
Algunos profesores minutos antes de entrar el centro escolar para comenzar las pruebas
Los profesores, en jaque por la situación de las aulas: «Muchos alumnos vienen a clase totalmente dormidos»
Los testimonios de los docentes destacan un deterioro generalizado en el bienestar socioemocional de los estudiantes
el 39 % de los docentes muestra síntomas compatibles con la ansiedad y la depresión (Fundación SM, 2023), mientras que un 20,8 % de los adolescentes españoles manifiesta algún problema de salud mental (Unicef, 2022). Ante esta situación, Educo y Fundación SM han realizado una investigación cualitativa para conocer en profundidad los factores que afectan al bienestar socioemocional de profesorado y alumnado.
Los testimonios de los docentes destacan un deterioro generalizado en el bienestar socioemocional de los estudiantes. Según ellos, existen al menos dos factores clave que pueden estar contribuyendo a este malestar: por un lado, las relaciones familiares, provocadas en parte por la dificultad de padres y madres para dedicar tiempo de calidad a sus hijos; y por otro, el uso excesivo de la tecnología, especialmente el tiempo prolongado que los estudiantes pasan frente a las pantallas.
«Muchos de nuestros alumnos vienen totalmente dormidos porque a lo mejor han estado con el móvil o con las redes sociales o con Internet hasta las 3:00 h de la mañana», aseguran los docentes de un grupo de discusión de un colegio concertado Madrid. A su vez, los docentes identifican que esta problemática tiene tres consecuencias principales: Mayor vulnerabilidad socioemocional en los estudiantes (baja autoestima y poca tolerancia a la frustración); aumento de conductas disruptivas en el aula por la falta de atención en el hogar; y dificultades para mantener la concentración en el aprendizaje.
Entre el alumnado existe consenso al señalar que el origen de los problemas que afectan a su bienestar en clase está también fuera del centro educativo y, a su juicio, se relaciona con el entorno familiar y el tecnológico. «Las redes sociales te desconcentran. Por ejemplo, si estás estudiando y tienes el móvil al lado y te hablan, dejas lo que estás haciendo y contestas», añade un grupo de discusión de alumnos de un colegio concertado de Andalucía.El alumnado de Secundaria destaca que la principal causa de los conflictos entre ellos son insultos, rumores o bromas que muchas veces trascienden el ámbito escolar por las redes sociales. Y cuando se producen, prefieren mantener distancia con el profesorado, lo cual demuestra la importancia de que estos sean referentes de confianza y promuevan entornos seguros: «Hay una gran cantidad de profesores y profesoras que se dan cuenta. Entonces yo se lo digo, pero si no, no digo nada, simplemente espero a que se vaya solucionando».
El informe también expone los factores que están deteriorando el bienestar del profesorado, cada vez más sobrecargado por el exceso de responsabilidades y la complejidad creciente en las aulas: «Veinticinco alumnos que vienen de casas diferentes, con medios distintos, con estimulación y motivaciones diferentes en una clase no es viable porque de esos 25, hay 5 o 6 con muchísimas necesidades», explica un docente de Galicia.
Además, los docentes sienten que se les asignan responsabilidades que van más allá de su labor educativa, a menudo superando sus capacidades para formarse y los recursos a su alcance. «A veces tienes la sensación de que estás haciendo de psicólogo, educador social, de padre, de madre», explica una docente de Cataluña.
Las ratios elevadas también dificultan la atención individualizada. «Yo creo que la ratio no ayuda nada a que el profesor trabaje cómodo y pueda desarrollar bien su papel. Creo que es uno de los mayores problemas que hay hoy en día», dice una profesora. La falta de reconocimiento al profesorado es otro problema persistente que se agrava en las etapas inferiores, así como sentirse cada vez más cuestionados por las familias: «La gente ve la cara bonita, la cara amable de la docencia. Pues que estás con niños pequeños, que yo creo que se piensan que estamos pintando, jugando», son algunas de las quejas recogidas.
Además, la ausencia de apoyo emocional también es palpable y se echa de menos más empatía. «No es muy lógico que nosotros no tengamos un psicólogo en el centro o algún terapeuta. Alguien que nos pueda ayudar en momentos de estrés», admite una profesora.