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Rafael Pampillón es catedrático de Economía Aplicada y autor del libro Cuando los votantes pierden la paciencia.

El catedrático Rafael Pampillón no ve claro el panorama de la economía española.Paula Argüelles

Rafael Pampillón: «La economía española crece en cantidad, no en calidad»

El catedrático alude al drama de un sistema de pensiones quebrado y a un problema de vivienda importante y mal enfocado

Rafael Pampillón (Pontevedra, 1950) es catedrático de Economía Aplicada de la Universidad San Pablo CEU y uno de los profesores más prestigiosos del IE Business School desde hace muchos años. Aprovechamos el inicio del año para preguntarle sobre la sit-uación actual de la economía española, europea y mundial, y conocer sus perspectivas.

— Todo el mundo está pendiente de Trump.

— Sí. Las medidas que está anunciando son poco halagüeñas. La deportación de 10-12 millones de migrantes sin papeles implica a personas que están trabajando en Estados Unidos. Si además pone freno a la entrada… Las economías activas necesitan gente, porque los hay que se jubilan, otros que se van, y hace falta que entren otros para desarrollar trabajos de baja productividad, que son los que desempeña este tipo de mano de obra, de baja cualificación. Si esta gente desaparece del mercado laboral, se reduce esa oferta de trabajadores, lo cual hace subir los salarios, y eso es más inflacionario. Lógicamente, esa mayor inflación va a repercutir negativamente en Estados Unidos, porque la Reserva Federal va a subir los tipos de interés. Aparte de esto, si Trump baja los impuestos como ha dicho, el impuesto de la renta y el de sociedades, que ya lo bajó él del 30 % al 21 %, y ahora lo quiere bajar del 21 % al 15 %, eso es más demanda de inversión, más demanda de consumo, más inflación también por esa vía. Luego están los aranceles, en los que hay una gran discusión sobre si los va a subir o sencillamente los va a utilizar como arma negociadora frente a México y Canadá, por decir lo más próximo a Estados Unidos, para que no entre el fentanilo, para que no entren empresas en México y en Canadá que puedan aprovecharse del Tratado de Libre Comercio, empresas europeas o chinas que se instalen allí, y luego, sobre todo, para que no entren migrantes. Son las dos fronteras que tiene Estados Unidos. Entonces, si usted es bueno, se porta bien y no deja que entre el fentanilo de Canadá y México, no deja entrar migrantes ni que se instalen empresas que puedan venderle a Estados Unidos, no voy a subirle los aranceles. Y en Europa igual. España tiene una ventaja, y es que tiene un déficit comercial con Estados Unidos. Somos de los pocos países europeos que lo tienen. Compramos mucho petróleo, mucho gas. Y, como lo que quiere Trump es que se reduzca el déficit comercial, está obseso con eso, España tiene ventaja: puede negociar.

España posee una ventaja en la nueva etapa de EEUU con Trump: tenemos déficit comercial con ellos, y eso nos permitirá negociar

— Además de en lo que comenta, ¿cómo va a verse afectada nuestra economía?

— A nosotros lo que va a afectarnos es la subida de impuestos en España. A partir del 1 de enero vamos a pagar más en cotizaciones sociales por la subida prevista del MEI, el mecanismo de equidad intergeneracional. Van a subir las cotizaciones sociales a las empresas. En el 23 subieron un 0,6, en el 24 un 0,7 y el año que viene un 0,8. Los impuestos, que ya han subido al 2 % recientemente, van a volver a subirlos. El IVA de la electricidad va a subir al 21 %. El problema en España es el mordisco fiscal que vamos a recibir, también por no deflactar las tarifas. Se suben los salarios, pero también el IRPF, con lo cual la recaudación en España, que aumentó mucho este año, va a subir el año que viene también. Toda esta subida de IVA que se produce a partir del 1 de enero, no deflactar el IRPF y las mayores cotizaciones sociales, van a suponer mayores ingresos para el Estado que vienen de las empresas y de las familias. Eso es lo más preocupante para España. En cuanto a cómo nos va a afectar por el lado internacional, si China de alguna manera toma represalias contra Europa porque le hemos subido los impuestos a los coches y a productos chinos, Alemania seguirá sin poder vender mucho más a China. Alemania está en recesión. Es la segunda fuente de ingresos para España, por lo que le vendemos de exportaciones y turismo. Estamos pendientes de las elecciones de finales de febrero. La coalición que salga de esas elecciones, que me imagino que será una vuelta a la alianza de los socialistas con la Democracia Cristiana, veremos si son capaces, con 2/3 de los votos en el Parlamento alemán, de cambiar la Constitución para que pueda aumentar el gasto público. Sus carreteras, autopistas, los aeropuertos, los trenes, las vías férreas, están muy dejadas de la mano de Dios. Si Alemania, que es la primera potencia económica, no vende Mercedes Benz en China, no vende Volkswagen… Es un mercado muy importante para Alemania. Si China no despega, y además toma represalias contra nosotros, no es un buen panorama.

