
El presidente de Cepyme, Gerardo Cuerva (i), y el presidente de la CEOE, Antonio Garamendi (d).
El conflicto entre Cuerva y Garamendi resquebraja la patronal tras dos años de desencuentros
El cisma no podría llegar en peor momento. En plena polémica por el incremento del SMI, con la reducción de la jornada laboral a punto de entrar en tramitación parlamentaria y con sindicatos y Trabajo pidiendo ya el blindaje del despido, los empresarios no se explican la imagen que está ofreciendo la patronal con un asunto tan insustancial como este. «Si se hubiera anunciado una candidatura de unidad, nada de esto hubiera pasado. No lo entendemos», señalan fuentes empresariales.
La relación entre Antonio Garamendi y Gerardo Cuerva llevaba tiempo viciada. En diciembre de 2022, Garamendi ascendió a Miguel Garrido –presidente de la territorial madrileña– como vicepresidente primero, puesto que le corresponde al presidente de Cepyme de manera natural, por el frío apoyo de Cuerva a su candidatura. Desde entonces, las «discrepancias» –como reconocen ambas partes– fueron habituales, como demostró la ausencia del granadino a la cena organizada por el presidente de la CEOE para unificar la postura de la patronal.
Sin embargo, no fue hasta el pasado mes de enero, cuando Garamendi filtró que buscaba un perfil distinto al frente de Cepyme y ofrecía a Cuerva un puesto internacional en la CEOE. Cuerva, de fuerte carácter para lo bueno y para lo malo, no solo rechazó el ofrecimiento, sino que anunció su intención de presentarse a la reelección.
Ante esta situación, el granadino pidió un informe jurídico que advertía que la votación «libre y secreta» era contradictoria con la delegación ilimitada del voto que establecían los estatutos, por lo que convocó a la junta para modificar la limitación, que sí afecta a CEOE y ATA. Además, reunió previamente al comité ejecutivo de la organización para llevar a cabo una votación no sin antes advertir que llevaría el asunto a la junta independientemente del resultado que obtuviera, que fue de 15 votos en contra y 11 a favor de modificar los estatutos.
A continuación, se llevó a cabo una votación en la junta directiva, donde el resultado fue de 65 votos a favor y 55 en contra con tres abstenciones. ¿Por qué Cuerva se empeñó en realizar una votación en la ejecutiva sabiendo que el resultado sería adverso? En este punto hay que señalar que todos los miembros de ese comité son de la época de Antonio Garamendi. Otra cuestión es por qué el presidente de Cepyme ha mantenido esta ejecutiva durante tanto tiempo.
El enfado de la ejecutiva, según testigos del encuentro, fue importante, con acusaciones de irregularidades y amenazas de impugnaciones. «Tienen derecho a impugnar», señalan desde Cepyme. «De todas maneras, la votación ha puesto de manifiesto que había un problema de coacciones», añaden. En cualquier caso, la ambigüedad de los estatutos al respecto no deja clara la capacidad del comité ejecutivo para refutar el resultado y todo indica que la modificación del voto delegado llegará a la asamblea general, donde se someterá a su ratificación.
Esto debería ocurrir más pronto que tarde, dado que el próximo 16 de marzo acaba el mandato y ya deberían conocerse la fecha de la convocatoria de las elecciones, que se celebrarán en menos de dos meses. Así, a Cuerva le interesa que la asamblea ratifique esta modificación lo antes posible, mientras que Garamendi no ha encontrado todavía candidato –las candidaturas se podrán presentar hasta diez días antes de las elecciones–. Desde CEOE, por su parte, se niegan a entrar en un tema que ha dejado una profunda herida en la patronal española en un momento tan delicado.