Víctima de la 'realpolitik'
Sánchez intenta conciliar sus obligaciones en la OTAN con el discurso del «no a la guerra»
Los socialistas rebajan la determinación que mostró el presidente la semana pasada tras comprobar cómo la izquierda utiliza la crisis de Ucrania en su contra. Empezando por Unidas Podemos
Pedro Sánchez pretende despachar la crisis de Ucrania con una comparecencia de su ministro de Asuntos Exteriores este martes en el Congreso. Ni siquiera en Pleno, sino en la Comisión del ramo, y además a las ocho de la tarde. Las prisas se deben a que el miércoles José Manuel Albares partirá a Honduras acompañando al Rey en la toma de posesión de Xiomara Castro como nueva presidenta.
Así pues, en el corto plazo el presidente no prevé dar cuenta a la Cámara Baja del envío de la fragata Blas de Lezo al Mar Negro, con 190 militares a bordo. Aunque si finalmente el polvorín estalla, la Ley de Defensa Nacional obliga al Gobierno a pedir autorización del Congreso para desarrollar una operación en el exterior.
El líder del PP, Pablo Casado, reprochó este lunes a Sánchez que el presidente delegue en Albares, y ni siquiera le haya llamado personalmente. Aunque desde el primer momento el líder de la oposición ratificó su apoyo al Ejecutivo. Al que, no obstante, pidió una única voz.
El propio Albares participó este lunes en una reunión del Consejo de Asuntos Exteriores de la UE en la que también intervino de forma telemática el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, que el pasado viernes se reunió con el ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov. El ministro resumió el momento con estas cuatro d: «Diplomacia, distensión, desescalada y disuasión». Y descartó la evacuación del personal diplomático.
Horas después, el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, indicó que «no podemos vernos abocados a un conflicto armado» y aseguró que el Gobierno trabajaba para que no se llegara a producir y que confiaba en «la diplomacia».
El Gobierno contemporiza
Después de la rápida reacción de Sánchez el jueves pasado, que tiene mucho que ver con que España acogerá la próxima cumbre de la OTAN los días 29 y 30 de junio, el Gobierno está tratando en las últimas horas de contemporizar. Y de intentar compatibilizar sus obligaciones como miembro de la Organización del Tratado del Atlántico Norte con el discurso pacifista de la izquierda.
Porque lo que iba a ser una oportunidad para el presidente de explotar su perfil internacional, colocándose en primera línea de la reacción de la UE y la OTAN, se ha convertido en un problema doméstico. Con Unidas Podemos enarbolando la bandera blanca de la paz y Pablo Iglesias acusando al presidente de hacer seguidismo a EE.UU. Y a la ministra de Defensa, Margarita Robles, de tener «fulgor guerrero».
«Tiene mucho tiempo libre», le replicó ella. «Yo tengo mucha responsabilidad, no tengo tiempo para las opiniones de Iglesias, que las hace desde la ausencia de responsabilidad», añadió.
Los socialistas no ocultan su incomodidad. El portavoz del PSOE, Felipe Sicilia, defendió este lunes que su partido sigue siendo el del «no a la guerra», y resaltó que ello es «compatible» con que participe en las maniobras del club al que pertenece desde 1982, como miembro número 16.
Más de media docena de preguntas tuvo que responder Sicilia a propósito de la postura del Gobierno. Y la respuesta para todas fue parecida: que Sánchez apuesta por «el diálogo y la diplomacia como «la mejor manera de resolver cualquier conflicto».
En medio del ruido, destaca el silencio atronador de la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, confinada desde hace días por positivo en coronavirus (retoma su agenda pública este martes). Al menos ella no ha contribuido a agrandar la brecha entre los dos socios del Gobierno, como sí han hecho los ministros Ione Belarra, Alberto Garzón e Irene Montero, así como el secretario de Estado para la Agenda 2030 y líder del PCE, Enrique Santiago.
Cosa muy distinta a cuando, en pleno agosto, se produjo la evacuación de Afganistán tras la toma de Kabul por parte de los talibanes. Entonces, los dirigentes de Unidas Podemos se colgaron las medallas del Ejército después de pasarse años criticando los sucesivos presupuestos del Ministerio de Defensa. «España ha evidenciado un liderazgo absoluto a nivel internacional», presumió Belarra.
En esta ocasión, la firma de Unidas Podemos aparece con las de Bildu, el BNG, Más País, Compromís y la CUP en el Manifiesto por la paz y para evitar una nueva guerra en Europa publicado el pasado fin de semana.
Mientras que, en la otra orilla parlamentaria, Ciudadanos envió este lunes a todas las formaciones parlamentarias una declaración institucional de apoyo a Ucrania y su soberanía. Apoyo que el partido de Inés Arrimadas hace extensivo a Sánchez y la OTAN en sus acciones «frente a cualquier tipo de agresión u ofensiva externa por parte de terceros países».
Aunque sin tanto entusiasmo, también Vox confirmó este lunes su apoyo a Ucrania en defensa de su soberanía. Pero no así al presidente del Gobierno, a quien pidió que vaya al Congreso a dar explicaciones y no mande al ministro de Asuntos Exteriores.