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18 de septiembre de 2024

El catedrático Rafael Pampillón, en la redacción de El Debate.

El catedrático Rafael Pampillón, en la redacción de El DebatePaula Argüelles

Cinco economistas examinan a España (II)  Rafael Pampillón: «La pérdida de confianza en las instituciones independientes es un gran problema»

La baja productividad de la economía española es un reto que habría que resolver

Rafael Pampillón (Pontevedra, 1950) es catedrático de Economía Aplicada de la Universidad CEU San Pablo y profesor en IE Business School, en donde ha sido reconocido en varias ocasiones como mejor profesor, y es autor de innumerables artículos y varios libros. Aprovechando su amplia experiencia, le preguntamos por su visión actual de la economía española y sus perspectivas.

–¿Cómo ve la economía española y mundial y cómo espera que evolucione en los próximos meses y a lo largo del año?

–España terminará 2024 con un crecimiento económico del 2,5 %, mientras que la media de la zona euro será del 0,7 %. Los pronósticos apuntan a que España crecerá en 2025 un 2 % y la eurozona un 1,5 %. Alemania sigue estancada (0,1 % en 2024). 2025 puede ser un año con algunas incertidumbres; en parte, por las elecciones en Estados Unidos de noviembre de 2024, los conflictos en Ucrania y Oriente Medio, así como los tipos de interés. La buena noticia es que los tipos, aunque siguen muy elevados, están bajando. Coyunturalmente, las huelgas en los ferrocarriles canadienses y en los puertos de la India, unidas al cierre del Canal de Suez, podrían agravar los problemas en las cadenas de suministro.

2025 puede ser un año con algunas incertidumbres, por las elecciones en Estados Unidos de noviembre de 2024, los conflictos en Ucrania y Oriente Medio, y los tipos de interés

Hay, además, razones para un cierto optimismo, pues las políticas monetarias se irán relajando. Esto tendrá las siguientes consecuencias: se podrán comprar más inmuebles porque los intereses de las hipotecas irán bajando, los costes financieros para los gobiernos se reducirán, y los créditos para las empresas serán más baratos. También porque la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) elevó, en agosto, sus previsiones de crecimiento global a un 3,1 % para este año, frente al 2,9 % que había proyectado en febrero. Se espera que Estados Unidos y algunas economías emergentes ayuden a elevar el crecimiento, aunque en Europa varios países experimentarán un estancamiento (Francia, Alemania e Italia). La OCDE estima, además, que la inflación estará controlada a mitad de 2025, alcanzándose el objetivo de los bancos centrales de cada país.

Lo que sí se ve con claridad es que, en 2025, la inflación seguirá bajando paulatinamente. A partir de julio del año que viene, España habrá alcanzado el objetivo del BCE: el 2 %. Además, en caso de recesión económica, los bancos centrales tienen margen para bajar los tipos de interés. En Estados Unidos, la Reserva Federal puede recortar más los tipos.

–¿Cuáles considera las principales amenazas para la economía europea y la economía española? ¿Cuáles cree que deberían acometerse con mayor celeridad y cómo?

–Europa necesita urgentemente reducir la brecha de productividad con Estados Unidos, o correrá el riesgo de mantener un crecimiento muy lento a medio y largo plazo. Tanto las economías de Noruega, Suecia y Dinamarca (que no forman parte del euro) como la propia Eurozona están yendo muy por detrás de EEUU. ¿Por qué? Por su menor crecimiento de la productividad.

La productividad en la Eurozona ha subido un 20 %; en Estados Unidos se ha disparado un 60 %

Desde el año 2000, la productividad, medida como producción real por hora trabajada, ha aumentado en la Eurozona un 20 % y en Suecia un 35 %. En cambio, en EE.UU. se ha disparado un 60 %.

Las mejoras en la productividad en Europa son urgentes si se quiere mantener los altos niveles salariales y el crecimiento de la economía. Desgraciadamente, desde la crisis financiera global de 2008, ni la Zona Euro ni los países escandinavos han sido capaces de aplicar las políticas económicas necesarias para aumentar más rápidamente la productividad.

Y junto con la política tecnológica que impulse la productividad a través de la innovación especialmente en el campo de la inteligencia artificial (IA), se deben aplica otras políticas. Se debe garantizar la estabilidad macroeconómica y mejorar las perspectivas de crecimiento y del empleo a medio plazo. La política monetaria debe seguir siendo prudente, con margen para reducir los tipos de interés a medida que la inflación disminuya. La política fiscal tiene que abordar las crecientes presiones sobre la sostenibilidad de la deuda.

