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Estudiantes en la Facultad de Filología y Comunicación Universidad de Barcelona

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Desempleo

Ir a la universidad ya no es sinónimo de encontrar trabajo: estas son las carreras con mayor y menor inserción laboral

La falta de adaptación de los grados al mercado laboral está dificultando la inserción de los recién graduados

terminar la carrera, empezar a enviar currículums y no encontrar trabajo. Esta es la realidad a la que se enfrentan cada año miles de jóvenes en España al salir de la universidad. La inserción laboral de los recién graduados sigue siendo una asignatura pendiente en el país con la mayor cifra de paro juvenil de la Unión Europea –del 29,3 % en diciembre– y que cuenta con 12 de las 25 áreas metropolitanas con mayor desocupación del continente, según Eurostat.

La Encuesta de inserción laboral de titulados universitarios del Instituto Nacional de Estadística (INE) revela que el 86,1 % de los graduados universitarios en el curso académico 2013-2014 habían conseguido un empleo cinco años más tarde, frente a un 8 % que estaban parados y un 6,4 % que se encontraban en situación de inactividad. No obstante, el grado de inserción laboral varía mucho entre los que han cursado ingenierías y carreras de humanidades.

Por ejemplo, el 97,6 % de los jóvenes que terminaron el grado en Ingeniería Electrónica en universidades españolas en el año 2014 estaban trabajando en 2019. Los grados en Podología y Odontología y los de Ingeniería Aeronáutica, Informática o Telecomunicaciones también superaban el 96 % de antiguos alumnos empleados.

Por el contrario, la tasa de empleo solo llegaba al 63,6 % entre los estudiantes de la carrera de Conservación y Restauración, y era inferior al 75 % entre los estudiantes de los grados de Filosofía, Historia del Arte, Literatura, Historia y Bellas Artes.

«La mayoría de los jóvenes no conocen los datos de inserción laboral por grados. Es clave que esta información llegue a los estudiantes para que la tengan en cuenta a la hora de tomar su decisión en la medida que consideren oportuna», apunta Ismael Sanz, profesor de Economía Aplicada de la Universidad Rey Juan Carlos (URJC).

Según un estudio del portal norteamericano ZipRecruiter, el 44 % de las personas con título universitario que estaban buscando empleo afirmaban arrepentirse de la carrera que escogieron. En la encuesta, las carreras con mayor proporción de arrepentidos eran Periodismo (87 %), Sociología, Arte (72 %), Comunicación y Magisterio (61 %).

Falta de información y contenidos prácticos

«La universidad ofrece muy poca información durante la carrera sobre las posibles becas de prácticas o salidas laborales que existen. Cuando terminas la carrera, te das cuenta de que tienes que buscarte la vida y de que ya has perdido estas opciones», asegura José Luis Prieto, periodista sevillano de 23 años.

«En mi sector, si no puedes costear un máster, difícilmente vas a poder conseguir trabajo. Muchos de mis compañeros han intentado escribir un blog, hacer un podcast o potenciar sus redes sociales, pero muy pocos han conseguido entrar en un medio. Al final las opciones se reducen a trabajar en la restauración o sacarte unas oposiciones», reconoce.

Miguel Ángel Cuberos, graduado en Finanzas y Contabilidad por la Universidad de Málaga, cree que uno de los principales problemas de los currículos educativos es la «falta de aplicación práctica de los contenidos teóricos» que se imparten.

«Las empresas esperan que los estudiantes tengan una formación complementaria más práctica adquirida de manera independiente o a través de muchas prácticas en empresas de forma gratuita o con baja remuneración. Son pocas la empresas –y las que lo hacen suelen ser de gran tamaño normalmente– que se atreven a realizar contratos laborales a un recién graduado solamente con la formación adquirida en la universidad», afirma.

Por el contrario, Antonio Sánchez, ingeniero informático de 24 años especializado en el análisis de datos, no ha tenido grandes problemas para encontrar trabajo. «Hay muchísima oferta en mi sector, especialmente desde la pandemia y la extensión del teletrabajo. El teletrabajo te permite vivir en Málaga y cobrar el sueldo de Madrid, Dublín o Berlín. Las empresas se han dado cuenta de que hay muchos datos que se pueden explotar, y hacerlo de manera correcta y eficiente da verdaderos beneficios», cuenta.

Aun así, coincide en señalar los defectos de la enseñanza universitaria. «Hoy día se sigue enseñando informática como hace 20 años. No se puede tener un temario estático para algo que se recicla tanto como la informática. Deberían abrir los ojos y ver lo qué está pidiendo el mercado», critica Sánchez.

Una reacción «lenta y mejorable»

Ismael Sanz, profesor de la Universidad Rey Juan Carlos, cree que se está produciendo «una reacción por parte de la universidad pública a las demandas del mercado de trabajo, pero es lenta y mejorable».

Sanz considera que «en la financiación de las universidades deberían influir también criterios objetivos», como «sus datos de inserción laboral y de investigación de calidad». A su juicio, esto sería «un elemento incentivador para que las universidades reajusten de manera más sistemática y rápida, adaptando su oferta universitaria a las demandas de sociedad».

Para Jorge Sainz, catedrático de Economía Aplicada en el mismo centro, «las universidades deben ocuparse de que los estudiantes se inserten laboralmente desde que pisan la universidad», pero «los profesores estamos muy constreñidos con el temario y no les ayudamos a buscar trabajo», reconoce.

«En España, los estudios universitarios se planteaban como la panacea de la clase media entre los años 70 y 90. La gente se está dando cuenta ahora de que la Formación Profesional (FP) está subestimada, y que es igual o más eficiente de cara a encontrar trabajo que un grado», afirma Sanz.

Otra de las consecuencias del elevado paro juvenil y los sueldos precarios es el fenómeno conocido como fuga de cerebros. Según la encuesta de inserción laboral de titulados universitarios del INE, el 6,8 % de los encuestados vivían fuera de España cinco años después de graduarse.

Para Sanz, "la fuga de cerebros no es un problema de la universidad, es un problema de la falta de alternativas laborales que hay en este país. Si tenemos un Gobierno que quiere que todo el mundo sea funcionario, los que no quieren serlo no van a tener puestos de trabajo atractivos».

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