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La empresa que contrató a la amiga de Ábalos parece que no trata del todo bien a sus empleados.

La empresa que contrató a la amiga de Ábalos parece que no trata del todo bien a sus empleados.

Tragsatec, la empresa pública que contrató a la amiga de Ábalos, mantiene su temporalidad disparada

Jessica, la amiga del ex ministro de Fomento José Luis Ábalos, trabajó dos años en la empresa pública Ineco y seis meses en la también pública Tragsatec, la división de ingeniería del grupo Tragsa. El delegado del sindicato CSIF en Tragsatec, Joaquín González, entiende que los informes del cliente para el que trabajó como administrativa enviada por Tragsatec serían buenos.

En ese sentido, González no ve nada raro el modo en el que se contrató a Jessica. Había realizado supuestamente el mismo trabajo en Ineco durante dos años. Pero a la vista de la polémica que se ha generado posteriormente por sus relaciones personales, escuecen aún más algunas cuestiones que se viven en el interior de la empresa.

Desde 2010 los trabajadores han perdido un 20 % de poder adquisitivo, algo que no se ha corregido pese a la sustancial mejora de beneficios de la compañía

«Desde 2010 los salarios no se han actualizado al ritmo que ha subido la vida, y eso es precariedad», estima González. «Además, la crisis llevó a que se produjera un ajuste con reducción de salario de entre el 3 % y el 5 % a los mandos intermedios que se planteó como un plus de solidaridad con la empresa que desde la dirección aún no se ha corregido», añade.

Podría haberse hecho, porque el Grupo Tragsa ganó 38,5 millones de euros en el año 2023 y en 2024 ha subido los beneficios a 88,8 millones de euros. De este último año habría que aclarar que 29 millones de ganancias provienen de la desinversión en su filial paraguaya Cytasa. Aun así, sin contar está desinversión, los beneficios habrían sido de 59,8 millones, veinte millones más que en el año anterior.

Esta buena trayectoria sirvió para contratar a Jessica, pero no para arreglar los problemas salariales de los trabajadores de Tragsa. Eso a pesar de que no solo han aumentado los beneficios, «sino también la carga de trabajo», afirman desde CSIF.

Tragsatec tiene que asumir por obligación los encargos que le hagan las administraciones públicas además de las licitaciones han quedado desiertas. Esta circunstancia ha hecho que Tragsa haya tenido que asumir tareas «con mucha necesidad de personal y nada rentables para una empresa privada», según CSIF, como las planteadas en su día con la recogida de vertidos del Prestige o, más recientemente, todos los trabajos asociados a la dana de Valencia (puesta en marcha rápida de oficinas o contratación de personal para resolver problemas burocráticos con las ayudas, entre otras cuestiones).

Este incremento notorio de la carga de trabajo se ha traducido también en un aumento muy elevado de la producción de la compañía. Los 229 millones de euros de 2015 se han casi triplicado el año pasado, hasta alcanzar los 678 millones.

«Este aumento de la carga de trabajo la han notado especialmente los cargos intermedios», apunta González. Tienen más personal y tarea que coordinar, pero sus sueldos siguen con las restricciones asociadas al ajuste que se puso en marcha por la crisis financiera.

Aparte de ellos, también lo notan otros empleados de la empresa. Curiosamente en esta compañía pública no hay pluses de peligrosidad, a pesar de que han muerto trabajadores en algunos de sus encargos. «Necesitamos un convenio propio como el comer», incide González.

Se ha llegado al extremo de que solo se pagan las horas extra en casos excepcionales, aunque con frecuencia haya que realizarlas en el día a día por la sobrecarga de trabajo. «Con la dana, por ejemplo, hemos puesto en marcha en tiempo récord más de 70 oficinas para gestionar las ayudas. Hay una demanda brutal. En ocasiones hemos tenido que poner cientos de personas en marcha de cuestión de días», explica Joaquín González.

La carga de trabajo de Tragsatec ha aumentado considerablemente, pero no se nota en los sueldos

Este tipo de trabajos puntuales y masivos se traducen en el alto índice de temporalidad que tiene la empresa. De los 13.533 empleados que tenía Tragsatec a cierre de diciembre de 2024, 8.332 eran temporales. Este 61,5 % de temporalidad está muy por encima del 8 % que supuestamente exige el Gobierno a las empresas públicas, aunque también es verdad que el tipo de trabajo puntual que a menudo realizan los empleados de Tragsatec se presta a la temporalidad.

Aun así, esta temporalidad y los sueldos, más bajos de los que se pueden obtener en la empresa privada, son una rémora a la hora de conseguir un talento que ejecute bien la creciente cantidad de encargos que recibe Tragsatec.

La mayoría de los 13.533 empleados de Tragsatec es ingeniero, con la particularidad de que ni siquiera tienen convenio propio, algo que «impide acaparar talento y fidelizar a la plantilla. El porcentaje de fuga de talento a la empresa privada es cada vez más alto». Sumados a los 12.000 empleados de Tragsa, alcanzan los casi 26.000 empleados en todo el grupo.

Por otra parte, el creciente número de encargos para Tragsa ha levantado ampollas en el sector privado. Se quejan de los que acapara y plantean que están haciendo competencia desleal. Por ley Tragsa no puede presentarse a las licitaciones públicas en España, pero está obligada a ejecutar los encargos si las licitaciones han quedado desiertas. No podría considerarse competencia desleal si no pueden presentarse al concurso, pero también es cierto que el cliente tirará hacia abajo el precio si sabe que Tragsa asumirá la tarea si nadie la quiere.

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