La semana económica
Los empresarios se alejan cada vez más de Sánchez, y eso no es bueno
La desconfianza es plena y la situación está al límite
La subida por sorpresa de las bases máximas de cotización ha sido la última gota que ha colmado la paciencia de los empresarios. El incremento del 8,6 % en este capítulo elevará a 16.000 millones el importe que pagarán de más empresas y trabajadores el año que viene, y que irán directamente a cubrir el incremento de las pensiones, según algunas fuentes.
El hecho de haber tomado la medida sin haber contado con ellos llevó primero a que los empresarios calificaran la actitud del Gobierno como «impresentable», y más recientemente a que Antonio Garamendi, presidente de la CEOE, anunciara que no va a negociar con José Luis Escrivá la reforma de las pensiones. La desconfianza es plena y la situación está al límite.
A pesar de esta aparente falta de fuerza de los empresarios, Garamendi no acepta la acusación de blando que se le hace desde algunos frentes: «Es muy fácil decir es muy blando: nadie es consciente de la dureza de las mesas de negociación», dijo hace unos días.
La realidad es que este debate está en el ambiente desde hace tiempo. En la entrevista que le hicimos hace un año ya se defendía sobre este aspecto.
Entrevista con el presidente de CEOE
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Se le acuse de lo que se le acuse, para el país es fundamental que las empresas recuperen la confianza y se les faciliten las cosas para que puedan crear empleo. Garamendi no es la única voz de los empresarios que se ha quejado de la persecución o indiferencia del Gobierno sobre los empresarios. Recientemente el presidente del Instituto de Empresa Familiar (IEF), Andrés Sendagorta, se quejaba de que el Gobierno no les escucha, a pesar de que en la organización que preside saben mucho de sectores como la automoción, las infraestructuras o la distribución. Obviamente no era una exageración, si se tiene en cuenta que entre las empresas familiares que están en su organización se encuentran gigantes como Ferrovial, Inditex, Gestamp o Mercadona.
Sería un alivio que este Gobierno empezara a escuchar y a dejarse guiar por los que saben, pero a estas alturas de la película parece altamente improbable. En lugar de llegar a acuerdos, prefieren ver cómo les sacan más dinero a través de los impuestos. En vez de trabajar en común facilitándoles la creación de riqueza y empleo, tienen a los empresarios cada vez más lejos, y eso no es bueno para el país.