Un jurado absuelve por siete votos a dos a tres policías de matar a un joven que les atacó con un cuchillo
Los miembros del jurado han considerado que los agentes no pudieron hacer otra cosa que dispararle para salvar sus propias vidas
«El chico que está rebelde. Fuimos a entrar a la casa y está con un cuchillo y no nos quiere dejar entrar». Es la llamada de auxilio de Esther, la madre de Kebyn, a la Policía Nacional. Su hijo está atrincherado en la casa familiar y está armado. «Los hijos están discutiendo y uno de ellos ha amenazado con un cuchillo al otro».
Por miedo todos bajan a la calle y dejan a Kebyn en casa, con los cuchillos, fuera de sí. Allí esperan a que lleguen los agentes. Llevan días soportando una actitud violenta de Kebyn: «Mi hermano Kebyn estaba increpándome. Estaba agresivo y buscando pelea. Llevaba como cuatro o cinco días muy nervioso y comportándose de forma agresiva».
Cuatro policías llegan minutos después. Tres de ellos suben por el ascensor hasta la novena planta. Llevan un escudo de protección para todos. Abren la puerta con las llaves que la propia Esther les ha dejado.
Se encuentran a Kebyn con la mirada perdida y tratando de esconder un cuchillo. Está hasta los ojos de droga. «Le dijimos que lo tirara. Pero nos atacó y recibí varias puñaladas que impactaron en el escudo. Veía pasar el cuchillo por los lados y por encima», comenta uno de los agentes.
El chico intenta agredir a los policías, pero el escudo se impone y evita las cuchilladas. Pero los logra tirar al suelo y romper el escudo. Kebyn aprovecha para atacar a otro agente. «De pronto le vi venir hacia a mí. Esquivé el cuchillo, cogí la pistola y disparé», reconoce uno de los agentes. Lo hizo para salvar su vida. Trata de apuntar a zonas no vitales.
El agresor no se detiene y el resto de policías abren fuego. Los vecinos oyen las detonaciones y llaman a la Policía: «Hemos escuchado lo que parecen disparos, ¿vale? En los pisos de arriba».
Se producen 19 disparos. Siete de ellos impactan en el joven. «Nos ha acometido con un cuchillo», cuenta un agente. «Nos ha quitado el escudo y lo hemos tenido que abatir». Los policías reducen a Kebyn. Sangra mucho, pero continúa oponiendo resistencia.
«Estaba muy agresivo. Está sin engrilletar. Ya le digo que sangra abundante. No podemos taponar las heridas porque está muy agitado», relata uno de los acusados. Los servicios médicos llegan pocos minutos después: «La víctima se encontraba consciente, bastante alterado, sin dejar de realizar movimientos con todo su cuerpo».
Una hora más tarde, Kebyn fallece a causa de las múltiples heridas de bala. Por esta actuación tres agentes se han sentado en el banquillo de los acusados desde principios de este mes acusados de homicidio. Este jueves se ha hecho público el veredicto: absueltos.