Un inmenso Nadal vuelve a hacer historia al arrollar a Ruud y conquistar su 14º Roland Garros
El tenista español dominó la final de principio a fin salvando las pequeñas reacciones del noruego con una maestría insuperable y un marcador de 6-3, 6-3 y 6-0
Era la tarde abierta en la Philippe Chatrier de casi toda la vida. A las tres de la tarde, las tres de la tarde, las tres en punto de la tarde, hubiera dicho un poeta con alegría y no con el luto del original. Salió un Nadal directo, cuidándose de la derecha temible de Ruud, buscando lados, ángulos, la bola alta y larga como las frentes de los elegantes.
Le buscó después al noruego al resto para acabar en la red. Se pudo ver el derechazo varias veces que Nadal aplacaba. Lo templaba con el revés corto unas veces. Y luego largo. Dos bolas de rotura hasta el primer contrapié del debutante en una gran final. Se colocaba de derechas para buscar su golpe, pero el paralelo lo atrapó el campeonísimo pasándole en la red cruzado.
La cuerda en un pozo
Con el break de primeras y el viento en contra dos dobles faltas pusieron un 15-40 para Ruud que ponía cara de vértigo. Se mordía el labio el vikingo tras enviar larga a la primera oportunidad de volver, algo que conseguía con el tercer fallo de Nadal, esta vez al no lograr pasar una derecha que golpeó medio mordida.
Había sido un juego extraño, pero no descompuso el rostro Rafael. Se lanzó a por el revés en el cuarto juego, y luego Ruud acarició en la aproximación en paralelo. La largura de los restos de Nadal seguía intacta, pero la derecha del noruego era un buen antídoto para recuperarse. Era como la cuerda en un pozo que se le descolgaba en el momento de alcanzar la superficie.
Abocado al revés, Casper se tiró a la línea de fondo
Lo volvió a meter allí abajo el español para sacar con 3-1. Al revés como norma igual que si le hiciera ahogadillas. La dejada de Ruud la cogió sin problemas Rafael para pasarle suavemente con un girito de muñeca. Abocado al revés, Casper se tiró a la línea de fondo con él e hizo daño. Tenía que hacerlo.
Se quedaba en el intento y en el sexto juego (4-1) Nadal lanzaba la primera derecha paralela al resto. Sienna Miller sonreía al lado de Hugh Grant, como Charlotte Gainsbourgh. A la dejada enorme de Ruud se paraba Nadal a mitad de camino, pero luego le golpeó el español. Logró su segundo juego Casper y se daba prisa Nadal para llegar al quinto al servicio.
Corta por aquí, al filo de la cinta, larga en la defensa alta y pasante paralelo por el ojo de una aguja repartía Nadal su juego. Los gestos matemáticos al saque. Del 40-0 al 40-30. Dos veces medio sobrepasado con tiempo para el noruego. Apagó la pequeña reacción el español con una dejada que fue como soplar una vela que en vez de la oscuridad trajo la luz.
Le movió a Rafael Casper conectando tres derechas. Pudo volear después al límite el sacador buscando soluciones y lográndolas para el 5-3. Lo había intentado Nadal con el paralelo largo para foguearse en ese pequeño estertor antes de sacar para el set. Un servicio al que volvió con el empuje de un Ruud sin miedo, algún fallo y alguna solución. Con el 30-30 la parábola del saque al centro de Nadal se llevó a Casper al otro lado. Y desde allí cayó la primera manga sin que lograse el noruego sacudirse la iniciativa del mallorquín.
Una justa
Sonaba la orquesta como al inicio de una justa: lo que era ya desmontados del caballo. Lo sometió Nadal en los dos primeros puntos al resto, como desnudándole. No le dejaba avasallarle ni con su derecha en una defensa/ataque fulgurante del español que le daba el 15 a 40 para empezar.
No pudo elevarse lo suficiente en la red ante el globo fallido, pero finalmente exitoso del noruego. La igualdad la recuperó Casper con la derecha invertida de Rafael al pasillo: un penalti fallado que Ruud le hacía repetir con su revés también al pasillo. El saque y el derechazo le devolvía la igualdad, y luego la dejada le daba la ventaja a la que no llegó Nadal antes de levantar el juego con la derecha, cómo si no.