El problema en España es el mordisco fiscal que vamos a recibir

— Y luego está Francia, otro gran problema en Europa.

— Es el segundo gran problema. Francia al menos tiene crecimientos del 0,8 %. No es mucho al lado del 3 % de España, pero es que Alemania tiene crecimientos negativos. Hay la esperanza de ver qué pasa en las elecciones de febrero y comprobar si las políticas que se van a tomar en Alemania son las adecuadas, pero tiene un problema estructural. Francia también, porque tiene un gobierno inestable. Macron no sabe pactar unos presupuestos. El mercado laboral, al menos, ha ido aceptando la subida de la edad de jubilación de los 62 a los 64 años. Es de risa, pero ha sentado muy mal a los franceses. Europa tiene un problema muy grave. Está estancada, y España, si Europa no despega... Exportamos más de la mitad de nuestros bienes, un 60-70% a Europa. Si está enferma, no nos compra. Ya están cayendo nuestras exportaciones de bienes. Estamos vendiendo más servicios, no solo turismo; todo lo que tiene que ver con la auditoría, consultoría, con nuestras empresas de ingeniería, que son muy potentes y que venden proyectos en Europa y en el mundo, servicios sanitarios… Las escuelas de negocios, que tienen muchos extranjeros, son exportaciones de servicios educativos. Madrid tiene 20 universidades a las que vienen extranjeros.

Europa está estancada, y ese es un problema grave para España. Les destinamos el 60-70 % de nuestras exportaciones

— El Gobierno dice que la economía española va muy bien. Muchos economistas dicen que no va tan bien. ¿A quién creemos?

— Es muy complejo. Lo primero que tenemos que decir es que ese 3-3,2 % que crecemos es en cantidad, no en calidad. Crecemos porque cada año entran 500.000 inmigrantes. La población española no crece. El crecimiento poblacional que se ha producido en los últimos cuatro años, de unos 46 millones que éramos a 49 millones que somos, es de población extranjera, y esa población extranjera que viene a España demanda bienes de consumo y vivienda. Hay que acoger a familias de migrantes crecientes que vienen cada año. Pero esa mano de obra es una mano de obra de baja productividad. Hace que la economía crezca, pero es un crecimiento en cantidad, porque van a sectores de servicio doméstico, agricultura, construcción, hostelería… Toda esa mano de obra empuja el PIB hacia arriba, pero claro, cuando divides ese PIB con su crecimiento por el número de habitantes, la renta per cápita se mantiene muy por debajo de la media europea; cuando divides el PIB por las horas trabajadas o por los trabajadores, cualquiera de los elementos de productividad, estamos veinte puntos por debajo de la media europea. Eso no puede sostenerse mucho tiempo.

Cuando se divide el crecimiento del PIB por cualquiera de los elementos de productividad, estamos veinte puntos por debajo de la media europea. Eso no puede sostenerse mucho tiempo

— El crecimiento de la población tiene efecto además en la vivienda.

