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Sánchez y Redondo Terreros en la capilla ardiente de Nicolás Redondo padre, en enero

Sánchez y Redondo Terreros en la capilla ardiente de Nicolás Redondo padre, en eneroEFE

Irreconciliables

La expulsión de Redondo Terreros agranda la ruptura entre el sanchismo y el PSOE de la conciencia

La manu militari de Ferraz es una advertencia al resto de críticos. El cisma se hará visible en la presentación del libro de Guerra, el miércoles: no irá nadie de la actual dirección

El lunes en Ferraz, la vicesecretaria general del PSOE dejó una de sus frases titular. «En este PSOE, el que se mueve sí sale en la foto», presumió María Jesús Montero cuando le preguntaron por las críticas de la llamada «vieja guardia» a la amnistía, parafraseando a Alfonso Guerra. Quería dar a entender que la dirección de Pedro Sánchez acepta y encaja las críticas.

Sin embargo, la número dos de los socialistas se calló esa mañana que, a puerta cerrada, la Comisión Ejecutiva Federal del partido acababa de expulsar a Nicolás Redondo Terreros por «reiterado menosprecio» al PSOE. Aunque la noticia no trascendió hasta este jueves. A Montero no le costó disimular en la rueda de prensa. También a Patxi López se le olvidó mencionarlo el miércoles en el Congreso, cuando mandó callar a José María Aznar. Precisamente López, que fue quien sucedió a Redondo Terreros como secretario general del PSE.

El PP no tardó en poner calificativos a la expulsión de un histórico socialista como lo es él, en plena polémica por la amnistía que negocia Sánchez con los independentistas. «Es un paso más en la deriva del PSOE hacia lugares peligrosos, llevando hacia el precipicio a los que no dicen 'sí, señor' a Sánchez», lamentó Alberto Núñez Feijóo. «Un partido político no debería ser una secta», señaló el portavoz de campaña del PP, Borja Sémper. «La inquisición se instala en Ferraz», añadió el líder de los populares vascos, Carlos Iturgaiz.

La manu militari de Ferraz no es solo un escarmiento a un militante incómodo, sino también una advertencia al resto. De una semana a otra, en Ferraz y la Moncloa han pasado de ignorar las voces críticas a cercenarlas; de ordenar a los dirigentes actuales no entrar en debates sobre la amnistía a arremeter públicamente contra los disidentes.

Lo que subyace bajo este golpe de timón es que la preocupación ha empezado a instalarse en los despachos de poder del PSOE y de la Moncloa, por la contestación creciente a la amnistía, como ya ha contado este periódico. Contestación que no viene solo de la vieja guardia del PSOE, ni solo del PP y de Vox, ni solo de Sociedad Civil Catalana. Sino de dentro del PSOE y de los votantes de Sánchez.

El próximo miércoles se hará más visible que nunca la ruptura entre la dirección de Pedro Sánchez y el PSOE pasado. Será con motivo de la presentación del libro de Alfonso Guerra en el Ateneo de Madrid, donde compartirá escenario con Felipe González por primera vez en décadas.

La presentación del libro de Alfonso Guerra servirá para visibilizar el cisma entre el actual PSOE y el de antes

Fuentes de la organización confirman a El Debate que no habrá nadie de la actual cúpula del partido entre el público. Ni siquiera el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, que ha criticado abiertamente la posible amnistía. Como lo hizo antes con la derogación de la sedición y la rebaja de la malversación y, aun antes, con los indultos a nueve de los condenados por el procés.

A Ferraz no le ha hecho falta prohibir a sus dirigentes la asistencia. Todos saben lo que hay que hacer en estos casos: el vacío. Como lo supieron cuando Iván Redondo presentó su libro (escrito por el periodista Toni Bolaño) apenas cuatro meses después de ser destituido como todopoderoso jefe de Gabinete del presidente del Gobierno. Tampoco entonces hizo falta que el partido recordara a los suyos la inconveniencia de retratarse junto a un defenestrado.

Por el contrario, en la presentación del libro de Guerra sí estará Redondo Terreros, ya confirmado. También Joaquín Leguina, que vivió su expulsión del PSOE el pasado mes de diciembre, aunque la recurrió. El aforo ya está completo, y las previsiones de la organización se han visto desbordadas. Asistirán también muchos exministros de González y expresidentes regionales del PSOE.

Evidentemente no estará José Luis Rodríguez Zapatero, del todo alineado con Pedro Sánchez, al que Sumar ha propuesto como mediador en la negociación con Carles Puigdemont. Pero tampoco el otro exsecretario general del PSOE que queda vivo, Joaquín Almunia. A pesar de que, la semana pasada, este último se mostró contrario a la amnistía. Según Almunia, no se dan las condiciones «desde el punto de vista político del interés general de la sociedad». Al menos, «de momento».

El PSOE bromeaba con que a Alberto Núñez Feijóo iba a hacérsele muy largo el mes que transcurrirá desde que recibiera el encargo del Rey y hasta su investidura. Pero a los socialistas se les va a hacer aún más largo hasta la investidura de Sánchez. Y más, todavía, si fracasa en su objetivo de sumar a Junts.

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