El plan funcionaba por el revés de su rival y también por la derecha, cuando se lo cocinaba entre fogones antiguos
Parecía algo más hecho Ruud. Pero Nadal seguía con el plan que funcionaba por el revés de su rival y también por la derecha, cuando se preparaba el ataque, cuando se lo cocinaba entre fogones antiguos, incluso con el revés para la derecha peligrosa del nórdico. Cómo vio la dejada del español en su cabeza transparente para devolvérsela en su asiento.
Empató el set Nadal casi despeñándose con el revés cruzado. Le intentaba variar Casper, arriba y abajo, a un lado y al otro, y hacia allí iba el español para esperar y morder. Ahora estaba el asunto igualado con Ruud desperezado, repuesto de la dormidera principiante del español. Con el revés largo le obligó a Nadal a fallar al resto.
Luego se complicó Nadal en el saque/volea. 0-30 y un poco fuera Nadal porque Ruud le dominaba. El tercer punto del cuarto juego fue la demostración plena. Inteligencia por ambos lados en los cruzados que se llevó Casper antes de la doble falta del español para romperle por segunda vez en el partido.
Iba un poco volando el noruego ahora, pero tenía Nadal un cañón antiaéreo en el bolsillo. De cualquier modo, seguía planeando, también la rotura para Nadal desde la trinchera tras la ráfaga de ametralladora noruega que no acertó primero. Le mantuvo Rafael entre las nubes obligándole a esquivarle hasta que lo derribó para volver a la lucha.
Un incendio de cruzados
Cómo le pasó en el sexto tras el ataque de revés paralelo de Ruud. El fuego de la dejada posterior. Como el incendio de la pelea de cruzados y contrapié tras la dejada de vuelta. Terminó sofocando el bombero Nadal el arrebato pirómano de Casper. En el siguiente punto se apalearon y tuvo tiempo el nórdico de pensar en un revés cruzado para finiquitar.
No se marchaba Nadal ni para dejarle un pequeño respiro a su contrario y amigo. Nadal era un gato enzarzado en la noche. El maullido rabioso que escuchaba Ruud a lo lejos desde su casa y que se acercaba. Era una pelota de 4-3 para Nadal desde el 1-3 quien se tiró haciendo piruetas serenas en el octavo juego para no dar opción a su rival con una colección golpes maestros.
Una movilidad Cassiusclayana. Un movimiento sexy con el que Nadal derramaba su seducción
Del 1-3 al 5-3 se le marchaba a Nadal en un juego con una movilidad Cassiusclayana, perfectamente estética, preciosa. Un movimiento sexy con el que derramaba su seducción. La belleza de los cuentos galantes de Maupassant para bola de set sin contemplaciones al resto. Salvó la primera Ruud porque la tiró fuera en el ajuste vertiginoso el español. Luego salvó también la segunda con su derecha sobre el revés del mallorquín.
En la casi muerte es donde casi renace siempre Nadal para procurarse otra pelota de parcial que salvó Casper con talento y listeza variando la velocidad y la dirección en su bombardeo. Otra vez disparó Ruud con la pista entera, pero le vio Rafael y le acertó por su lado abierto. Del 1-3 al 6-3 con la doble falta final de Ruud que no encontró las maneras de la primera parte de la manga.
Se las robó Nadal como un raterillo entre la multitud y se perdió con ellas hasta el tercer set con los dos primeros en el saco. Como los dos primeros juegos del tercero bajo el sol parisino de café al atardecer. El París de los años 20 de Nadal, que cantaba Boum! Igual que Charles Trenet. Resistía Ruud con ventaja el resto, pero movía los pies Rafael.
El claqué terrorífico del español y el 3-0. Chaquetas de rayas, canotiers, la primavera en el Bois de Boulogne. Las figuras borrosas, hermosas, de Renoir. Era la vida, nuestra propia vida, pasando en imágenes, la ruleta de Don Draper en diapositivas con forma de pelota amarilla. Era esa exposición de La Gran Belleza, cuando Jeb Gambardella rompe a llorar al ver todas esas fotos de una vida en imágenes, una por día.
El 6-0 demoledor, con Ruud apagado ya, como las luces de la noche en el Boulevard Montparnasse, que iluminó el español glorioso Al final de la escapada, como si fuera Godard, pero no lo era. Era Nadal.