— Claro, porque esa población va además a trabajar donde hay más tensión en el mercado inmobiliario. En Madrid, Barcelona, Valencia, Baleares y Málaga la demanda de vivienda crece a unos ritmos espectaculares. Y entonces, como es tan lento el proceso de fabricar suelo para construir, los trámites burocráticos son tan largos y luego no hay un marco legal claro y estable que haga que las empresas quieran construir… Si te topan los alquileres, si hay un control sobre las rentas de alquiler, los propietarios no quieren alquilar, con lo cual se reduce la oferta. La gente tiene dinero para consumir, pero no para comprar vivienda. La gente joven, los millennials, van a recibir, afortunadamente para ellos, casas de sus padres, porque van a heredar lo que sus padres tienen. Pero nosotros, los babyboomers, los que hemos nacido entre el año 50 y el año 90, en esos 40 años en los que hemos tenido muchas oportunidades, que hemos entrado en Europa, que hemos vivido desde el principio la apertura de la economía española gracias al Plan de Estabilización, al desarrollo económico, la entrada en la Unión Europea, en el euro… Hemos tenido muchas oportunidades, hemos tenido salarios que nos han permitido comprar casas, pero esta gente no. Los millennials lo tienen difícil, y entonces se lo gastan. Si en vez de pensar en ahorrar para la pensión, para la que no voy a tener muchas posibilidades, porque las cohortes que están ahora entre los 25 y 35 años, son un 35 % inferior a los que tienen entre 45 y 55 años y no van a poder pagar la pensión de esos que se van a jubilar dentro de diez años, lo que haces es gastar: viajan y tienen otro concepto de la vida distinto al que hemos recibido los baby boomers, que hemos sabido ahorrar porque nuestros padres han ahorrado. Son de una generación que tuvo muchas complicaciones por la guerra civil, por dificultades de la posguerra. Nos han enseñado a ahorrar, a trabajar, a viajar mucho menos, a consumir menos. En definitiva, que sí, que la gente se gasta el dinero. Incluso diríamos que esos baby boomers también se lo gastan porque han podido ahorrar y tienen casa, y esa casa les da una seguridad económica. Han podido ahorrar y también pueden gastar. No me extraña que se llenen los restaurantes, pero veo muy difícil que mis hijos puedan comprarse una casa.

No me extraña que se llenen los restaurantes, pero veo muy difícil que mis hijos puedan comprarse una casa

— La subida de impuestos no parece que vaya a favorecer la creación de empleo en España.

— Las cotizaciones sociales son un impuesto sobre el trabajo, y la teoría económica dice que un impuesto sobre el trabajo genera desempleo. Si los empresarios tienen que pagar más cotizaciones sociales cada año, algunos se quedarán por el camino o se sumergirán en la economía sumergida, donde no hay recaudación fiscal. Llega un momento en el que uno hace sus números y piensa que le compensa no estar en la economía legal, porque la situación es mucho más costosa. Está más que demostrado que la tendencia a sumergirse aumenta a medida que suben los impuestos a las empresas y a las familias.

La teoría económica dice que los impuestos sobre el trabajo generan desempleo, y aquí siguen creciendo

— ¿Cumpliremos las reglas de deuda y déficit que nos pide Europa?

—Puede que sí. La deuda pública crece, pero el PIB también lo hace, de modo que va reduciéndose la ratio de deuda sobre PIB. De hecho, tenemos ya menos deuda pública sobre el PIB que Francia. La deuda pública crece, pero no tanto, porque el déficit público, que es lo que hay que financiar con deuda, lo tenemos en el 3 %. Estamos cumpliendo con el criterio, a costa de no deflactar las tarifas, de subir ahora el IVA a partir del 1 de enero de los alimentos, de las pastas y de los aceites de girasol, suben las cotizaciones sociales… Lo más dramático es que el sistema de pensiones está quebrado. No se le ve futuro. Ahora, a corto plazo, fenomenal, porque, como tenemos ingresos, podemos pagar las pensiones. Pero claro, habrá un momento en el que la gota haga desbordar el vaso. Habrá un momento, que no sabemos cuándo será, en que toda esta política recaudatoria y fiscal genere una situación difícil. Mientras entren migrantes y esto no genere unas tensiones sociales de revolución... Porque claro, llega un momento que tú vas metiendo migrantes y migrantes, cada año 500.000, y lógicamente esto sube la ocupación. El empleo sube en alrededor de 300.000-400.000 al año, y llega un momento en el que puede tensionar el sistema sanitario o el educativo. Lo tensiona porque hay más gente que quiere recibir prestaciones médicas y educativas, pero puede ser que, lógicamente, como el gasto público tampoco puede crecer en demasía, puede provocar una situación complicada, pero no lo veo yo en el año 2025.

