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José María Rotellar

El centro-derecha debe exponer sin complejos la superioridad de sus principios económicos

La experiencia muestra que las recetas liberal-conservadoras procuran mejores resultados en términos de prosperidad

Actualizada 04:30

Aunque la anestesia del gasto público proporcione un barniz que le permite al Gobierno esconder la realidad económica, lo cierto es que Sánchez está causando un daño estructural a la economía tremendo al aplicar una política económica que no es la que necesita la economía y que genera inestabilidad, desconfianza e incertidumbre.

Por eso, es muy importante que el centro-derecha ofrezca una política económica diferente a la política económica socialdemócrata, una política económica de ideas, valores y principios propios. La opción liberal-conservadora no puede aspirar a ser «el socialismo que funciona», sino que debe ofrecer –y aplicar cuando gobierne– una política económica liberal-conservadora.

No puede conformarse con entrar en el juego de la subasta electoral de prometer más y más gasto público, porque eso significa más y más impuestos. No puede agarrarse a que será eficaz gestionando el presupuesto, sino que debe ser eficiente en ello, hacer más por menos, de manera que le permita bajar impuestos.

No puede, tampoco, caer en la trampa de centrarse sólo en las rentas bajas, como hace la izquierda, repartiendo subvenciones sin criterio, porque el resto de la sociedad también sufre la crisis, especialmente las clases medias. Ha de ocuparse de todos, por supuesto, y en primer lugar, de las rentas bajas, pero del resto, también, porque la subida de la luz, por ejemplo, afecta a todos, y, para ello, lo mejor es bajar los impuestos sangrantes, solicitando las autorizaciones necesarias a la UE, pero bajándolos.

No puede pretender competir con el comunismo rancio en medidas que pueden provocar una merma no sólo de la producción, sino también de la productividad. Díaz quiere reducir la jornada laboral y eso es un gravísimo error. El PP puede tratar de que empresas y trabajadores, allí donde sea posible y se constate que es productivo, lleguen a acuerdos para ser flexibles, entendiendo que la flexibilidad ha de ser por ambas partes si las necesidades del trabajo así lo requieren. Esa propuesta ha de ir por la vía de la productividad, porque la vía de Díaz sólo lleva al empobrecimiento.

El centro-derecha liberal-conservador no puede basar todo el discurso en populismo electoral, propio del socialismo, que puede servir para etapas especiales, como la vivida con la pandemia, pero que tiene un recorrido muy corto, pues no sirve para gestionar seriamente, con rigor y con fundamento, que garanticen un largo recorrido. No puede competir con los socialistas en incrementar el presupuesto, aunque trate de dar una de cal y otra de arena bajando impuestos simultáneamente. No puede, en definitiva, competir con la izquierda por ver «quién es el verdadero socialdemócrata».

No se trata de que gane la opción del centro-derecha, sino de que gane para aplicar la política liberal-conservadora, que la experiencia muestra que es la que mejores resultados procura. Si la opción del centro-derecha se equivoca y trata de competir en socialdemocracia y populismo con la izquierda, no ganará, y España necesita que Pedro Sánchez sea derrotado en las próximas elecciones, ya sean éstas en un año o dentro de tres tras una legislatura completa. El centro-derecha debe ir sin complejos, debe exponer la superioridad de sus principios frente a los de la izquierda, porque la experiencia muestra que las recetas liberal-conservadoras procuran mejores resultados en términos de prosperidad. Hay una mayoría silenciosa de ciudadanos que trabaja duro, que quiere valerse por sí misma, que se esfuerza y sacrifica para prosperar, y, con su prosperidad, lograr la de toda la sociedad. Esos son los valores sobre los que se asienta el liberalismo y tiene a la mayoría de sus ciudadanos a su lado. Debe ilusionar a esos ciudadanos, que son mayoría, tal y como hizo en 1996, con un proyecto reformista, no con una continuidad socialdemócrata bien gestionada. Los ciudadanos lo están deseando, lo están esperando; no quieren más socialdemocracia, sino más prosperidad y libertad económica. No vale competir en socialdemocracia, no sirve. Debe ser otra política, la liberal-conservadora, que es la que la experiencia demuestra que genera prosperidad y riqueza, aquella política que sea la bandera del centro-derecha liberal-conservador.

Confiemos en que el centro-derecha sea consciente de ello, no caiga en complejos frente a la izquierda y el populismo de cualquier signo y así lo haga.

  • José María Rotellar es profesor de Economía y director del Observatorio Económico de la UFV
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