Por qué sumar ocho países más a la Unión Europea sería un grave error económico
El interés de la ampliación es mínimo y agravaría los problemas de gobernanza del club comunitario
En su reunión de diciembre último, el Consejo Europeo resolvió iniciar las negociaciones de adhesión a la Unión Europea de Ucrania y Moldavia, y otorgar el estatuto de país candidato a Georgia. El Consejo también se declaró dispuesto a iniciar negociaciones con Bosnia, concluir la fase de apertura de negociaciones con Macedonia del Norte y acelerar el proceso de adhesión de Albania, Serbia y Montenegro.
El propio Consejo justifica esas decisiones señalando que la ampliación de la UE con esos ocho países «constituye una inversión geoestratégica en la paz, la seguridad, la estabilidad y la prosperidad; es un motor para mejorar las condiciones económicas y sociales de la ciudadanía europea».
Mi opinión es exactamente la contraria. Una nueva ampliación contribuiría a una UE menos operativa y exigiría una inversión gigantesca; además, provocaría una situación de conflicto permanente con Rusia. La nueva ampliación no solo sería contraria a la paz, la seguridad, la estabilidad y la prosperidad, sino que haría aumentar la probabilidad de una disolución del proyecto europeo.
Esos ocho países tienen PIB combinado que es ligeramente mayor que el de Rumanía, que equivale a menos del 2 % del PIB total de la UE. El PIB per cápita medio de esos mismos ocho países es de unos 6.200 euros, que es menos de la mitad que los 15.000 euros del miembro más pobre actual, Bulgaria. Esos datos bastan para entender que el interés económico de la ampliación es mínimo: se trata de mercados pequeños y pobres.
Sin embargo, la eventual adhesión de esos países implicaría la necesidad de inversiones mucho mayores que las realizadas en cualquier ampliación anterior. Ucrania, el país más grande de los que se incorporaría, tiene una población cinco veces mayor que la de Bulgaria, que es el socio más pobre incorporado hasta ahora. En proporción al PIB per cápita alemán, el de Ucrania es ahora menor que el que tenía Bulgaria al incorporarse a la UE, con el agravante de que Ucrania está en guerra, por lo que los costes de reconstrucción crecen a diario.
La ampliación implicaría que países que hoy reciben fondos netos de la UE pasarían a ser contribuyentes netos, pero no por haberse enriquecido
La ampliación implicaría que países que hoy reciben fondos netos de la UE, pasarían a ser contribuyentes netos, pero no por haberse enriquecido, sino por la incorporación de países más pobres. La necesidad de fondos por parte de la UE (que se suma a la necesidad de repagar la deuda emitida para financiar los fondos de recuperación) haría inevitable la creación de impuestos europeos. Las mayores contribuciones nacionales y los impuestos europeos (en el continente con mayor presión tributaria del mundo), confluirían en una creciente desafección hacia la UE.
Pero hay un problema aún mayor. En una UE con 35 países, sería inviable continuar funcionando con el principio de unanimidad en la toma de decisiones. No obstante, esa es una línea roja que nunca se debería aceptar traspasar. Si las decisiones se tomaran por mayoría, habría países que tendrían que aplicar políticas que sus ciudadanos no desean. Un ejemplo: si tres países tuvieran gobiernos conservadores y el resto gobiernos socialistas, las medidas adoptadas por la mayoría socialista serían impuestas a los tres países conservadores. Pasar a una regla mayoritaria debilitaría el esfuerzo para buscar un consenso. Sería la semilla de la disolución de la UE: si ya hay incomprensión por las cosas que hay que hacer «porque lo manda Bruselas», si tuvieran que adoptarse políticas contrarias a las votadas por los ciudadanos de un país, parece razonable imaginar que estos acabarían exigiendo la salida de la UE.
Del mismo modo que cualquiera intenta vivir en paz con sus vecinos, la UE debería evitar que la situación de guerra con Rusia se prolongue indefinidamente. La decisión del Consejo Europeo de avanzar en ampliación de la UE va en contra de la estabilidad, pues alienta los temores rusos sobre su seguridad. El mejor ejemplo es el de Georgia, país que no está en Europa ni limita con ningún miembro de la UE, lo que en Rusia puede interpretarse como una provocación o un intento de ser rodeada. Una cosa es asistir a Ucrania ante la agresión unilateral rusa y dejar claro que esa no es una forma aceptable de proceder; otra muy diferente es tomar decisiones que deriven en un conflicto permanente.
El Consejo Europeo debería pasar el mal trago de dar marcha atrás en la decisión de seguir ampliando la UE, porque sería mejor que avanzar por un camino equivocado. De no hacerlo, la perspectiva de disolución de la UE será creciente.
- Diego Barceló Larran es director de Barceló & asociados / @diebarcelo