La otra cara de la exclusiva de El Debate
La intrahistoria del viaje de Yolanda Díaz a Bruselas: cervezas, retrasos y un desayuno en la habitación
Cuando El Debate desveló los planes de la reunión con Puigdemont, la vicepresidenta optó por esconderse hasta que tuviera que partir hacia el Parlamento
Yolanda Díaz ya está en Madrid después de tener la reunión que siempre había querido tener con Carles Puigdemont. La vicepresidenta del Gobierno organizó el desplazamiento a Bruselas con el mayor sigilo posible, ocultando su viaje incluso en el interior de Moncloa y sin importarle demasiado si podía sentar bien o mal en las filas del PSOE, su socio.
La líder de Sumar estaba «emocionada» por el encuentro. Así se lo reconocía la noche anterior al equipo que se había desplazado con ella hasta capital belga. Con ella viajaron su responsable de prensa, su fotógrafa de cabecera y la encargada de hacerle los vídeos. En Bruselas la esperaban ya Jaume Asens, que actualmente lleva las negociaciones de Sumar para la investidura, y el jefe de gabinete de la vicepresidenta, que habían llegado antes procedentes de Barcelona.
Exclusiva | El Debate la localiza en un hotel de Bruselas
Viaje de Yolanda Díaz a Bruselas para reunirse con el prófugo Puigdemont
La vicepresidenta del Gobierno tenía tantas ganas de reunirse con Puigdemont que solo el temporal que azotaba Madrid podía desbaratar sus planes. Por suerte para ella, en vez de la tormenta del siglo cayó simplemente mucha agua y los vuelos pudieron salir de Barajas con normalidad. Tarde, pero con el ritmo habitual.
Así, llegó Yolanda Díaz a Bruselas minutos antes de las 23 horas, cuando su avión debería haber aterrizado a las 22.30, un vuelo de Iberia en el que alguno se sorprendió al verla. Tampoco habría sido algo extraordinario, a menos que se hubiera acudido a la agenda de Moncloa del día siguiente y se hubiera comprobado que no tenía acto alguno programado en Bélgica.
Una vez en Bruselas, las cuatro mujeres de la delegación pusieron rumbo al hotel Radisson Red, donde tenían reservadas sus habitaciones, cercano al Parlamento Europeo, donde al día siguiente tenían la cita con Puigdemont. A esas horas en Bélgica es difícil conseguir hasta un vaso de agua, pero en el hotel disponían de una nevera provista con víveres para huéspedes tardíos. Unas cuantas cervezas belgas para el grupo y «agüiña» para la vicepresidenta.
Había mucho que celebrar, porque consideraban que este encuentro con Puigdemont podía desenquistar las relaciones entre el PSOE y Junts de cara a la investidura. Cerca de una hora de charla para organizar la estrategia de comunicación en torno a la reunión. ¿Prensa sí o no? ¿Cuándo sería mejor informarles? De una forma o de otra, había que explotar la foto con el expresidente de la Generalitat.
El día siguiente amaneció de forma bien diferente en la delegación desplazada a Bruselas. El Debate desveló a primera hora los planes de la vicepresidenta del Gobierno, pues este periodista había sido testigo de su llegada al hotel belga y de su conversación. La exclusiva molestó a Yolanda Díaz. Habían quedado a las 8.20 horas para desayunar antes de la reunión, pero ella prefirió no bajar y así evitar ser vista. Se quedó en su habitación de la cuarta planta, a donde su jefa de prensa le subió un café y un par de croissants para que tomara algo.
Poco después, el equipo emprendió el camino hacia el Parlamento, momento en el cual fue fotografiada por El Debate. Doscientos metros separaban el hotel de la sede europea, una distancia más que asequible para hacer a pie con el trolley. No había mucho tiempo después de la reunión, así que de allí directas al aeropuerto y a Madrid. El jueves Yolanda Díaz volverá a Bruselas, pero a buen seguro que no será para ella igual de emocionante.