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Vehículos militares rusos ruedan durante el desfile militar del Día de la Victoria en Moscú, Rusia

Vehículos militares rusos ruedan durante el desfile militar del Día de la Victoria en Moscú, RusiaGTRES

El conflicto arrasa la economía global

Las consecuencias económicas de cien días de guerra en Ucrania

La invasión en Ucrania ha revolucionado los precios de las materias primas y la energía. Cien días en los que los cereales, el petróleo, el gas y la electricidad han sido rehenes del empeño belicista de Vladimir Putin

La respuesta de la eurozona a la guerra ha puesto a prueba las costuras que unen a los Veintisiete. La invasión ha abierto una nueva brecha en Europa. A un lado, la Unión Europea dependiente de la energía rusa; al otro, la que trazó su política energética sobre la diversificación de las fuentes de suministro. A lo largo de los últimos 100 días, muchos de los Estados miembro se han tomado la revancha. Aquellos a los que más sacrificio se les exigió durante la crisis de 2008, han sido los que han reclamado una ruptura total de los contratos con los que Putin financia su ofensiva en Ucrania.

Sin embargo, el equilibrio de fuerzas dentro de la Unión sigue inclinado hacia el Norte. Países como Alemania o Austria, han dinamitado los planes de una respuesta radical contra el líder ruso. Ambos han construido su supervivencia energética sobre los cimientos levantados por Moscú. La excanciller, Angela Merkel inauguró –junto al expresidente, Dmitri Medvédev– en el gasoducto Nord Stream en noviembre de 2011. La tubería que terminó por encadenar a Berlín a los intereses rusos. Y la capital germana arrastra al resto de la Unión Europea.

Las tensiones en el mercado del gas no son nuevas. La crisis de los precios del gas comenzó a gestarse en octubre de 2021. A inicio del mes, varios factores azotaban la cotización en el mercado holandés (TTF), de referencia en Europa. La caída de las reservas, la previsión de un invierno frío y las continuas tensiones generadas en torno a Vladimir Putin, espoleaban los precios. El ruso jugó durante la recta final del año con el mercado. Abría y cerraba la producción despertando los nervios de los inversores. El pánico llegó en diciembre, cuando el gas rompió la barrera de los 128 euros.

Cuando el 17 de febrero de 2022 Estado Unidos advirtió de la inminente invasión rusa de Ucrania, la locura de los precios se desató. Días después, el precio alcanzó un nuevo máximo (por encima de los 129 euros), y rozó los 207 el 7 de marzo. Los capítulos posteriores los escribió la diplomacia. El 3 de abril, Vladimir Putin respondió a las sanciones internacionales con un decreto que puso el broche a la crisis. El ruso impuso la obligación de pagar su gas en rublos. Ese mismo día Lituania anunció el final de las importaciones. Después llegaría el corte de suministro a Polonia y Bulgaria, Países Bajos y Dinamarca. Hoy, con el precio rondando los 85 euros y tras meses de recibos del gas y de la luz por las nubes, no hay metas en el horizonte.

El combustible, en máximos históricos

Al compás de la crisis del gas, avanza la del petróleo. Este viernes, la Unión Europea anuncio un nuevo paquete de sanciones contra el Kremlin. El sexto, en algo más de tres meses. Bruselas sigue sin encarar un embargo al gas del Kremlin, pero avanza hacia el veto total de su petróleo. Lo hace después de semanas de debate, en las que los líderes comunitarios no han dejado de discutir y analizar la situación de cada uno de sus países. Finalmente, la UE aprueba un embargo parcial, que deja fuera a República Checa, Eslovaquia y Hungría, también a Bulgaria y Croacia. El documento prohibirá el flujo de crudo ruso al resto de países a partir de 2023.

La mayoría de los expertos considera que Europa llega tarde al veto. Bruselas se lanza a un mercado esquilmado por Estados Unidos y Reino Unido, que el 8 de marzo anunciaron su veto total al gas y crudo rusos. Ambos países llevan ventaja en la búsqueda de proveedores alternativos.

Durante los últimos meses, el precio del Brent -de referencia en Europa- ha sufrido su particular rally. Una espiral que ha provocado que llenar el depósito de gasolina en España roce los 100 euros, a pesar de la escasa dependencia del crudo ruso en España. La presión sobre el bolsillo del consumidor provocó que el 1 de abril el Gobierno aplicara la bonificación de 20 céntimos al litro de combustible. Una ayuda que el encarecimiento del petróleo en los mercados se ha llevado por delante en tan solo dos meses.

Una crisis del trigo a largo plazo

El trigo ha sido otro de los protagonistas de la guerra. Ucrania es el cuarto mayor exportador del cereal, y el paso de la contienda por el país ha hundido sus exportaciones y disparado su precio. La caída de la oferta ya amenaza a medio mundo. También a España. ASAJA ha analizado los datos de avance de campaña y estima que la cosecha de cereales de invierno de este año sufrirá una reducción del 21 %, es decir, 4,1 millones de toneladas menos respecto a los datos oficiales del pasado año.

«El principal problema que han tenido los productores durante esta campaña han sido los altos costes de producción como consecuencia del encarecimiento de los precios de la energía, las semillas, los abonos y los productos fitosanitarios», dicen desde la Asociación Agraria Jóvenes Agricultores.

A ello se añaden las altas temperaturas y la sequía que azota a España. También la decisión de La India de cortar en seco sus exportaciones. Nueva Delhi priorizará su autoabastecimiento por encima de los rendimientos que pueda conseguir en un mercado disparado. Incluso Afganistán ha suspendido los envíos. El Gobierno talibán anunció el 20 de mayo la suspensión de las exportaciones de trigo antes de la cosecha de este año.

«La caída de la oferta y el repunte de los precios actuará en cadena sobre todos los derivados del trigo», afirman fuentes del sector que advierten de que –al contrario de otras materias primas– el precio del cereal seguirá en máximos a medio y largo plazo.

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