La confesión del asesino de Morata: «No os preocupéis, he matado a mi compañero de celda, pero lo he limpiado todo»
Se llama Dilawar Choudhary y estaba en prisión como sospechoso del crimen a golpes de tres hermanos de Morata de Tajuña, Madrid
Los trabajadores de la prisión de Estremera, en Madrid siguen sin dar crédito: sobre las 2.30 de la madrugada del pasado jueves 15 de febrero, al funcionario que cubría el turno de noche en el módulo 12, le sonó el interfono. Al otro lado del aparato hablaba Dilawar, también apodado «El Negro». Le preguntaron qué pasaba y él con voz tranquila respondió: «Acabo de matar a mi compañero de celda».
La espontánea confesión tiene otros elementos perturbadores: «Pero no os preocupéis porque lo he limpiado ya todo y he tapado el cadáver con una manta». Al principio, no sabían si se trataba de una broma o una confesión real, pero finalmente le hicieron caso. Se pusieron en marcha todos los protocolos para estos casos. Cuando llegaron a la celda, los funcionarios se encontraron con un panorama desolador.
Dilawar les esperaba sentado, tranquilo. Había recogido sus cosas y había hecho el petate como para marcharse. Sobre una de las camas estaba su compañero de celda, tumbado, con una manta que le tapaba cuerpo y cara. Al retirarla pudieron observar que tenía el cráneo destrozado a golpes.
«¿Lo has matado mientras dormía?», le preguntaron. «No, no. Ha sido en defensa propia», se justificó. «Él me intento pegar», explicó mientras miraba el disco metálico de una pesa, «y yo me defendí. Legítima defensa», respondió. Sin embargo, todo apunta a que Dilawar le robó la vida a su compañero mientras dormía.
«¿De dónde has sacado el disco de metal?», le preguntaron. «Yo no fui. Lo robó él del gimnasio y lo trajo a la celda. Lo he matado, pero lo he limpiado todo. He recogido y quitado las manchas», siguió comentando impasible.
Los trabajadores de la prisión de Estremera todavía se preguntan si Dilawar, el asesino confeso, es incapaz de controlar sus impulsos o por el contrario si padece algún tipo de enfermedad mental. «Está fatal», comentan, pero sin que esa descripción se ajuste de forma clara a ninguno de las dos diagnósticos. Apuntan a que el móvil del crimen es que el preso olía mal y que se había negado a ducharse dos veces.
Se da la paradoja de que Dilawar, ahora mismo, está en prisión por el crimen de tres hermanos en Morata de Tajuña en Madrid y también por el homicidio de su compañero de celda: Ángel Asenov Velikov, de 40 años. Lo llamativo es que al estar provisional por dos causas, un mismo día de prisión se descuenta de las dos posibles condenas. Es decir que cuenta para los crímenes: un sinsentido más dentro de una orgía de sangre y violencia.