Cataluña
La Barcelona de Colau lo pierde todo: ampliación del aeropuerto, Hermitage... y ahora World Race
Barcelona ha perdido en los últimos años proyectos e inversiones importantes para la ciudad, gracias, en parte, a las políticas de Ada Colau
El presidente del Gremio de Hoteles de Barcelona, Jordi Clos, recordaba hace unos días que la capital catalana ya no se encontraba en el Top-10 de ciudades internacionales. ¿Y cómo recuperar esa posición? Se le preguntaba a Clos. «Barcelona no puede seguir en el 'no' a todo. Alguna vez alguno de estos 'nos' tendrán que convertirse en un 'sí'», decía. El presidente de los hoteleros de Barcelona apuntaba en buena medida a las políticas que está llevando el ayuntamiento de la capital catalana, aunque no sólo, y que les están costando caro a la ciudad porque ha perdido inversiones importantes.
World Race
El último caso puede ser el de la World Race, al menos, por ahora. De entrada, se ha anulado la edición de 2023 y no hay previsión de que se vaya a retomar el proyecto a corto plazo, según avanzaba Crónica Global. También se anuló la edición de 2019, en aquel momento por falta de patrocinadores, que no se atrevían a dar el paso por la situación que había en Cataluña, por la inestabilidad política, y porque desde el equipo de gobierno municipal tampoco se veía un gran interés en apoyar la World Race. Así que, de momento, parece que se han esfumado 20 millones de euros en impacto directo. Y al consistorio le va a tocar negociar si quiere que se mantenga la competición.
La World Race es la última pérdida para Barcelona, pero la más sonada ha sido el adiós del Hermitage. Finalmente, los impulsores del proyecto, hartos de las trabas que les ponía el Ayuntamiento, decidían que no querían llevarlo a cabo y, es más, van a llevar al consistorio a los tribunales. Reclaman una indemnización de 150 millones de euros. Este proyecto se planteó hace diez años. Contemplaba una inversión de unos cincuenta millones de euros, la creación de unos 400 empleos y una previsión de visitantes de unas 850.000 personas el primer año. Se había proyectado un edificio del arquitecto Toyo Ito junto al Hotel Vela. Y el Puerto, dueño de los terrenos, en la bocana, había dado su visto bueno para que se hiciera realidad.
Pero desde un primer momento los comunes de Colau mostraron sus reticencias. Argumentaban que el museo sólo serviría para atraer más turismo extranjero en un barrio ya muy saturado por el turismo y con problemas de movilidad. Eso, además de dudar de su viabilidad financiera. Por todos estos motivos decidió, el pasado mes de mayo, no firmar el convenio necesario para poder llevar a cabo el proyecto.
Four Seasons
Hablamos de Jordi Clos, que también destacaba que Madrid lo estaba haciendo mucho mejor que Barcelona, al menos en lo que respecta a la gestión hotelera. Y un ejemplo es el Four Seasons, que acabó en la capital de España. Entre otras razones, porque Colau aprobó un plan urbanístico que impedía la apertura de nuevos hoteles en el centro de la capital catalana. Plan que la Justicia ha anulado, pero ya es demasiado tarde para Barcelona. Según un estudio, la pérdida de este hotel de alto standing y el Hyatt han tenido un impacto negativo de 300 millones de euros y la pérdida de 4.000 empleos. Clos recordó durante su comparecencia que Madrid ha hecho alrededor del Four Seasons «un cambio urbanístico tremendo», y además atrae un «nuevo turismo internacional, que es nuevo para la ciudad», y recordaba que, en el caso de la capital catalana, se depende precisamente de ese turismo extranjero que representa aproximadamente el 85 % de las visitas.
Ampliación del aeropuerto
Otro mazazo para la ciudad ha sido perder la inversión para la ampliación del aeropuerto del Prat, lo que han denunciado entidades económicas de todo tipo, desde el Círculo de Economía, hasta las patronales Foment del Treball, Pimec y otras asociaciones de comerciantes. El gobierno central tenía intención de invertir 1.700 millones de euros que también se han ido al traste. Eso, y ampliar la capacidad de la infraestructura hasta prácticamente los 100 millones de viajeros. La alcaldesa de Barcelona llegó a hablar directamente de 'pelotazo’, de especulación inmobiliaria y aseguró que no serviría para atraer a turistas con más poder adquisitivo. Colau no participó en la manifestación que se convocó en contra de la ampliación, pero aseguró que oponerse al proyecto era «defender la vida».
Agencias europeas
Por otro lado, y con la epidemia, la Agencia Europea del Medicamento se ha convertido en uno de los centros de decisión en Europa. Y la agencia, recordemos, pudo estar en Barcelona. Eso fue en 2017, tras el Brexit. Se tenía que decidir cuál iba a ser la nueva sede de la AEM, la Ciudad Condal estaba entre las candidatas, pero cayó a las primeras de cambio. Sólo consiguió 13 votos y quedó incluso detrás de Bratislava. Entonces le pasó factura el proceso independentista, que se encontraba en pleno auge. Según un estudio, por ejemplo, de la consultora Rhombus Global, Barcelona habría perdido unos 230 millones de euros, tirando por lo bajo, y unos 100.000 visitantes, además de 900 altos funcionarios de la Unión Europea.
Pero la capital catalana también ha 'perdido' otro organismo europeo: ser subsede de la Agencia Europea de Meteorología. Finalmente, la ciudad elegida fue Bonn, aunque en esta ocasión sí llegó a la ronda final de votaciones. La agencia cuenta con 360 trabajadores y un presupuesto anual aproximado de 110 millones de euros.
El laberinto catalán
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Y después de todos estos fracasos, Cataluña, con la marca Barcelona al frente, intenta aferrarse a los Juegos Olímpicos de Invierno de 2030. Un proyecto, que en palabras otra vez de Jordi Clos, «mejor tenerlo que no tenerlo». A los problemas que se pueden plantear porque desde la Generalitat sólo contemplan que otras comunidades autónomas, como Aragón, puedan ‘participar’, que no ‘liderar’, los comunes de Colau dicen que sí apoyarán los juegos si el Pirineo los quiere. En definitiva, apoyo sin demasiado entusiasmo y con la boca pequeña, porque el teniente de alcalde, Jordi Martí, ha dejado claro que en este debate hay que incluir más «realismo», sobre todo por la falta de nieve, y que el impacto de un acontecimiento de estas características requiere algo más que una consulta.