Queiroz, contra el imperialismo
A Irán la dirige el que le dijeron un día a Florentino que era el ideal para suceder a Del Bosque
Una plaza de octavos será para Irán o Estados Unidos. Parecido les pasó en el 98, sin premio. Ganó Irán (2-1) pero ninguno clasificó finalmente.
Los periódicos llenaban con el partido más páginas en Política que en Deportes. Entonces se vendían periódicos, había un quiosco cada cuatro calles, todo aquello.
Lyon se blindó. Servidor estuvo en el estadio Gerland. Tres controles con sus cacheos y tal. Cinco si contamos la llegada a la ciudad, en el TGV que venía de París. Policías, perros, todo tipo de vehículos antidisturbios. Los locales salían lo imprescindible.
Leo y recuerdo que Irán había vetado a un técnico rival que quiso ver sus entrenamientos. Estados Unidos descubrió con el mismo objetivo a dos miembros del cuerpo técnico iraní camuflados como luchadores. La víspera del partido, la tele francesa emitió No sin mi hija, la historia de una ciudadana estadounidense que escapa de Irán temerosa de que la familia de su marido la convierta al Islam. Había ambientillo…
Al final no pasó nada. Los futbolistas dieron una lección. Todo fue deportividad. Irán salió al campo con flores que entregaron a sus rivales. «Hicimos más en noventa minutos que los políticos en veinte años», remató Jeff Agoos, uno de los defensas del equipo americano aquella noche.
A Irán la dirige Carlos Queiroz, del que dijeron un día a Florentino que era el ideal para suceder a Del Bosque. Era el ayudante de Ferguson en el United y, según expertos, el que de verdad entrenaba al equipo. La apuesta falló. En Irán lo está bordando. Le espera el imperialismo: es que ante Inglaterra, Estados Unidos estuvo imperial. O casi.