–¿Y España?

–Quizá el mejor ejemplo de baja productividad sea España. Nuestro país gasta en I+D el 1,44 % del Producto Interior Bruto (PIB), frente al 1,41 % del año 2021, un porcentaje muy alejado del de otras economías desarrolladas. Algunos ejemplos: Francia (2,2 %), Gran Bretaña (2,9 %), Estados Unidos (3,5 %), Finlandia (3 %), Alemania (3,1 %), Japón (3,3 %), Suecia (3,4 %) y Corea del Sur (4,9 %). De media, los Estados miembros de la OCDE dedican a esta partida el 2,7 % del PIB (casi el doble que España). También el gasto de España es menor que el gasto de China (2,4 %), Portugal (1,7 %) o Israel (5,6 %).

España es quizá el mejor ejemplo de baja productividad en Europa

Además, la baja productividad está provocada también por la falta de capital físico y humano. Una de las áreas de mejora es la formación profesional. Hay un importante porcentaje de personas de más de 30 años que no ha terminado la enseñanza obligatoria. Eso hace que la productividad sea muy baja, y esté motivada también, en parte, por la desindustrialización. Productividad e industrialización van de la mano. La productividad de la industria se sitúa muy por encima de la media nacional.

– ¿Qué índices, datos o medidas anunciadas sobre la economía española le parecen más preocupantes, qué consecuencias pueden tener si evolucionan mal y cómo deberían corregirse, por qué y qué consecuencias positivas tendría hacerlo?

–Cito, telegráficamente, los principales problemas de España: el desempleo sigue siendo muy alto; 8 de cada 10 empresas españolas percibe que hay escasez de mano de obra, lo que impide que se cubran las vacantes; el mercado inmobiliario está demasiado intervenido, y, en consecuencia, hay poca oferta y mucha demanda; la pérdida de confianza en las instituciones independientes; desgraciadamente, estas instituciones son cada vez más colonizadas por el Gobierno; el aumento de las desigualdades; la elevada deuda pública.

El mercado inmobiliario está demasiado intervenido, y, en consecuencia, hay poca oferta y mucha demanda

–¿Qué reformas piensa que deberían llevarse a cabo con mayor urgencia en España, por qué y cómo?

–Se deben hacer esfuerzos, por parte de la Administración y de las empresas, para adoptar reformas que aumenten la productividad. En este sentido, es necesario: mejorar la cualificación de los trabajadores mediante planes de formación continua. Por otro lado, no debemos olvidar a los parados. Las Administraciones deben implicarlos en los programas de cualificación del Sepe; apostar por un tejido empresarial más industrial, pues este sector goza de productividades más altas que el sector servicios, el predominante en España; moderar el crecimiento de los salarios a corto plazo, pero con la vista puesta en un crecimiento sostenido en el medio plazo, sin que ello implique subidas de precios. En este sentido, se hace imprescindible mejorar la productividad de las empresas a través de la inversión en I+D+i; aumentar el tamaño de las empresas. Favorecer a las compañías medianas y grandes con independencia de su sector. El primer paso puede ser contar con incentivos fiscales y apoyos a la financiación, para que las pequeñas empresas den el salto y aumenten su tamaño.

Hay que saber aprovechar los fondos europeos

Para apoyar estas medidas hay que saber aprovechar los fondos europeos. Hasta 2026 todavía quedan por llegar a España 32.500 millones de euros de los fondos Next Generation. Hasta ahora, el montante total de subvenciones para España, en la primera fase del Plan de Recuperación, asciende a 69.500 millones. España ha recibido ya de la Comisión Europea 37.000 millones. Al menos, esa es la información de la web puesta en marcha por el Gobierno de España, que recoge todas las convocatorias. A estos 69.500 millones, se le sumarán, a través de la Adenda, 10.300 millones adicionales en subvenciones y hasta 83.200 millones en préstamos. Precisamente la Adenda concentrará las inversiones y reformas en la industrialización y la autonomía estratégica en los siguientes ámbitos: energía, sector agroalimentario, industria, tecnología y digitalización. Se trata de reforzar las inversiones de los doce PERTE (Proyectos Estratégicos para la Recuperación y Transformación Económica). Son proyectos ya aprobados y en marcha. Resumiendo, y en palabras de Ortega y Gasset, se podría afirmar que España es el problema y Europa la solución.

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