El laberinto catalán
Puigdemont teme la reacción de sus bases el 11-S por su pacto con el PSOE
De cara a la tradicional Diada, la decisión de Junts de apoyar a Francina Armengol para presidir el Congreso ha levantado ampollas entre las bases independentistas, con algunas críticas hacia el fugado
Tras cuatro años en los que Junts acusó a Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) de criptoespañolista y autonomista por pactar con el PSOE, Carles Puigdemont facilitó el pasado jueves la elección de una Mesa del Congreso de los Diputados al gusto de Pedro Sánchez y las bases independentistas, que calientan motores para su movilización anual de la Diada, se han dividido entre el silencio y la crítica a la decisión de Puigdemont tomada desde las brumas de Waterloo.
La Asamblea Nacional Catalana (ANC), aliada tradicional de Junts per Catalunya, emitió un duro comunicado minutos después de conocerse el acuerdo entre Sánchez y Puigdemont en el que, en alusión directa a ERC y Junts, afirmó que «facilitar la constitución de la Mesa del Congreso es entrar en el juego de quien nos quiere súbditos».
Para la ANC, «solo el bloqueo de las instituciones españolas puede precipitar el colapso del Estado y forzar a los partidos españoles a la necesidad de resolver el conflicto catalán si quieren gobernar». Para la organización de referencia del independentismo, «cualquier pacto con el partido que quiera gobernar el Estado solo puede ser asumible como resultado del reconocimiento explícito que el referéndum de independencia –del 1 de octubre de 2017– fue un acto de soberanía que valida a Cataluña como sujeto político en conflicto con el Estado».
Junqueras fue abucheado
La organización encabezada por Dolors Feliu, ex alto cargo de Convergència i Unió (CiU) y de la Generalitat, afirma en relación al acuerdo que «se ha hecho prevalecer los intereses partidistas por encima de los intereses y necesidades de la nación –catalana–».
La reacción de la ANC ha generado inquietud en la dirección de Junts, que pocas horas después del pacto para encumbrar a la presidencia del congreso a la socialista Francina Armengol a cambio que de Junts y ERC tengan grupo parlamentario- estatus que no les pertenecía al no haber alcanzado el 15% del voto en las cuatro provincias en las que concurrían- ha empezado a afirmar que su voto en la Mesa no presupone su voto en la investidura.
Detrás de esas excusas está el temor de Junts a ser recibido en la manifestación del 11-S de la misma forma que se ha recibido a los dirigentes de ERC los últimos años. Hay que recordar que en la última cumbre hispano-francesa celebrada en Barcelona, el líder de ERC, Oriol Junqueras, tuvo que marcharse precipitadamente a causa de la protesta organizada por la ANC al ser increpado por los manifestantes.
ERC renunció a participar en la manifestación del 11-S en 2022, que tuvo una merma importante de público y ni de lejos alcanzó las cifras magnificas de los años 2014 a 2018, pero los cargos del partido de Aragonés y Junqueras, que asistieron a título personal, como la expresidenta del Parlamento catalán Carme Forcadell, fueron abucheados por el público asistente mientras aclamaban a la por entonces homóloga, Laura Borras, líder de Junts.
En la formación, cualquier escenario previo al 11-S es malo. Si el pleno de investidura se celebra el 8 de septiembre, es prácticamente seguro que ya hubieran dado su plácet a la continuidad de Sánchez y deberían enfrentarse tres días más tarde, en la manifestación, a sus propias bases que durante años han comprado el mensaje de Puigdemont y los suyos de que la independencia solo se conseguirá por la vía unilateral. Fue este leitmotiv el que llevó a Junts a abandonar el Gobierno catalán en otoño de 2022.