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La manifestación de la Comisión 8-M en Madrid

La manifestación de la Comisión 8-M en MadridEfe

La constatación del cisma

La izquierda feminista llega a las manos en un 8-M marcado por su ruptura total

El feminismo llegó a las manos en el tercer 8 de marzo de Irene Montero en el Gobierno, que fue también el de la ruptura total entre ambas corrientes: la de la ministra de Igualdad frente a las feministas clásicas, partidarias de la abolición de la prostitución y contrarias a la autodeterminación de género por la que aboga el colectivo trans.

Uno y otro bando terminaron en la agresión física durante una manifestación convocada por la plataforma Catalunya Abolicionista en la plaza de Sant Jaume de Barcelona, que desde hace tiempo pide la dimisión de la ministra de Igualdad y su «antifeminismo putero 'queer'».

Varias feministas de nuevo cuño se encararon con las manifestantes y acabaron teniendo que ser separadas por los Mossos d’Esquadra, entre insultos y empujones.

El cisma quedó patente no solo en la Ciudad Condal, sino también en otra veintena de ciudades donde las feministas se manifestaron por separado, lo que hizo que muchas mujeres se quedaran en casa. «Absolutamente lamentable que haya dos manifestaciones feministas en Madrid (y en una veintena de ciudades más). De mucha pena y de llorar. No pienso ir a ninguna», lamentó la escritora Rosa Montero en Twitter, en un mensaje muy compartido en la red social.

El PSOE y Podemos, por separado

El PSOE y Podemos tampoco se esforzaron por disimilar sus diferencias. Ambos partidos acudieron a la manifestación clásica, la que convoca año tras año la Comisión 8-M. Pero por separado, manteniendo las distancias. Si en la gran manifestación del 2020 no fueron de la mano, esta vez menos aún.

A su llegada, la secretaria de Igualdad del PSOE, Andrea Fernández, fue directa a la yugular de la ministra Montero, a uno de los principales focos de discordia entre ambas formaciones: la prostitución. «España actualmente es el prostíbulo de Europa. Queremos luchar para erradicar esta lacra y lo vamos a hacer a través del Congreso de los diputados y de una ley en la que ya está trabajando el Gobierno», señaló Fernández.

Lo llamativo es que, a su lado, Adriana Lastra negó que haya división en el movimiento feminista. «Lo que hay son distintas formas de ver lo que está sucediendo, pero lo que tenemos claro es que el adversario es el machismo y la ultraderecha», añadió.

Junto a ellas, tras la pancarta socialista iban la vicepresidenta Nadia Calviño y seis ministras: Carolina Darias, Diana Morant, Isabel Rodríguez, Pilar Llop, Pilar Alegría y Raquel Sánchez.

La comitiva de Podemos la encabezaban, por su parte, las ministras Irene Montero e Ione Belarra, así como la secretaria de Estado de Igualdad, Ángela Rodríguez Pam, la delegada contra la Violencia de Género, Vicky Rosell, y la secretaria de Organización del partido, Lilith Verstrynge. «Abajo el patriarcado que va a caer, que va a caer; arriba el feminismo que va a vencer, que va a vencer», coreaban.

También Ciudadanos mandó una delegación comandada por la vicealcaldesa de Madrid, Begoña Villacís, quien destacó que su partido quería estar porque son «así de tozudos», pese a que en ediciones anteriores algunas feministas reprocharon su presencia a los naranjas.

La manifestación de la Comisión 8-M, con el lema «Derechos para todas, todos los días», discurrió entre las plazas de Atocha y Colón y reunió a 50.000 personas, según la Delegación del Gobierno. En su manifiesto, las convocantes presumían del movimiento feminista «en toda su diversidad y llamaban a «seguir caminando juntas», pero nada más lejos de la realidad.

Porque, a la misma hora, unas 6.000 feministas se manifestaban por la Gran Vía pidiendo la dimisión de Irene Montero y portando pancartas con el lema «El feminismo es abolicionista», convocadas por la entidad Espacio Feminista Radical. «Se está intentando instrumentalizar al feminismo para intereses ajenos al feminismo», denunció una de sus portavoces, Ana de Blas, según recoge EP.

Faltó Yolanda Díaz, porque el 8-M coincide con el cumpleaños de su hija. Hubo otra ausencia significativa, la de la exvicepresidenta Carmen Calvo, que en el pasado tuvo serias diferencias con Irene Montero en el Gobierno por sus distintas formas de militancia feminista.

Calvo tenía a esa hora una intervención en el pleno del Congreso y no pudo estar detrás de ninguna pancarta, pero en varias entrevistas con motivo del 8-M ya dejó patente que sigue estando lejos de la ministra de Igualdad. Es decir, contra la prostitución y contra la autodeterminación de género, porque «esa posibilidad de posición absoluta no existe».

En el ambiente sobrevoló la invasión de Ucrania, con pancartas en contra de Putin y a favor de la paz. Paz que no hay entre el feminismo de izquierdas.

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