La presunta asesina del laxante a la empleada del hogar: «Compra Evacuol hasta agotar existencias»
Comienza en la Audiencia de Valencia el juicio contra una mujer acusada de matar a su pareja, de 68 años, dándole grandes cantidades de laxantes
Lo que los investigadores de la Policía Nacional sospechan es que Mari Carmen, la pareja de Salvador, le suministró laxantes a gogó durante el verano de 2020. Fueron tantos que la víctima desarrolló una diarrea crónica y, tras varios ingresos hospitalarios, falleció el 16 de abril de 2021. ¿Cúal sería el móvil del crimen?
Pues, desde octubre de 2020 y hasta la muerte del hombre, Mari Carmen hizo 152 extracciones de dinero de cuentas corrientes de la víctima y compró bienes, con tarjetas de crédito de Salvador, por valor superior a los 120.000 euros.
El Debate ha accedido a una pieza clave de esa investigación, la declaración de la empleada del hogar donde residía la pareja. Su testimonio revela las argucias de la mujer que se sentará en el banquillo para perjudicar la salud de Salvador.
«Empecé a trabajar como empleada del hogar en casa de Salvador a mediados de junio de 2020», comienza contado Noemí. «Cuando llegué, Salvador tenía una pareja, Mari Carmen y dos hijos, una era Julia y el otro se llamaba como el padre. Julia y Mari Carmen tenían una mala relación. Julia vivía con sus hijas en una pequeña casa que su padre le había construido en el jardín, pero dentro de la misma finca. Lo primero de lo que aviso Mari Carmen cuando empecé a trabajar fue: «Julia tiene prohibida la entrada en esta casa. Aquí vivimos Salvador, mis dos hijas y yo». Eso me dijo».
Pero Julia adoraba a su padre y no se iba a rendir fácilmente. «Ella no paraba de preguntarme por su padre y no paraba de preocuparse por su salud», sigue contando Noemí. Julia le contó que Salvador no podía beber alcohol porque le sentaba muy mal y que padecía diabetes e hipertensión, entre otras muchas patologías. Tenía contraindicado el azúcar. Pero Mari Carmen no paraba de comprar alcohol y de llenar la nevera y la despensa de productos rebosantes de azúcar. «Yo le daba un tazón de chocolate con pan cada mañana, me lo pedía él», reconoce Noemí. «Tenía malos hábitos alimentarios y si yo decía algo para que los cambiase y no tomase chocolate, Mari Carmen me cortaba tajante: «Dejadle disfrutar». Era ella la que compraba los alimentos de la casa».
Salvador se comportaba de una forma con Mari Carmen y de otra radicalmente distinta cuando se quedaba a solas. «Cuando Mari Carmen no estaba, Salvador me preguntaba por su hija Julia. Quería saber si estaba bien, si la veía, qué hacia. A mí me extrañaba mucho que no hablaran entre ellos viviendo tan cerca. La relación entre Julia y su padre había sido muy cercana, y era evidente el dolor de Salvador de no poderse acercar a su hija. Se lo veía en la cara», explica la empleada del hogar.
«Una vez me pidió en secreto que pasara a casa de su hija a limpiarla y dejarla en condiciones. Para mí era Mari Carmen quien, con sus actos, y comportamientos, de una forma muy sutil separaba a Salvador de sus hijos. También de su nieta que se desvivía por él, pero Salvador dependía de Mari Carmen y le aterraba que ella pudiera dejarlo y marcharse de casa. Incluso le amenazó y le dijo: «Si no rompes con tu hija, me marcho de casa». Me acuerdo de una ocasión que los dos hermanos comieron con sus familias en el jardín y el padre miraba desde dentro de la casa sin poder salir. Se notaba que tenía ganas de estar con ellos, pero le aterrorizaba que Mari Carmen se enfadase. Tenía tanto miedo que permitió que desapareciesen todas sus fotos con su familia. Quedó tan solo una en la que estaba él con una nieta y un nieto. El resto de las fotos eran recuerdos familiares de Mari Carmen con sus dos hijas».
Era obvio que Mari Carmen tenía sometido a Salvador y lo alejaba de sus hijos. Pero, ¿cuál era el móvil? Para el grupo de homicidios de Valencia está claro: el dinero. Se aprovechaba económicamente de Salvador y de su enorme fortuna, pero ella no quería dar la imagen de ser una arribista. «La señora me contó una vez delante de Salvador que ella tenía guardo más de un millón de euros en la caja fuerte de Salvador. Aseguró: «No tengo necesidad de estar con él y aguantar a su hija Julia, porque estoy forrada». Siempre hacía comentarios de que tenía mucho dinero, alardeaba de su cómoda situación económica, que le había tocado varias veces la lotería, pero a mi no se me escapaba que era siempre Salvador el que se hacía cargo de todos los gastos. Tanto personales como del hogar».
Justo antes de que Salvador ingresara en el hospital Noemí comenzó a ver cajas de medicamentos laxantes en la habitación de la pareja. Incluso había Viagra. Un tipo de pastilla contraindicada para Salvador que padecía problemas de corazón, pero al parecer desde que Mari Carmen se había instalado en su casa, la vida sexual de Salvador se había disparado. El eslogan de Mari Carmen era siempre: «Dejadle que disfrute».
Finalmente, el verdadero móvil de que Mari Carmen hubiese seducido a Salvador se fue abriendo paso según Noemí: «Desde el momento en que Salvador fue ingresado en el hospital, Mari Carmen comenzó a realizar compras de ropa de forma compulsiva, yo la acompañaba en muchas ocasiones porque ella me lo pedía». Como es lógico, las cuentas de Salvador habían sido vaciadas a su muerte.
Pero eso no es todo. Lo cuenta Noemí: «Desde que Salvador ingresó en el hospital, Mari Carmen me daba dinero en efectivo, en ocasiones 20, 30 o 50 euros, para que fuera a la farmacia a que le comprara Dulcolaxo (en pastillas) y Evacuol (líquido). Me dijo: «Compra hasta agotar las existencias» Cuando le llevaba los medicamentos de vuelta, ella tiraba las cajas a la papelera y metía las pastillas en el bolso». Hasta en tres farmacias ha descubierto la policía que compró estos medicamentos, unas veces en persona y otras mandando a la empleada.
Una vez Noemí subió a ver Salvador a la habitación del hospital y se fijó en que había zumos de tetra brik de los pequeños. «Mari Carmen me dijo: «A Salvador no le gusta la comida del hospital y el doctor me ha dado permiso para que le compre estos zumos e incluso le de comida que no esté pautada». También me explicó que el facultativo había prohibido que Salvador tuviese teléfono, así que ella se lo guardaba y administraba los mensajes y las llamadas». Los investigadores hablaron con el doctor que lo dejó claro: «Ni permití los zumos, ni prohibí las visitas, ni ordené que le quitasen el teléfono».