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Pedro Sánchez durante la sesión de control de este miércoles

Pedro Sánchez durante la sesión de control de este miércolesEFE

Sesión de control de alto voltaje

Sánchez contradice la versión de Robles sobre el cese en el CNI en su huida hacia adelante

El presidente aduce un «fallo claro de seguridad» y rebusca en la basura de Gürtel y Kitchen para defenderse del PP contraatacando. La ministra de Defensa, más a la defensiva que nunca

Falta comunicación entre Pedro Sánchez y Margarita Robles. O eso o más bien la ministra de Defensa no se da por enterada. El presidente del Gobierno ha atribuido a un «fallo claro de seguridad en las comunicaciones del Gobierno» la destitución de la directora del CNI. Y ello ni 24 horas después de que Robles la achacara, por el contrario, a la necesidad de dar «impulso» al CNI.

La sesión de control al Ejecutivo de este miércoles en el Congreso ha estado casi monopolizada por el escándalo del espionaje, con el presidente, sus vicepresidentas y los ministros rebuscando en la basura del caso Gürtel y de la operación Kitchen para defenderse del PP contraatacando.

Sánchez ha llegado a llamar a los populares «mangantes» y ha sostenido que cuando él llegó al Gobierno tuvo que desmontar una estructura «paramilitar» montada en el Ministerio del Interior y desclasificar documentos para llevar al ex ministro Jorge Fernández y al ex secretario de Estado de Seguridad Francisco Martínez ante la Justicia. «¿Qué tenía que hacer yo ahora, encubrir un delito?», ha preguntado el presidente a la Cámara, en alusión al hackeo a su teléfono y a los de Margarita Robles y Fernando Grande-Marlaska.

Poco después su escudero, el ministro de la Presidencia, ha espetado a la bancada del PP: «¿Qué hubieran hecho ustedes? Hubieran ocultado el delito y hubieran destruido a martillazos las pruebas para no colaborar con la Justicia», según Félix Bolaños.

Curiosamente, el único que ha apoyado la versión de Sánchez, Bolaños y hasta de Nadia Calviño de que es el espionaje a altos cargos del Gobierno el que ha llevado al relevo de Paz Esteban ha sido el portavoz de ERC, Gabriel Rufián. «Se ha espiado o se está espiando a Sánchez», ha afirmado, aparentemente escandalizado. «No pedimos explicaciones como independentistas, sino como demócratas», ha añadido.

Rufián ha mantenido un toma y daca con la ministra de Defensa, pero sin llegar a pedir esta vez su dimisión. Se ha limitado a decir que Robles es «responsable por acción u omisión». La cabeza de Esteban ha servido para bajar los decibelios de Esquerra, que no de Junts per Catalunya. Al menos, en Madrid.

Margarita Robles, a la defensiva

La tensión en el hemiciclo ha sido constante toda la mañana. Especialmente durante la intervención de la titular de Defensa, minutos en los que el vicepresidente primero del Congreso ha tenido que interrumpir por dos veces la sesión de control para pedir silencio.

La ministra Robles este miércoles en el Congreso

La ministra Robles este miércoles en el CongresoEFE

A la ministra se le ha visto a la defensiva, pidiendo al diputado del PP José Antonio Bermúdez de Castro que no le dé lecciones, «ni usted ni nadie», del apoyo a las Fuerzas Armadas y del CNI. «Si hay alguien que los defiende es esta ministra», ha argumentado Robles, en línea similar a su comparecencia del martes tras el Consejo de Ministros.

En su cara a cara con Rufián, la ministra ha tirado la piedra y escondido la mano. Lo ha hecho al insinuar que en las órdenes judiciales que la ya ex directora del CNI mostró el jueves pasado en la Comisión de Secretos Oficiales hay algo que el portavoz de ERC no quiere saber. «¿Qué hizo en la Comisión -de la que Rufián forma parte-, vio, examinó? Pues ahí lo tiene», le ha dicho Robles. «Y, si no, por algo será, porque no quiere saber la verdad».

Mención aparte merece la alusión autobiográfica del portavoz de Ciudadanos, Edmundo Bal, que siendo abogado del Estado fue destituido por negarse a abandonar su tesis de que el 1-O se cometió un acto de rebelión y rebajarlo a sedición, como le exigió la entonces ministra de Justicia, Dolores Delgado.

«También le pidieron mi cabeza y bajó el pulgar. Yo sé lo que es entrometerse en su camino», le ha espetado Bal a un presidente impertérrito. Tanto, que Sánchez le ha contestado con desdén: «Debe de ser frustrante sentirse tan bueno como tan poco reconocido», recordándole que en las elecciones madrileñas de hace un año no sacó «ni su escaño» en la Asamblea de Madrid.

Pese a otra sesión de control de alto voltaje, el presidente del Gobierno ha dejado el mismo mensaje nítido de siempre: la legislatura durará hasta finales de 2023 y la estabilidad está «garantizada».

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