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Trump Von der Leyen

Trump y Von der Leyen

Las tres (malas) opciones de Bruselas ante los aranceles de Trump

Muchas compañías españolas se han anticipado en los dos últimos años al regreso del republicano traspasando producción a EE.UU.

El segundo mandato de Donald Trump, y su órdago de imponer fuertes aranceles al resto del mundo, Europa incluida, coge a la Comisión Europea con una mala mano, y tan solo un par de ases bajo la manga. «Si no fabricas tus productos en EE.UU., tendrás aranceles», insistió el republicano en su intervención en el Foro de Davos.

Una amenaza que algunos, como el economista jefe de Tressis, Daniel Lacalle, ven más una estrategia para forzar una negociación que una amenaza real. Algo que el propio Trump está dejando entrever, al afirmar, este fin de semana, que «preferiría» evitar imponer aranceles a China, su principal 'enemigo' comercial.

«Muchas empresas españolas, anticipándose a lo que podría pasar, desde hace dos años han ido constituyendo filiales propias para fabricar en Estados Unidos», afirma a El Debate Belén Palao, del bufete BLN Palao Abogados, especializado en comercio exterior y aduanas. Las empresas que producen para Estados Unidos «se van a ver impactadas, como pasó en su momento con la aceituna negra tras las ayudas a Airbus», anticipa Palao.

La aceituna negra ya fue objeto de su primera oleada de restricciones arancelarias, con una tarifa que no derogó Biden y que ha supuesto para el sector más de 230 millones de euros desde 2018. «Habrá, en cualquier caso, grandes diferencias en función de los sectores», considera Palao. Estados Unidos es el sexto país para las exportaciones españolas, con unos 18.900 millones de euros anuales, según el Icex. Destacan sectores como los bienes de equipo o las semimanufacturas, además de la alimentación.

Según AMR Amro, la economía europea puede ver recortado su crecimiento en hasta 1,5 puntos, el equivalente a 260.000 millones de euros, aunque otras estimaciones reducen este porcentaje a un 0,3 %. Por ahora muchas empresas españolas se están tomando la amenaza muy en serio. Por un lado, están acelerando sus exportaciones a corto plazo a Estados Unidos, adelantándose a los posibles aranceles, de hasta el 10 % si Trump cumple su promesa.

Según la última Encuesta de Coyuntura del Ministerio de Economía y Comercio, el 30 % de las empresas esperan un incremento de su cartera de pedidos de exportación a Norteamérica en los próximos tres meses; mientras que el 24,2 % incrementaron sus entregas a EE.UU. y Canadá –los datos no están desagregados– en el cuatro trimestre de 2024, el mayor incremento a nivel mundial. Y, por el otro, están desembarcando en Estados Unidos para esquivar, mediante producción local, una hipotética barrera comercial.

Bruselas lleva desde mediados de 2024 preparando un plan de contingencia

Un equipo de la Comisión Europea lleva desde el año pasado preparando un plan de contingencia comunitario por si Trump llegaba a la Casa Blanca y cumple sus amenaza arancelaria. Trabajan en él funcionarios de la propia Comisión y del Servicio Exterior Europeo, con participación puntual de los países miembros. Sin embargo, hasta la fecha no ha trascendido prácticamente nada sobre una hipotética respuesta europea.

Apaciguamiento a cambio de gas

En Bruselas, por ahora, parece imperar la estrategia de esperar y ver qué medidas activa Trump cuando termine de instalarse en Washington. En paralelo, tanto Úrsula Von der Leyen como el comisario de Comercio, Maroš Šefčovič, han deslizado que podrían incrementarse las compras de gas licuado a EE.UU., una de las reclamaciones del nuevo presidente estadounidense, pese a la estrategia de descarbonización de Bruselas. «Todavía importamos energía de forma significativa a Rusia pero, ¿por qué no sustituirlo por GNL estadounidense, más barato y que reduce los precios de la energía?», afirmó Von der Leyen nada más conocerse la victoria de Trump.

Si eso no prospera «pueden pasar dos cosas», anticipa Belén Palao. «Por un lado, que entremos en una espiral de guerra comercial, como pasó con Airbus y Boeing y la aceituna negra. Con Biden se suspendieron esas medidas, y ahora con Trump se podrían retomar», considera. «En respuesta, Bruselas impuso medidas a sectores estratégicos, como el bourbon, a bienes producidos solo por empresas americanas. Pero el problema es que una guerra comercial es, al fin y al cabo, una guerra, y no nos podemos quedar con los brazos cruzados. Habrá que ver qué sectores se pueden atacar y de qué forma se les puede imponer aranceles».

¿Pueden ser las grandes tecnológicas americanas, como Google, Amazon, X o Meta, instaladas en territorio europeo, víctimas de una posible escalada comercial? «El impuesto sobre las tecnológicas ya causó en su momento tensión entre EEUU y Europa», recuerda Belén Palao. Bruselas finalmente decidió, en 2021, desestimar su aplicación y, en lugar de ello, acogerse al sistema presentado por el G20, que establece unos impuestos corporativos del 15 %, siguiendo la recomendación de la OCDE. Un pacto que, no obstante, Trump ha decidido romper en su primer día al frente del Ejecutivo norteamericano.

Sin embargo, eso no deja el camino expedito para poder aplicar recargos específicos a estas compañías. «En Europa no podemos seleccionar, porque en Europa tenemos libre circulación de personas y capitales. Si esas empresas tienen sede fiscal en Europa, se les debe tratar exactamente igual que a una Europea. Y una tecnológica no es algo tan físico como un arancel, que se paga cuando cruza la frontera. Es más difícil que se puedan tomar medidas con las tecnológicas. La respuesta debe ser vía arancel. Y ya veremos a ver qué pasa», remata Palao.

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