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La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz

Yolanda Díaz conversa con Teresa Ribera el miércoles en el SenadoEFE

Su primera crisis

El mazazo de Podemos agrava los problemas de Yolanda Díaz en el Gobierno y en Sumar

El PSOE la culpa, en exclusiva, de la caída del decreto del subsidio de desempleo. Ha perdido cinco diputados, Podemos quiere destruirla, con Rufián no se habla y las gallegas pintan muy mal

El próximo miércoles, Podemos cumplirá 10 años de vida. Pero el partido que fundaron entonces Pablo Iglesias, Íñigo Errejón y Juan Carlos Monedero –entre otros– decidió celebrarlo con una semana de antelación en el Senado. Sin velas, pero con tartazo a Yolanda Díaz.

El voto en contra de los cinco diputados morados a la convalidación del decreto ley sobre la reforma del subsidio de desempleo dejó a la vicepresidenta segunda como la gran perdedora del primer trance parlamentario del Gobierno en esta legislatura. Ella lo sabe y en Sumar también lo saben. Por eso, este jueves la formación puso en marcha un plan de emergencia para solventar la crisis reputacional de su líder, que si de algo ha presumido siempre es de su capacidad de diálogo y negociación para llegar a acuerdos.

La líder de Podemos, Ione Belarra, el miércoles en el Senado

La líder de Podemos, Ione Belarra, el miércoles en el SenadoEFE

Por un lado, la propia Díaz anunció desde Bruselas que convocará de inmediato a los agentes sociales para negociar el nuevo subsidio de desempleo, una vez derogado el decreto ley. Hasta allí viajó para participar en un consejo informal de ministros de Empleo de la UE y desde allí cargó contra Podemos con dureza: «Ayer (por el miércoles) la derecha, la extrema derecha y Podemos han recortado los derechos de los parados y las paradas españolas», señaló.

Sumar puso en marcha el jueves un plan de emergencia para resolver la crisis reputacional de su líder

En paralelo, diversos portavoces de Sumar se repartieron por los medios de comunicación para dejar claro que lo del miércoles no fue un asunto político, sino personal. La diputada catalana Aina Vidal llegó a afirmar que fue el «odio personal» de Pablo Iglesias a su sucesora (él mismo la designó) lo que llevó a Podemos a votar en contra. Y Marta Lois criticó el «juego de vendettas».

Además, Sumar colgó este jueves un vídeo en sus redes sociales presumiendo de que si hay Gobierno de coalición es gracias a ellos y a su resultado en las elecciones generales. Vídeo en el que su líder señala: «Ahora toca avanzar, no conformarnos. Seguir creciendo y creando y fortaleciendo. Vamos a seguir construyendo nuestra democracia». A mayores, el Ministerio de Trabajo tratará de pasar página anunciando la cifra definitiva de la subida del salario mínimo interprofesional para este año.

La relación entre Díaz y Podemos es insalvable y un problema mayúsculo para el Gobierno. No en vano, cada vez que los morados unan sus cinco votos al bloque de oposición de 171 escaños que suman el PP, Vox y UPN echarán por tierra cualquier iniciativa de la coalición. Y mira que los socialistas ya avisaron a Díaz en octubre, mucho antes de la formación del nuevo Ejecutivo, de que debía controlar a Podemos porque podían acabar todos muy mal, como reveló entonces este periódico.

En el ala del PSOE en el Gobierno experimentan a esta hora sentimientos encontrados. Por un lado, les produce cierto regocijo la cura de humildad que recibió la vicepresidenta segunda. Horas antes de la votación, Díaz mantuvo una larga conversación con un nutrido grupo de periodistas en los pasillos del Senado en la que criticó la manera de negociar del PSOE, in extremis, y presumió de que ella jamás lo haría así. Después vino el mazazo.

Los propios socialistas se están encargando de colocar el cortafuegos en el Ministerio de Trabajo. Según estos, el fracaso del decreto ley no es achacable al Ejecutivo, sino directamente a Díaz, que fue la que se encargó de negociar su apoyo con los grupos parlamentarios. De hecho, desde la Moncloa recuerdan que, el lunes, la propia Díaz telefoneó a Borja Sémper sin conocimiento de Sánchez para tantear a los populares.

Yolanda Díaz y Félix Bolaños el miércoles en sus escaños

Yolanda Díaz y Félix Bolaños el miércoles en sus escañosEFE

Lo cierto es que los problemas se le acumulan a la vicepresidenta segunda y líder de Sumar. Empezó la legislatura liderando un grupo parlamentario de 31 diputados y ahora le quedan 26, de manera que su fuerza ha mermado. A ello se une que la máxima aspiración del partido de Ione Belarra es destruirla. Pero es que, además, no solo está peleada con Podemos, sino que también mantiene una pésima relación con el portavoz de ERC, Gabriel Rufián. En su caso, desde los tiempos de la negociación de la reforma laboral, que a punto estuvo de tumbar Esquerra.

Las gallegas, una prueba para Díaz

Su situación puede ir a peor si Sumar no llega al 5 % de voto en las elecciones gallegas y, por lo tanto, se queda fuera del Parlamento de Galicia. Porque la derrota se le achacará directamente a ella, que ha colocado como candidata a una mujer de su confianza: la portavoz de Sumar en el Congreso, Marta Lois. Precisamente este viernes, Díaz viaja a Vigo en compañía de Errejón para arropar a su candidata en un mitin.

En diciembre, la líder de Sumar intentó un acuerdo con Podemos para presentarse juntos a esos comicios y tener más opciones, pero la militancia morada votó en contra. Las bases de Podemos aborrecen a la vicepresidenta segunda aún más que los dirigentes de la formación, no hay más que pasearse por sus foros para comprobarlo.

Sánchez supo ver el mal momento por el que atraviesa su socia hace tiempo. A finales de noviembre, el PSOE hizo algunos movimientos bajo cuerda para intentar que Sumar no concurriera a las elecciones gallegas. O, al menos, que no lo hiciera en las circunscripciones de Lugo y Orense y se sacrificara por un bien superior: el de Sánchez, con el argumento de que así la izquierda tendría más opciones de frustrar la mayoría absoluta del PP. Como contó El Debate entonces, aquello puso en alerta a Díaz, que entendió que el presidente acabará con Sumar si puede, igual que acabó con Podemos.

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