Lo más dramático es que el sistema de pensiones está quebrado. No se le ve futuro

— Los inmigrantes tienen tan claro que quieren venir que están dispuestos a vivir en habitaciones.

— Por ejemplo, en Madrid tenemos ese efecto aspirador de gente de otras ciudades de España. Un jubilado que tiene un patrimonio se compra una casa en Madrid porque su hijo viene a estudiar aquí. La población universitaria en Madrid atrae 350.000 estudiantes. Hay algunos que salen de la universidad y se van fuera, pero otros querrán comprar casa, otros querrán comprar una habitación. El sistema de las habitaciones es una novedad. Aquí nunca se había alquilado por habitaciones, pero ahora es lo normal. Tienes que convivir con otras personas con un cuarto de baño, una cocina… Los alquileres han subido lo que no está en los escritos, porque no hay seguridad jurídica de que mañana no te toquen los alquileres. El INE va a sacar un IPC para los alquileres. Siempre fastidiando o perjudicando a los caseros. En lo marginal, como decimos los economistas, habrá caseros que no les interese, o habrá extranjeros que no les interese promocionar viviendas para alquilar. Habrá constructoras o inmobiliarias que no estén dispuestas a comprar suelo para construir porque no hay seguridad de que te van a subir los alquileres, al menos, con el IPC. Es un problema de oferta. No es de precios. No se soluciona con precios máximos. Se soluciona con más oferta, y para eso hay que facilitar la vida a los constructores. En España no se ha solucionado ni un problema con una empresa pública, y menos aún con una empresa pública de vivienda. Repsol, Iberia o Telefónica eran empresas públicas. ¿Dónde estarían ahora si hubieran seguido siendo propiedad del Estado, gestionadas con criterios políticos y poniendo en los consejos de administración a gente de su cuerda? Serían unas empresas mucho más pequeñas y no pagarían tantos impuestos porque no tendrían tantos beneficios. No tendrían tantos trabajadores, tanto empleo, no hubieran salido tanto al ámbito internacional… Una empresa pública de vivienda no es la solución al problema. La solución es dar a los constructores, a los promotores, un marco claro, justo, que les permita construir. El precio de las materias primas ha subido: del hormigón, del cemento, de los sanitarios. Se ha doblado en los últimos cuatro años. El suelo disponible no está. No hay tampoco, en el tema de la vivienda, trabajo barato como había antes. Los salarios han subido, y eso ha repercutido también en el coste de producir viviendas.

El problema de la vivienda es de oferta, y no va a solucionarse con una empresa pública. Las empresas públicas nunca han solucionado nada en España.

— ¿Pueden estar tranquilos los españoles con la inflación, con la subida del precio de la cesta de la compra?

— No. Los últimos datos que tenemos son un poco inquietantes. En el mes de noviembre, el índice de precios industriales, que ha salido recientemente, vemos cómo la energía se ha disparado. El precio del gas en noviembre ha subido un 52 %. También porque ha habido menos viento. La eólica ha producido mucho menos; Ascó 1 y Ascó 2, las dos nucleares, están ahora en un proceso de mantenimiento para realimentar las centrales nucleares; los días duran menos, con lo cual hay menos sol, y luego el tirón que ha pegado la demanda por el frío, porque estamos en un invierno mucho más frío que otros años. Es importante que el ahorro vaya de alguna manera indiciado con la inflación, porque si no la gente va a perder poder en su patrimonio. No veo que la inflación esté muy dominada, y menos con las políticas de Trump, que son superinflacionistas. Esa inflación la estamos sufriendo ya con una depreciación del euro. Llevamos ya varios meses en los que lo que nos llega en dólares, que es el petróleo y el gas de Estados Unidos, por ejemplo, al pasarlo a euros aumenta el precio en euros, porque el dólar está apreciado y el euro depreciado, y eso es importación de inflación. Estamos aumentando nuestros precios vía importaciones. No creo ni que la Reserva Federal vaya a bajar mucho más los tipos, ni que en Europa tengamos la inflación dominada, al menos con los datos que estamos teniendo, de precios de la energía, de precios de bienes importados... Podemos llevarnos un susto.

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