Impuesto a la vanidad
Pianos, cines o huevos de Fabergé: el desastre de mantener los 'superyates' rusos
Muchos países ya empiezan a notar el gran desembolso de tener paradas estas máquinas millonarias en sus puertos
Solo había que esperar unos meses para calibrar si la medida confiscar yates de oligarcas rusos por todo el mundo era una buena idea. Quizá, en el futuro, se demuestre que no era tampoco legal apoderarse de estas ciudades acuáticas que sus dueños compraron mediante el ejercicio de un negocio que nadie vio mal hasta que Rusia invadió Ucrania.
Mantenimiento
Desde ese momento, castigar a Rusia fue deporte mundial. Cuanto más, mejor. Cuánta más publicidad, mejor. Diez meses después, Europa y Estados Unidos se han dado cuenta del grave error que supone tener varados en sus puertos yates enormes que requieren grandes fortunas para mantenerlos.
Los gobiernos de estos países empiezan a valorar si es necesaria esta sanción a unos barcos que apagaron sus transpondedores en febrero de 2022 y empezaron a surcar las aguas internacionales en busca de lugares donde no fueran sancionados.
Amadea, un superyate de 325 millones de dólares propiedad de un magnate del oro como Suleyman Kerimov, navegó desde Sint Maarten en el Caribe hasta el puerto de Lautoka en Fiji, según cuenta Bloomberg. En abril su tripulación debía ser relevada, pero el FBI recibió al yate y detuvieron a la numerosa tripulación. Tras ser interrogados, deportaron a todos a Rusia y se quedaron el yate que, tras una larga lucha legal, se llevaron como premio al puerto de San Diego.
Detrás de este triunfo, las arcas de Estados Unidos tuvieron que contratar una empresa para mover el yate y subcontrató a otras para administrarlo. Amadea lleva desde junio ocupando el paisaje del puerto de esta ciudad californiana para disgusto de los pescadores de la zona.
EE.UU. ha declarado que el mantenimiento que debe hacer incluye: un horno de pizza, dos motos acuáticas, dos pianos de media cola (uno pintado a mano), una piscina y, quizá, uno de los últimos huevos de Fabergé.
Moho y percebes
A esto hay que añadir que tenerlo parado y desatendido supone que el agua salada y la humedad genera moho si no se enciende el aire acondicionado. La desalinizadora necesita mantenimiento, las hélices tienen que funcionar para evitar que los percebes se acumulen en sus aspas y se debe lavar semanalmente para que los daños de la suciedad no requieran unos elevados costes de pintura en el futuro.
El coste de los 15 tripulantes que hacen falta para todo eso, además de los millonarios seguros y el atraque de mil euros diarios, supone que los ciudadanos americanos van a tener que pagar unos 10 millones de euros si en febrero de 2023 Amadeus sigue atracado en San Diego.
En Palma de Mallorca sigue confiscado el yate Tango desde el mes de marzo. La orden llegó por el cumplimiento de una comisión rogatoria de las autoridades judiciales de Estados Unidos por las sanciones impuestas al oligarca Víktor Vekselberg.
Tarifas de amarre
Han pasado diez meses y el Gobierno sigue a la espera de que la Audiencia Provincial decida si la incautación es legal. Al parecer, la documentación presentada por EE.UU. es escasa y este yate de 80 metros de eslora y 90 millones de euros que navega bajo bandera de las Islas Cook podría ser liberado.
España ya avisó en su momento de que los propietarios de los dos barcos están pagando las tarifas de amarre y los salarios de la tripulación, aunque ha habido casos como el de Meridian A que ha sido definitivamente incautado por el impago de las tarifas de mantenimiento desde junio. Desde ahora, será un astillero de Barcelona el que se haga cargo de los costes.
Cápusla submarina
Italia tiene confiscados cuatro superyates, uno de ellos muy relacionado con el propio Putin que tiene dos helipuertos. Otro es el yate de vela más grande del mundo cuyo mástil es más grande que el Big Ben y cuenta con una cápsula de observación submarina.
Los expertos aseguran que mantener el funcionamiento una máquina como esta del 10 % al 15 % del valor del propio yate. Esto provoca que los gobiernos de Estados Unidos, Italia y ya España tengan que gastar unos 50 millones al año para mantener estos superyates en sus puertos.
«Básicamente, a algunas personas se les paga para mantener superyates rusos en nombre del gobierno de los Estados Unidos», comentó Jake Sullivan, asesor de seguridad nacional de EE.UU..
A algunas personas se les paga para mantener superyates rusos en nombre del gobierno de los Estados Unidos
Este tipo de sanciones a la vanidad rusa se ha detenido y ahora todo pasa por dañar su economía que, por otro lado, no parece resentirse demasiado porque ahora los negocios rusos pasan por China.
Europa tiene un problema más grave porque al agujero económico que provoca mantener estos barcos, se le suma que, posiblemente, las sanciones sean declaradas ilegales y los superyates tengan que volver a sus dueños en perfecto estado de revista después de casi un año atracados.