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19 de septiembre de 2024

José María Rotellar

Las luces y sombras del informe Draghi sobre las debilidades de Europa

En el informe se dice que hay que mejorar la productividad no ya porque sea algo positivo para la economía, sino porque es imprescindible para mantener la financiación del modelo social

Actualizada 08:24

Hace unos días, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, y el expresidente del BCE y ex primer ministro italiano, Mario Draghi, presentaron un informe realizado por este último, informe que ha pasado a conocerse, coloquialmente, como el informe Draghi, donde se pretende analizar la razón del decaimiento económico de la Unión Europea, sus causas y posibles soluciones.

Draghi es un economista de reconocido prestigio, que ha dirigido el BCE y que gobernó en Italia ante la parálisis acontecida en dicho país, que volvió a buscar, como hace más de diez años, un tecnócrata que pudiese enderezar la situación italiana. Con el informe, se pretende lo mismo: que un importante técnico dé las claves con las que poder recuperar la economía europea.

Sin embargo, el informe tiene luces y sombras, siendo las sombras muy preocupantes, pues en lugar de contribuir a mejorar la situación pueden empeorarla, ya que las soluciones propuestas no van en la buena dirección o, al menos, una gran parte de ellas no lo hacen.

Así, el informe tiene de bueno el reflejo que hace de la inmensa burocracia europea y de las debilidades de la economía europea: señala la excesiva burocracia, la dependencia energética y la debilidad de la industria europea, que se queda rezagada respecto del resto de competidores. Todo ello es cierto y debe ser tenido en cuenta para buscar las soluciones que nos saquen de esa situación.

Este diagnóstico es acertado, pero cuando empezamos a profundizar aparecen los primeros síntomas de que las propuestas no van a ir por el buen camino. Dice Draghi que la productividad europea es baja y que se está quedando rezagada respecto de China y Estados Unidos, y que hay que tomar medidas para corregir esa situación.

Sin embargo, en el informe se dice que hay que mejorar la productividad no ya porque sea algo positivo para la economía, sino porque es imprescindible para mantener la financiación del modelo social. Es decir, hay que crecer para financiar el gasto, no para mejorar la frontera de posibilidades de producción que nos permitan reducir ese gasto, que sería lo que toda economía desarrollada debería buscar.

No hay ambición de reducir la dependencia del gasto social, sino de mantenerlo y lograr la financiación para el mismo

Esto, sin duda, constituye un primer error, porque no hay ambición de reducir la dependencia del gasto social, sino de mantenerlo y lograr la financiación para el mismo. Hay que aspirar a que el gasto social sea cada vez menos necesario gracias a que toda la sociedad prospere, no a que hay que mantener ese gasto social incrementando impuestos y recursos sin verdaderos aumentos de la prosperidad, porque será el camino más directo para ahuyentar inversiones.

El segundo problema viene dado por la iniciativa para aumentar el crecimiento se fija en el sector privado, sino que quiere lanzar un nuevo Plan Marshall europeo, pero triplicado en sus recursos, con un dinero que Europa no tiene, es decir, que sus contribuyentes no tienen. Habla de 800.000 millones y para poder financiarlos en parte propone que se renueve deuda del BCE por valor de 350.000 millones de euros, porque el pago de intereses y principal deja un escaso margen de actuación presupuestaria europeo en los próximos años.

Esto es un grave error. Probablemente, ya lo fue el movilizar esa deuda comunitaria y cerrar todas las actividades económicas como nunca antes se había hecho, pero esas consecuencias generadas por el endeudamiento hay que afrontarlas y pagarlas, sin incrementar la deuda. Lo que propone Draghi es seguir anestesiados con el gasto público, a costa de unos contribuyentes que no pueden dar más de sí.

En tercer lugar, debería hacer más hincapié en la colaboración público-privada para aliviar el presupuesto de la UE y para lograr un mayor efecto tractor en la economía, al ser el sector privado mucho más eficiente que el público.

Quiere construir campeones nacionales y que las leyes de concentración no impidan el desarrollo de grandes empresas

Por otra parte, quiere construir campeones nacionales y que las leyes de concentración no impidan el desarrollo de grandes empresas, de las que Europa tiene pocas. Todo ello parece querer hacerlo a base de una especie de proteccionismo a dichas empresas que no parece la mejor solución, ya que deberían lograrlo compitiendo en el mercado.

Draghi copia soluciones equivocadas de China y Estados Unidos, tremendamente proteccionistas y financiadores de empresas nacionales para que compitan en ventaja con las extranjeras y no copia el abandono de políticas que están atenazando a la UE, como un excesivo celo en los requisitos para vender productos agrícolas por parte de las empresas europeas o el fundamentalismo medioambiental, que es el que nos hace ser dependientes de la energía externa.

Draghi se basa en alargar el artificio de un bienestar inexistente con un eterno gasto público a costa de más impuestos a los ciudadanos, tanto impuestos en sí mismos como deuda (impuestos diferidos en el tiempo). Hace un buen diagnóstico del problema, pero en lugar de proponer ideas para solucionarlo, propone más deuda e intervencionismo para camuflarlo y alargar la agonía de la economía europea. No es el camino adecuado, sino sensatez, libertad económica, disminución del gasto público y rebaja de costes, empezando por los impuestos, que permitan obtener ganancias de productividad a la economía europea, con las que sostenerse por sí misma, no por el artificio de la deuda pública.

  • José María Rotellar es profesor de Economía y director del Observatorio Económico de la UFV
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