La cobardía del ministro
Albares rompe su promesa de lealtad al Rey al endosarle la culpa de Notre Dame siendo del Gobierno
Poco antes de subirse a un avión con los Reyes rumbo a Italia, el ministro de Exteriores se quejó fuera de micrófono de que la Casa del Rey —con cuyo jefe está enfrentado— no le avisó de nada
La clamorosa ausencia del Gobierno y de los Reyes en la reinauguración de la catedral de Notre Dame se ha convertido en un misterio indescifrable. ¿Boicot?, ¿dejadez?, ¿fallo de coordinación? Las versiones de los distintos departamentos del Ejecutivo no solo difieren, sino que son opuestas, y la Casa del Rey sigue guardando un silencio sepulcral.
Este martes, la polémica alcanzó una cota mayor con unas declaraciones de José Manuel Albares fuera de micrófono, tras la habitual rueda de prensa del Consejo de Ministros. El ministro de Asuntos Exteriores negó cualquier responsabilidad en el episodio y se quejó de que ni Zarzuela ni el ministro de Cultura le informaron de sus respectivas ausencias. E incluso llegó a decir que pediría explicaciones en el avión de las Fuerzas Aéreas en el que iba a viajar poco después con los Reyes, a los que acompaña en su viaje de Estado a Italia hasta el jueves. Viaje ya marcado, irremediablemente, por esta controversia; que, según Pilar Alegría, no es más que una «polémica artificial».
No obstante, de ser cierta esta versión de Albares, para Exteriores habría sido tan fácil como haber consultado el viernes las agendas de Felipe VI y de Ernest Urtasun para el sábado, puesto que en ninguna de las dos figuraba el viaje a París. De hecho, el viernes El Debate y algunos medios más preguntaron al Gobierno si habría representación española en Notre Dame al día siguiente.
En cualquier caso, este periódico publicó el lunes que la decisión de que Don Felipe no viajara a la capital vecina no se tomó en el Palacio de la Zarzuela. La invitación de Francia llegó directamente a la Moncloa, según fuentes conocedoras de lo sucedido, y fue el Gobierno el que no la puso en conocimiento de la Casa del Rey. Por el contrario, la Moncloa descartó desde el primer momento que Don Felipe y Doña Letizia acudieran a la ceremonia.
Este martes, Albares cargó la responsabilidad sobre los hombros del Rey jugando con ventaja: sabía de antemano que en Zarzuela no iban a desmentir su versión. Y saltándose la promesa que hizo el 21 de noviembre de 2023, en presencia de Don Felipe: «Prometo, por mi conciencia y honor, cumplir fielmente las obligaciones del cargo de ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación con lealtad al Rey y guardar y hacer guardar la Constitución como norma fundamental del Estado, así como mantener el secreto de las deliberaciones del Consejo de Ministros», afirmó. El trasfondo es más grave aún: lo que hay bajo la superficie es una enemistad manifiesta entre Albares y el jefe de la Casa del Rey, el diplomático Camilo Villarino.
Nada más asumir la cartera de Exteriores, en agosto de 2021, Albares abortó el nombramiento de Villarino como embajador de España en Rusia, al retirarle el plácet. Villarino era el jefe de Gabinete de la anterior ministra, Arancha González Laya, que fue quien quiso promocionarlo a una embajada de primer nivel cuando ambos, ella y él, se vieron envueltos en el caso Ghali: la crisis diplomática con Marruecos porque el Gobierno de España acogió e ingresó en un hospital, a escondidas, al líder del Frente Polisario y gran enemigo de Rabat, Brahim Ghali. González Laya y Villarino fueron imputados por un juez de Zaragoza, pero la Audiencia Provincial acabó archivando el caso.
Tras ser vetado por Albares, Villarino se marchó a Bruselas como jefe de Gabinete del jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, a quien ya había servido cuando fue ministro de Asuntos Exteriores. En enero de 2024, Felipe VI eligió al veterano diplomático como jefe de la Casa del Rey, al ser una prerrogativa enteramente suya.
El lunes, desde la Moncloa negaron a este diario cualquier descoordinación entre el Gobierno y el Rey, como 24 horas después apuntó Albares. Fuentes gubernamentales explicaron ese día que las agendas del Ejecutivo y de Felipe VI se coordinan, a veces entre los gabinetes y, otras veces, en los despachos semanales entre Pedro Sánchez y el monarca.
También el lunes, Urtasun utilizó la misma táctica que Albares: en público no hizo comentarios, con el pretexto de que los lunes comparece como portavoz de Sumar desde la sede de Sumar, y que, por tanto, desde ahí no puede hablar como ministro de Cultura. Pero, ya sin cámaras delante, Urtasun pasó la pelota a Albares: explicó que comunicó a Exteriores que no podía asistir a la ceremonia en París por «motivos familiares», pero que responsabilidad de Exteriores buscar otra opción. De hecho, el ministro de Cultura reconoció que habría sido deseable la presencia de algún representante del Gobierno.