si en 2023 profesionales del fútbol tienen que tirar de ironía para poder quejarse de lo que consideren, mal vamos. El Comité censura a los que de verdad son protagonistas y aquí nadie se puede mover del discurso bonito de los árbitros son personas y tienen presión, algo que por supuesto que es así, pero que a su vez conlleva poder criticarles con respeto.

No solo es un asunto del Real Madrid porque las críticas a los colegiados, su forma de dirigir y su falta de escucha saca de quicio a la inmensa mayoría. Venimos de una temporada en la que todos se quejaron, antes o después, porque además los criterios son cambiantes, las decisiones no se explican y la soberbia de algunos colegiados es infinita. El jugador del Girona David López, al descanso del partido contra el Almería, llegó a decir que el árbitro (Ortiz Arias) era «un prepotente, te insulta». Es algo general lo que se siente con el actual estado de un arbitraje en estado pésimo. Y todo ello a la vez que estalló el caso Negreira que afecta a árbitros que siguen dirigiendo (o mandando) en el actual fútbol.

Carlo Ancelotti utilizó la ironía para quejarse del desquiciante arbitraje de De Burgos en el Sevilla-Real Madrid

Ancelotti utilizó la ironía para quejarse del desquiciante arbitraje de De Burgos en el Sevilla-MadridAFP

El Real Madrid fue perjudicado por De Burgos Bengoetxea en Sevilla. Y el Real Madrid, ya sea como club o con algunos de sus trabajadores (véase Ancelotti), tiene derecho a quejarse como por ejemplo lleva haciendo el Atlético con sus comunicados que –todo sea dicho– tan buen resultado le han dado en los últimos encuentros. Quejarse debe ser lícito, pero en el arbitraje de España se mete miedo y existe la censura. Así de desacreditado está entre tantos escándalos.

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