El gran trampantojo tras los datos de empleo del Gobierno
Uno de los elementos que más pueden distorsionar la confianza en una serie de datos es el introducir un elemento que los haga, históricamente, incomparables
Uno de los mayores problemas de credibilidad generados por el actual Gobierno es el de la fiabilidad de las estadísticas, no porque lo recogido en ellas no sea cierto, sino por las exclusiones que realiza y la pérdida de cualquier comparación en la serie histórica. Ya en su momento, hace alrededor de quince años, siendo ministro Jesús Caldera, el gobierno de Zapatero introdujo modificaciones en los DENO’s (Demandantes de Empleo no ocupados) y pasó a considerar los afiliados medios en la afiliación a la Seguridad Social frente a los afiliados a fin de mes, que eran los que hasta entonces se tomaban como referencia. Hubo un problema de comparación en la serie, pero ninguno tan grave como el acontecido actualmente con cambio de normativa que ha acabado con la práctica totalidad de contratos temporales obligando a convertirlos en fijos discontinuos o, en su defecto, a encadenar varios contratos indefinidos muy breves a lo largo del mes.
Como escribía hace un tiempo en El Debate, uno de los elementos que más pueden distorsionar la confianza en una serie de datos es el introducir un elemento que los haga, históricamente, incomparables. Eso es lo que sucede con el cambio legal antes comentado, introducido en la contrarreforma laboral, que acaba con los contratos temporales formalmente, obligando a su conversión en indefinidos fijos-discontinuos.
Ese cambio es perjudicial por varios motivos: en primer lugar, porque el Gobierno ha tratado de acabar artificialmente con la temporalidad, que sigue existiendo, pero bajo otro tipo de contrato. En segundo lugar, porque eso ha motivado más burocracia, derivada de las altas y bajas en afiliación en el caso de los fijos-discontinuos y por el mayor número de contratos mensuales que una misma persona puede llegar a firmar, en el caso en el que las empresas opten por contratar y despedir a través de distintos contratos indefinidos, sin convertir un temporal en un fijo-discontinuo. En tercer lugar, porque hasta ahora ni siquiera el Gobierno daba una cifra de los fijos-discontinuos que no están en su fase de actividad, más allá de una respuesta de un funcionario a una pregunta de control escrito que lo cifro en alrededor de 500.000. Nunca más han vuelto a ofrecer esta información. La UE aumentó la discrepancia entre el paro registrado y lo que considera paro real en casi un millón de personas. Fedea y BBVA Research estiman que, al menos, son 700.000 personas.
Yolanda Díaz dijo que los fijos-discontinuos que no están trabajando son 119.400 personas
Hace unas semanas, Yolanda Díaz dijo que los fijos-discontinuos que no están trabajando son 119.400 personas. Los dividió entre 64.100 personas que buscan empleo y 55.300 inactivas, muy lejos de las cifras manejadas por todo el consenso de analistas e investigadores, incluso de las que el propio ministerio dio a una pregunta escrita, basándose en una clasificación del INE que no recoge la totalidad de fijos discontinuos, al obviar los empleos que no sean el principal.
Estas cifras, como ya comentaba en otro artículo en El Debate, no se sostienen con las propias cifras del Ministerio, que tampoco arroja mucha claridad al respecto, pues de partida nos encontramos con un problema: sólo se menciona a los fijos-discontinuos, en la página once del informe, al dar relación de las clasificaciones e incluirlos dentro de los demandantes de empleo no parados. Sin embargo, nada dice al respecto en las tablas estadísticas sobre los fijos-discontinuos, no aparecen por ninguna parte.
De esa forma, podemos comprobar cómo dentro de los demandantes de empleo no parados se encuentran los demandantes no parados con relación laboral. Así, con datos de marzo, porque esta desagregación todavía no la ha publicado el ministerio para el mes de abril, son 559.740 personas, y los ocupados con relación laboral, que son 402.595.
Como digo, no se puede obtener más información desagregada, pues en el informe no aparece por ningún lado una rúbrica como fijos-discontinuos, que sí que aparecen en el anexo de contratos de paro registrado, pero no en el número que están inactivos y, por tanto, que antes engrosaban la relación de parados y ahora no.
Sí que podemos observar cómo evolucionan esos contratos fijos discontinuos en los informes mensuales sobre contratos, donde podemos constatar el gran artificio que ha invadido a los contratos indefinidos. Así, al comparar ahora con un año donde el cambio de normativa ya imperaba, se puede observar que ya no hay esos grandes incrementos que había en 2021 o 2022, donde aumentaban hasta más de un 1000 %, por el efecto artificial de cambiar normativamente temporales por fijos discontinuos.
Ahora, eliminado el efecto base, se comprueba que no aumenta el número de fijos discontinuos, sino que incluso disminuye en tasa interanual, lo que indica que, realmente, toda esa gran creación de empleo indefinido, vendido como de calidad por el Gobierno, no era tal, sino un trampantojo.
Todo ello, constituye un auténtico despropósito técnico:
- Hace perder cualquier comparación con la serie histórica, al no ofrecer un enlace de conversión o comparación que permita analizar unidades homogéneas.
- Fuerzan la conversión de temporales en indefinidos para hacer ver que se incrementa el empleo de calidad, cuando sucede lo contrario.
- En su defecto, si no obliga a un mismo trabajador a firmar varios contratos indefinidos al mes, por pocos días, con lo que el número de contratos indefinidos también se ve completamente alterado artificialmente.
- Además, de esa forma se eliminan de las listas del paro a los fijos-discontinuos en su período de inactividad.
- Y más escandaloso es que el Gobierno diga que no puede ofrecer la cifra de los que se encuentran en esa situación, cuando tiene todos los elementos de cruce necesarios para ello, ya que en afiliación a la Seguridad Social sí que los tienen que dar de baja. El cruce debería permitir obtener el dato. Y, como remate, cuando los ofrece, da unas cifras muy lejos de la credibilidad, sin explicación alguna, sin publicación.
En definitiva, el Gobierno puede jugar con los datos, puede agarrarse al barniz de los datos de corto plazo, sujetados por los endebles cimientos de un gasto público que va a tener que recortar, sobre una deuda insostenible, pero este trampantojo es lo que es, una ilusión que no se corresponde con la realidad, aunque trate de simularla.