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Sánchez se quita la careta: «Por el interés de España defiendo hoy la amnistía en Cataluña»

Sánchez se quita la careta: «Por el interés de España defiendo hoy la amnistía en Cataluña»

Causas Pendientes

El PSOE acelerará la tramitación de la amnistía tras la jura de la Constitución de la Princesa de Asturias

Pedro Sánchez sabe que los plazos no permitirán aprobar el futuro texto de la norma, antes de su investidura, pero trata de lograrla garantizando, al menos, el debate parlamentario sobre la misma

No conviene confundir Estado con Gobierno, mucho menos si éste, como el actual, está en funciones. Ni, tampoco, restar protagonismo al Jefe del Estado, o su heredera, con las ínfulas del candidato a la Presidencia del Ejecutivo. Así las cosas y a tres días vista de la jura de la Constitución de la Princesa de Asturias, Doña Leonor, tras alcanzar la mayoría de edad, el protocolo institucional ponía pie en pared para evitar que nada empañe el solemne acto que tendrá lugar en la sede parlamentaria de la soberanía nacional, el Congreso, el próximo martes. Ni siquiera las prisas de Pedro Sánchez por arrancar los trámites de la amnistía, de la que depende el éxito de su investidura, tenían cabida antes del ansiado acontecimiento.

Sin embargo, el escenario cambiará una vez se haya superado la fecha elegida para que la sucesora al trono de España, como parte de la Corona, preste compromiso formal con los derechos y libertades de los ciudadanos. Será entonces cuando el PSOE pase de pantalla e impulse, por paradójico que parezca, los trámites necesarios para la amnistía que se dispone a dinamitarlos.

Así las cosas, según ha podido saber este periódico, la maquinaria socialista está obligada a pisar el acelerador si quiere que antes de la investidura de Sánchez –cuya fecha límite es el 27 de noviembre–, la Mesa del Congreso haya registrado la norma, la haya calificado y, como mínimo, la presente a debate en el hemiciclo, para garantizarse que los separatistas den por válido el pacto.

En el PSOE son conscientes de que superada la prueba del Comité Federal de este sábado –en el que su secretario general, y candidato a la reelección, daba un doble salto mortal para defender, públicamente, la amnistía por segunda vez (la primera en clave doméstica)– ya no queda margen de maniobra para la aprobación de la futura y eventual ley que la recoja.

No en vano, cada vez cobra más fuerza la idea de sea el próximo día 13 de noviembre cuando Sánchez se presente en el Parlamento y defienda su propuesta política para los próximos cuatro años de legislatura. Aunque, por aquello de las supersticiones, hay voces que apuntan a que podría elegirse el día 6, aunque esta última opción se presenta muy ajustada teniendo en cuenta que, más allá del acuerdo escenificado con Sumar, todavía queda anunciar los alcanzados con el BNG, Bildu, PNV y ERC quien, en las últimas horas, ya ha advertido que sin un acuerdo sobre financiación «será muy difícil la investidura». O, el propio Junts, de quien nace, y depende, la exigencia de la amnistía que el Gobierno en funciones tendrá que agilizar.

Desde el martes, la maquinaria socialista irá a todo gas para avanzar en el registro de la amnistía, sabiendo que la fecha de investidura que cobra más fuerza es la del 6 de noviembre

Sea como sea, la realidad es que ni apretando los plazos previstos para una norma que llegará al Congreso con arreglo a la fórmula de la proposición de ley y bajo la premisa de un trámite exprés de la lectura única. Cabe recordar aquí que, atendiendo a la naturaleza del texto y al carácter del mismo, la urgencia en la tramitación la determina la Mesa parlamentaria.

Y, aún cuando se reconociese la misma por parte del órgano colegiado del Congreso, a partir del miércoles habría que convocar una Mesa extraordinaria que analice la cuestión, con un mínimo de 24 horas de antelación. Una Mesa que redacte el orden del día del Pleno cuyo contenido tendrá que notificarse a la Junta de Portavoces. Tras la deliberación parlamentaria, además, el texto aprobado tendrá que remitirse al Senado, lo que implica un plazo de 20 días más, para luego regresar al Congreso. El contador está en marcha y avanza contrarreloj sin importarle, lo más mínimo, los planes de Puigdemont y Sánchez.

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