La inteligencia artificial y la reconfiguración de habilidades en el mercado laboral
Muchos trabajadores de los próximos años tendrán que añadir una mayor capacidad de pensamiento a sus conocimientos, competencias y habilidades humanas
IA y Derecho: navegando entre la tecnología y la justicia
Ha transcurrido menos de un año y medio desde la irrupción de la IA generativa en el dominio profesional y doméstico y ya se puede hablar de un antes y un después en la vertiginosa carrera de la transformación digital. Un punto de partida para una nueva etapa en la era digital o, quizá, una nueva era tecnológica por su efecto disruptivo en la sociedad.
Durante milenios los humanos nos hemos reconocido como los únicos seres inteligentes sobre la Tierra –y también en el Universo–, aunque la ciencia ha demostrado diversos grados de inteligencia en muchas especies animales. La inteligencia humana es una suerte de prodigiosa combinación de instinto, conocimiento y experiencia, con evidente capacidad de pensamiento profundo y abstracto; mientras que, la inteligencia animal se fundamenta en el instinto y en la experiencia.
Durante milenios los humanos nos hemos reconocido como los únicos seres inteligentes sobre la Tierra
¿Y en qué se fundamenta la recién llegada Inteligencia Artificial (IA)?, ¿Es la IA una tercera categoría de inteligencia? La IA es «artificial» como su propio nombre indica; es el resultado de una brillante ejecución algorítmica cuyos resultados son sorprendentes y mágicos. Es una inteligencia «mecánica» carente de capacidad de pensamiento, que gestiona y combina de modo mágico la inmensidad de información que genera la especie humana, la genuinamente inteligente. Ahora bien, su desempeño es tan efectivo que es capaz de hacer muchas tareas cognitivas hasta ahora reservadas a los humanos. No piensa, pero ejecuta maravillosamente; y por ello tiene impacto directo en muchos puestos de trabajo.
La innovación tecnológica que en el pasado liberaba de tareas mecánicas, duras y tediosas y que alivió nuestra necesidad esfuerzo físico puso su foco en los sectores extractivo e industrial; pero ahora amenaza u obliga a reinterpretar el rol humano en las actividades profesionales, con particular impacto en el sector servicios de la economía, precisamente el estrato sobre el que se ha asentado el desarrollo de las clases medias y de las profesiones con estudios universitarios.
No piensa, pero ejecuta maravillosamente; y por ello tiene impacto directo en muchos puestos de trabajo
Tanto empleados como estudiantes comienzan a cuestionarse cuáles son los empleos del futuro y los empleos sin futuro y, también, qué valor se debe otorgar a los conocimientos que adquieren durante su proceso formativo.
Las aplicaciones de Inteligencia Artificial están alentando la reconfiguración de los conocimientos, competencias y habilidades que se demandan en el mercado laboral. La buena noticia es que en muchos puestos no se precisa de un conocimiento técnico profundo de esas tecnologías sino, más bien, del entendimiento de su potencial y de una actitud receptiva y favorable del empleado para explorar sus aplicaciones y utilizar esta herramienta como «copiloto» de sus tareas profesionales. Es aquí donde radicará la preferencia entre diferentes candidatos a un empleo.
Hasta el siglo XIX la capacidad física de los trabajadores era muy valorada; en el siglo XX le tomó el relevo el conocimiento y, desde ahora y en adelante, el valor estará en la capacidad de pensamiento. PENSAR –en mayúsculas– es la quintaesencia del ser humano; pero para poder pensar también hay que saber. Si además se trata de posiciones directivas, se debe poseer habilidad de interrelación de contenidos formativos y de entendimiento de la conexión entre múltiples áreas de la gestión empresarial y de la administración. Para llegar a puestos de dirección es preciso contar con capacidad de liderazgo y ejecución, gestión de carga de trabajo, habilidades de negociación, de comunicación y comerciales, etc., y de eso no entiende la IA.
Hasta el siglo XIX la capacidad física de los trabajadores era muy valorada
La capacidad de pensar tiene mucho que ver con la curiosidad y la inquietud por aprender y tratar de comprender todo lo que acontece; y esa curiosidad muestra también una actitud para el empleo que, al menos de momento, no tiene la IA por sí misma. Ahí reside la ventaja humana en la nueva era de las máquinas inteligentes: pensamiento, actitud y capacidad para resolver problemas.
No esperemos que la IA generativa tome decisiones por nosotros; nos ayudará en el proceso con suministro de información, pero ni decidirá ni podrá pensar en la mejor solución, ni en la más conveniente, ni en la menos mala.
El vértigo tecnológico que vivimos y el impacto que tendrá en los próximos años la aplicación de la IA, aconsejan formarse y acostumbrarse a trabajar en compañía de estas máquinas como modo de potenciar las capacidades de cada empleado y de aprovecharlas para una mejor proyección profesional. En pocos años, un trabajador con habilidad para utilizar este nuevo «armamento profesional» percibirá que cuenta con un copiloto en su nave profesional y podrá batir a aquellos más dependientes de los conocimientos.
El vértigo tecnológico que vivimos y el impacto que tendrá en los próximos años la aplicación de la IA, aconsejan formarse y acostumbrarse
Así, la acelerada transformación digital y la irrupción de la IA anticipan un cambio de época, también en el ámbito formativo, que nos lleva a replantear los contenidos y herramientas con las que se forman los estudiantes, pues el tradicional modelo educativo de acumulación de conocimientos va rotando hacia un modelo que comienza a ponderar más las competencias, habilidades y la actitud que los conocimientos, como así manifiestan los empleadores.
En resumen, muchos trabajadores de los próximos años tendrán que añadir una mayor capacidad de pensamiento a sus conocimientos, competencias y habilidades humanas; pues la IA generativa es un extraordinario procesador de información, pero no puede «pensar» por sí misma –aunque lo parezca–.
- Ricardo Palomo es Decano y Catedrático en Universidad CEU San Pablo. Coordinador del Grupo de Reflexión sobre IA y Economía de Universidades CEU.