Además de personal, hace falta tecnología sanitaria
Más del 60 % del equipamiento tecnológico sanitario instalado en España supera los 10 años de antigüedad
Un sistema complejo como el sanitario admite mejoras desde muchos ángulos, aunque parece que el de la falta de personal es el que más directamente se percibe. Sin embargo, además de la falta de personal sanitario hay otros desafíos que necesitan encararse.
Más del 60 % del equipamiento tecnológico sanitario instalado en España supera los 10 años de antigüedad. En 2021, el mercado nacional de tecnología sanitaria alcanzó la cifra de facturación de 9.500 millones de euros. Sin embargo, los requerimientos de mejora tecnológica no sólo se derivan de las necesidades de inversión, sino que coinciden en el tiempo con el paso de una atención sanitaria esencialmente de tipo físico o presencial a otra en la que va a convivir con la asistencia virtual basada en la tecnología digital. El uso de la tecnología de la cadena de bloques o blockchain para la monitorización de pacientes y gestión de centros hospitalarios va a provocar un cambio revolucionario.
Esta tecnología permitirá, principalmente, tres mejoras. La primera es la interoperabilidad de las historias clínicas si el paciente lo consiente. En otros términos, permitirá salvar las barreras al acceso a las historias clínicas que ahora existen en el sistema autonómico español si necesitas asistencia sanitaria en una región diferente a la de residencia habitual. Cualquier profesional podrá acceder a tu historia clínica si sabe manejarse con el sistema de almacenamiento de la información. Además sabrá en todo momento que la información a la que está accediendo es completamente fiable en el sentido de que nadie ha podido alterarla. La cadena de bloques sólo permite añadir información a la ya existente, pero no manipular la ya registrada. Esta tecnología, por tanto, crea de un entorno de confianza para la toma de decisiones clínicas. El paciente puede siempre autorizar a nuevos proveedores a ver sus registros y controlar el intercambio de datos entre proveedores.
Una derivada de lo anterior es facilitar el intercambio de big data en el cuidado de la salud. Debidamente anonimizados y con los protocolos adecuados, se pueden acceder a millones de registros que permiten mejorar los resultados de los análisis clínicos. Esto es importante en un país como España, que es de los más receptivos del mundo a participar en estos ensayos de los que pueden derivarse mejoras en los fármacos y en las terapias de todo tipo.
La segunda ventaja de esta tecnología es la de reforzar la seguridad de los datos o registros personales de los usuarios del sistema sanitario. También puede evitar la duplicidad de pruebas con lo que esto supone desde la perspectiva de la reducción de costes. Los registros anteriores no se eliminan, sólo se añaden los nuevos. Por tanto, si el profesional de la salud puede acceder a pruebas recientes realizadas al paciente evita tener que repetirlas y puede actuar de manera más rápida y eficaz.
La última ventaja es también el reto más lejano de alcanzar aún. Actualmente una parte muy amplia de la sociedad convivimos con dispositivos domésticos que guardan registros relevantes para nuestra salud. Es el famoso internet de las cosas (IoT). Pensemos, por ejemplo, en una báscula digital, en un reloj que nos controla el pulso o la tensión arterial. Toda esa información cotidiana puede añadirse a nuestros registros como si de capas de información adicional se tratase.
El problema principal aparece en la falta de homogeneización del tratamiento de los datos recolectados por el IoT. Según los niveles críticos para cada desarrollador de elementos del IoT un determinado valor de un parámetro vital puede transformarse en señal de alarma o no. Si se avanza en la estandarización de los datos de salud generados por el paciente, los dispositivos IoT se convierten en centros de procesamiento de datos en miniatura y podría aplicarse para compartir datos de salud entre organizaciones. Añadirían capas de información a hospitales, farmacias, médicos y otras partes interesadas en el cuidado de la salud.
Aplicado a la gestión de las listas de espera, los registros cotidianos de los pacientes, si están conectados con el sistema sanitario, pueden alterar el orden de las listas de espera si un paciente experimenta un empeoramiento de su situación incompatible con el tiempo de espera.
Por supuesto que todo cambio tecnológico conlleva incertidumbres y riesgos. El principal para la tecnología blockchain es la vulnerabilidad que parece mostrar ante los ordenadores cuánticos que podrían alterar una información hasta el momento completamente inalterable. Es cierto que toda decisión de este tipo implica asumir riesgos, pero también podemos pensar en el nivel de seguridad de nuestras historias clínicas actuales. ¿Están libres de poder ser manipuladas o blindadas frente a posibles registros erróneos?
Indudablemente la sanidad española –la pública y la privada– tienen que resolver el problema de la falta de personal. Hay que comenzar por ahí, pero sin dejar de poner las luces largas para no dejar de avanzar por otros caminos que también son absolutamente necesarios.
- José Manuel Cansino es catedrático de Economía de la Universidad de Sevilla, profesor de San Telmo Business School y académico de la Universidad Autónoma de Chile / @jmcansino