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Pedro Sánchez junto a su mujer, Begoña Gómez

Pedro Sánchez junto a su mujer, Begoña GómezEP

Investigación

Sánchez elevó a directora general a la asesora de Begoña Gómez duplicándole el sueldo respecto a sus predecesores

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, blindó la contratación de la asesora de su mujer, Begoña Gómez, tan sólo un mes después de llegar al Palacio de La Moncloa. El rango que le asignó a la ayudante hizo que su sueldo se duplicara en comparación con los predecesores en su cargo. Como publicó ayer El Debate, las actividades prácticas que está realizando la asistente la mujer de Sánchez pueden ser constitutivas de un delito de malversación de fondos al cobrar un salario público y, sin embargo, dirigir su actividad a ayudar a un tercero a hacer negocios privados.

La asesora de Begoña Gómez, llamada María Cristina Álvarez Rodríguez, está adscrita a Presidencia del Gobierno y forma parte del equipo de los más de 800 asesores de Sánchez. Fue fichada el 16 de julio de 2018, pocas semanas después de que saliera adelante la moción de censura contra Mariano Rajoy. Fue contratada como responsable de programas con rango de directora general, tal y como explican a El Debate el entorno de la asesora. Una de las primeras cuestiones que implica este hecho es una subida salarial con respecto a los ayudantes que tuvieron otras mujeres de jefes del Ejecutivo anteriores.

Por ejemplo, la esposa de Rajoy, Elvira Fernández, tuvo junto a ella a un consejero técnico del gabinete de Presidencia del Gobierno de nivel 28 y la de José Luis Rodríguez Zapatero, Sonsoles Espinosa, a una asesora de nivel 30. En el caso del primero de ellos, su salario era de 50.000 euros al año aproximadamente. El motivo por el que su retribución era tan distinta al de otros cargos se debió a la política de ajuste que fijó Rajoy durante los años de crisis económica. Sin embargo, los directores generales, como es el caso de la persona que acompaña a la mujer de Sánchez, tienen un salario que oscila entre los 90.000 y los 110.000 euros. Es decir, el doble de lo que cobraban otros asesores de esposas del presidentes del Gobierno.

La labor de la asistente de la mujer de Sánchez ha consistido en los últimos meses en encargarse de reclamar pagos que se debían a la cátedra de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) que dirige Begoña Gómez. Esta asesora de Moncloa utilizó un correo de la mujer de Sánchez y un teléfono móvil personal para realizar estas gestiones. Tal y como ha publicado El Confidencial, la secretaria personal de Gómez consiguió un contrato con Correos por valor de 7.000 euros que recibió la Complutense el mismo día que comenzó el máster, el 12 de noviembre de 2020. La mujer de Sánchez también pidió a su asesora que llamara a diferentes empresas para solicitar el abono de matrículas pendientes. Igualmente ayudó a Gómez en la tramitación de adjudicaciones de contratos públicos para promocionar los títulos de posgrado en las redes sociales.

El trabajo de Álvarez Rodríguez, según explican varios juristas de reconocido prestigio a este periódico, puede ser constitutivo de un posible delito de malversación de fondos públicos, penado con hasta seis años de cárcel. «Las gestiones que llevó a cabo esta asesora en ningún caso fueron en beneficio de Presidencia del Gobierno, que es para quien trabaja, sino para ayudar en sus negocios a la mujer del presidente, que es distinto», explica. «Y no se nos olvide, todo ello cobrando un salario público», concluye.

En España, la figura de las incompatibilidades del cónyuge del jefe del Ejecutivo no está regulado. En otros países, como en Reino Unido, por ejemplo, existe la Oficina de Propiedad y Ética, integrada por un comité independiente que se dedica a decidir caso por caso si la pareja de un político puede o no llevar a cabo determinadas cuestiones que puedan entrar en conflicto. La abogada internacional Miriam González, mujer del ex viceprimer ministro británico Nick Clegg, declaró cuando saltó el escándalo de la mujer de Sánchez: «Si yo hubiera hecho lo mismo que Begoña Gómez cuando mi marido era vicepresidente del Gobierno británico me habrían quemado en Trafalgar Square».

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