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El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, acompañado por la consellera de la Presidéncia, Laura Vilagrà (d) y del vicepresidente del Govern, Jordi Puigneró (i), se dirigen hacia la reunión semanal del Govern el martes 3 de mayo

Pere Aragonès, la consejera de Presidencia, Laura Vilagrà, y el vicepresidente del Govern, Jordi PuigneróEFE

El independentismo utiliza el espionaje para tapar sus conexiones con Rusia

Este entendimiento habría provocado un cisma entre Junts per Catalunya y ERC. Ahora, cierran filas para denunciar el espionaje a políticos catalanes

Los independentistas se han lanzado en tromba a pedir explicaciones al Gobierno por el caso de espionaje a personas del entorno separatista. Y ha hecho saber su malestar congelando relaciones con el Ejecutivo de Sánchez, pidiendo dimisiones o reuniones cara a cara con el presidente del Gobierno. Toda una «sobreactuación», según coinciden varios diputados de la oposición en el Parlament, que permite a los independentistas apretar filas tras meses de desencuentro, y volver a la carga en la ofensiva contra el Estado y, de paso, cobrar cierto protagonismo. Ahora el lema es ‘España nos espía’.

Una estrategia que les sirve, en el caso de ERC, para hacerse valer aún más, y recordarle al Gobierno que, en cierta manera, está en sus manos y lo puede dejar caer. En el caso de Junts se trata de cargarse de razones, en el sentido de que sus dirigentes han repetido por activa y por pasiva que los socialistas no eran de fiar y, por lo tanto, no tenía ningún sentido continuar con la llamada Mesa de diálogo.

Pero este caso de espionaje, efectivamente, ha servido para dar relieve a algunos temas, y sobre todo, tapar otros, como por ejemplo las conexiones del independentismo con Rusia. Ésta era una cuestión muy espinosa para los separatistas que han visto la oportunidad para correr un tupido velo sobre la «trama rusa».

Sin ir más lejos, el Parlamento Europeo aprobó un informe no hace ni un mes sobre manipulación informativa e inferencias extranjeras en los procesos democráticos de la UE en el que se incluyen estas conexiones entre el independentismo y Rusia. Se incluye una referencia a los «contactos estrechos y regulares entre funcionarios rusos y representantes de un grupo de secesionistas catalanes en España». Y también se apunta en el texto que estos contactos han formado parte de la estrategia del Kremlin para «desestabilizar» la democracia en la UE. Un informe que salió adelante, a pesar de que en la jornada anterior se intentó eliminar esta referencia a Cataluña con una enmienda presentada por varios eurodiputados, y a la que votaron a favor, cómo no, el expresidente de la Generalitat, Carles Puigdemont y los consejeros Toni Comín y Clara Ponsatí.

Estas conexiones, apuntadas por diversos servicios secretos europeos y denunciadas por el New York Times, apuntan a los contactos mantenidos especialmente por Josep Lluís Alay, uno de los hombres más próximos a Puigdemont, con varios funcionarios rusos para que supuestamente el Kremlin ayudara y apoyara el proceso independentista en Cataluña.

Alay ha reconocido tres viajes a Moscú, aunque según él, en ningún caso tenían nada que ver con este objetivo, con conseguir el favor de Rusia. Uno de estos viajes se produjo en marzo de 2019 para cerrar entrevistas de Puigdemont con medios de comunicación rusos, dado el interés, según Alay, que había allí por conocer lo que ocurría en Cataluña. Otro viaje tuvo lugar en junio de ese mismo año en calidad de profesor y dio una conferencia a puerta cerrada sobre la situación política en Cataluña a la que asistió, entre otros, el exespía ruso Andrei Bezrukov. Volvió a encontrarse con él y con el director de un programa de política internacional en el ruso Canal 1 en febrero de 2020.

En medio de estas supuestas conexiones surge otro nombre: Alexander Dimitrenko, un empresario ruso que lleva 17 años afincado en Cataluña. A finales de este mes deberá declarar como imputado ante el juez Joaquín Aguirre, que investiga el presunto desvío de fondos al proceso independentista. Se le considera un espía ruso que estaría vinculado con el círculo más próximo al expresidente Puigdemont. Se investiga su participación en una operación de compraventa de gas entre Rusia y China que sirvió presuntamente para financiar el procés. De hecho, Dimitrenko habría viajado dos veces con Alay a Moscú para buscar apoyo financiero a la causa secesionista, algo que ha negado recientemente el supuesto espía en entrevistas con varios medios de comunicación. Pero en conversaciones intervenidas por los investigadores, ambos, Dimitrenko y Alay llegaron incluso a hablar de un ofrecimiento de Rusia de 10.000 soldados si declaraban la independencia.

A todo esto, hay que añadir otras evidencias. Puigdemont visitó Moscú en varias ocasiones. Y allí se reunió con varias personas del entorno presidencial o del servicio de seguridad ruso además de conceder varias entrevistas a medios de comunicación de Rusia para censurar a España y la Unión Europea. Pero, además, según explicaba El Confidencial y corroboraba El Debate con fotografías, tuvo varios encuentros en Suiza con personas próximas a los oligarcas rusos. Una de estas reuniones tuvo lugar en Ginebra en el hotel Four Seasons del Bergues, el 27 de junio de 2009. Entonces se reunió el expresidente con Alay y Yuri Emelin, que se presenta en su página web como experto en inversiones y trabajos en el mercado ruso y otros mercados emergentes. Es experto, entre otras cosas, en criptomonedas, y Puigdemont, por cierto, también busca financiarse por esta vía.

No hay que olvidar tampoco los dos informes del Real Instituto Elcano que dejaban claro que, en septiembre de 2017, durante el momento álgido del proceso independentista, la actividad cibernética de Rusia hacia Cataluña se había incrementado un 2.000 %. Y también cuando la Guardia Civil clausuró, por orden judicial, la web oficial creada por la Generalitat de Cataluña para la consulta del censo del referéndum ilegal del 1 de octubre de 2017, fueron los ciberactivistas rusos los que crearon links para mantener vivo el acceso a la web donde consultar los puntos de votación

Unas conexiones, en cualquier caso, que se han estaban apuntalando cada vez más y que molestaban especialmente a ERC, hasta el punto de provocar un cisma entre los dos socios de Gobierno. Así, por ejemplo, el portavoz de los republicanos en el Congreso, Gabriel Rufián, se llegó a referir a estos contactos, desde el espacio de la antigua Convergencia, como «señoritos que se paseaban por Europa reuniéndose con la gente equivocada, porque así durante un rato se creían que eran James Bond. No nos representan. Y me estoy conteniendo, porque es de una frivolidad terrible». Desde Junts llegaron a calificar a Rufián de «miserable» e «ignorante» y uno de los implicados en este asunto, Josep Lluís Alay, pidió a ERC que se desmarcara de su portavoz en el Congreso.

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