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Santiago del Valle

Santiago del Valle durante su juicioEFE

Los juicios que conmocionaron a España (V)

Santiago del Valle, el pederasta que seguía abusando (y matando) a niñas pese a estar condenado

Cuando del Valle asesinó a principios de 2008 a la niña Mari Luz ya tenía a sus espaldas dos sentencias judiciales por abusos sexuales a menores

Santiago del Valle era un reconocido pedófilo. Sus sentencias judiciales lo califican como un hombre «con impulsos sexuales intensos y recurrentes, con fantasías o comportamientos sexuales con niñas prepúberes». Sin embargo, no sufría una «alteración de sus capacidades intelectivas, cognitivas ni volitivas» y era capaz «de comprender la ilicitud de sus acciones y de actuar conforme a dicha comprensión». De hecho, esta circunstancia no le impidió realizar con cierta normalidad algunos aspectos de su vida, ya que llegó a contraer matrimonio y a tener una hija, que falleció trágicamente en 1992.

Pese a todo, sus abusos sexuales comenzaron muy pronto. Una de sus tres hermanas reconoció en una entrevista que cuando tenía 5 años y del Valle 13 abusaba de ella reiteradamente. Mientras todo el mundo en su casa estaba dormido, Santiago se metía en la cama de su hermana pequeña y la obligaba a masturbarle. Cuando en enero de 2008 tocó y asesinó a la niña Mari Luz de solo 5 años –el caso que por su crudeza fue más mediático– del Valle ya había sido condenado por dos sentencias por abusos sexuales, a las que se le unen tres posteriores.

Toda muerte causa dolor, pero la muerte despiadada, sin sentido, de una niña de cinco años, cómo se reparaSentencia condenatoria de Santiago del Valle

En esa fecha, debido a una serie de errores judiciales, el abusador llevaba evitando la cárcel seis años, desde 2002. Un juez de Sevilla tardó cuatro años en considerar probados unos abusos, y condenó al pederasta a dos años y nueve meses de prisión. Sin embargo, la defensa recurrió en apelación, y se tardó otros tres años en confirmar la resolución. Cuando se quiso detener a del Valle se había mudado, por lo que se le pasó a considerar en paradero desconocido. Santiago –que en ese momento vivía en Gijón– abusó de otra menor, por lo que también fue condenado.

La causa de Mari Luz

El 13 de enero de 2008 Santiago del Valle residía junto a su mujer y su hermana en la barriada onubense de El Torrejón, después de haber vivido –y abusado– en otras ciudades. Mari Luz, de cinco años, se dirigió a las 16:30 a un quiosco muy cercano a su casa para comprar unas chuches. A la vuelta de este, Santiago, «con la finalidad de satisfacer su ánimo libidinoso», le tiró a la acera «un osito de color blanco». La niña cogió el osito y del Valle le hizo gestos para que entrara en su domicilio. Cuando llegó a su casa, Santiago «comenzó a efectuar diversos tocamientos sobre su cuerpo». Sin embargo, la menor se resistió, y para evitar que se fuera, comenzó a agarrarle «por la muñeca y por el tórax, originándose un forcejeo».

Fui a donde ocurrió todo y anduve el camino que hizo Mari Luz desde su piso hasta el quiosco donde compró las chuches, pasando por la ventana de del Valle, su vecino, que estaba a 30 metros. Helaba la sangreLidia JiménezPeriodista que cubrió el caso de la niña Mari Luz

Mari Luz sufrió lesiones que la dejaron inconsciente. Entonces, del Valle decidió deshacerse del cuerpo. Cogió un carrito de la compra y metió a la niña dentro, tapándola con un chaquetón para evitar que sobresaliera. Es en ese momento cuando encuentra una cómplice. Fue a la habitación de su hermana, Rosa, que se encontraba durmiendo la siesta. Tras despertarla, Santiago le contó «lo que minutos antes había sucedido», y le pidió «que le ayudara a trasladar a la menor» con el coche de ella. Decidieron salir del domicilio, e introdujeron el carrito con la niña Mari Luz en el maletero, para después trasladarse hasta «la zona de las Marismas próxima el Estero del Rincón». Tras ello, del Valle «sacó el carrito del maletero y arrojó a la menor al agua cuando aún estaba viva, produciéndose la muerte de la menor por asfixia por sumersión».

A la hora de planificar su huida ambos hermanos deciden separarse. Del Valle volvió a su casa andando, mientras que la hermana se fue en el coche. Por la tarde la mujer de Santiago le contó que los familiares de Mari Luz habían estado en su casa buscando a la menor. Siguiendo su habitual modus operandi, el matrimonio huyó de la localidad a las 5:30 de la mañana. Pasaron un día en Sevilla, y el próximo en Granada, lugar en el que «fueron detenidos sobre las 22:45 horas en la estación de autobuses por funcionarios policiales y trasladados a la Comisaría de Policía Nacional en donde tras prestar declaración fueron puestos en libertad». A continuación, se trasladaron a las localidades de Madrid, Valencia y finalmente al municipio conquense de Pajaroncillo, sitio al que también acudió Rosa del Valle, y donde ambos familiares fueron finalmente detenidos el 25 de marzo de 2008.

La agonía de la búsqueda

El cuerpo de Mari Luz –que había sido arrojado al agua con vida– fue encontrado por los operarios de una empresa de hidrocarburos el 7 de marzo, 54 días después de su aparición. Durante casi esos dos meses los medios de comunicación se volcaron con la búsqueda de la niña desaparecida, con la esperanza de que todavía siguiera viva. El hecho de haber descubierto el cadáver de la menor sirvió para que la Policía centrase sus sospechas en Santiago, que fue detenido menos de 20 días después.

Durante la instrucción la mujer de del Valle, en calidad de imputada, corroboró «el reconocimiento parcial de los hechos efectuado por Santiago», llegando incluso a solicitar «protección frente a su marido». Asimismo, el pederasta aseguró «su implicación directa con los hechos, que empleó el osito» y exculpó «a su mujer y a su hermana». Sin embargo, durante en el juicio del Valle negó haber visto a la niña y haber estado con ella.

Sacó el carrito del maletero y arrojó a la menor al agua cuando aún estaba viva, produciéndose la muerte de la menor por asfixia por sumersiónSentencia condenatoria de Santiago del Valle

La actual profesora de periodismo del CEU San Pablo, Lidia Jiménez, fue de las pocas cronistas que pudo cubrir el caso acudiendo a las sesiones del Tribunal: «Aquello fue tremendo. La sociedad se volcó, y hubo muchísimas manifestaciones. Personalmente, fui al piso donde ocurrió todo y anduve el camino que hizo Mari Luz desde su piso hasta el quiosco donde compró las chuches, pasando por la ventana de del Valle, su vecino, que estaba a 30 metros. Helaba la sangre». Jiménez también ha destacado a El Debate que durante el juicio «era un poema la cara de asco que ponía Rosa del Valle cuando la mujer de Santiago –que había encubierto sus abusos durante años– declaraba. Una de las peores cosas es que Santiago llevara años condenado cuando todo ocurrió, y no le hubieran localizado antes. La verdad es que el juzgado de Sevilla que tenía que ejecutar la sentencia, sin exagerar, podía tener unas 50 cajas llenas de papeles... y cada paquetito de papeles eran trámites que había que realizar. Pero aún así, no se invierte todo lo que se debe en sistemas y personal que agilicen los trámites para evitar estos errores imperdonables».

Justicia poética

De manera inusual, la sentencia que condenó a Santiago y Rosa del Valle cita a ciertos literatos para intentar explicar el dolor causado a la familia de la víctima. «Cómo se valora la vida de una niña de cinco años, cómo se valora la angustia y padecimientos de sus padres, cómo se valora el dolor de sus hermanos, abuelos y tíos. Toda muerte causa dolor, pero la muerte despiadada, sin sentido, de una niña de cinco años, cómo se repara. Ginette Raimbault decía que un hijo es el sostén de nuestras esperanzas. Cómo se reparan esas esperanzas rotas, cómo se mitiga el duelo de sus padres. Cómo se valora ese dolor del duelo». «'Únicamente aquellos que evitan el amor, pueden evitar el dolor del duelo' (Brantner). Cómo se valora toda una expectativa de vida. Cómo se puede aliviar ese dolor constante y permanente, 'el pesar oculto, como un horno cerrado, quema el corazón hasta reducirlo en cenizas' (Shakespeare). Y hemos de concluir que no hay indemnización alguna que ni tan siquiera disminuya esa pérdida, la ausencia de Mari Luz es irreparable».

Santiago del Valle fue condenado a 19 años de prisión por el asesinato a la niña Mari Luz. Además, también se le declaró responsable de un abuso sexual –con el agravante de reincidencia– por el que se le condenó a otros tres años de cárcel. Respecto a su hermana Rosa, el tribunal falló en su contra con una condena de 9 años de prisión. Igualmente, a ambos hermanos se les prohíbe residir en la provincia de Huelva; durante 32 años en el caso de Santiago y 19 en el de Rosa. Por su parte, las indemnizaciones para la familia de Mari Luz ascendieron a 185.000 euros. El caso acabó llegando hasta el Supremo, que decidió inadmitir el recurso de casación.

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