
Joan Baldoví
El perfil
Baldoví, el barro de la dana devuelve al fracasado defensor de Oltra
Como regidor dejó como legado las cuentas más opacas de la Comunidad Valenciana y unos modales discutibles con la oposición
Joan Josep Baldoví Roda (Sueca, Valencia, 66 años), Baldo para los amigos, ha resucitado con la Dana. La mayor tragedia natural del último siglo le ha dado vida política a este nacionalista catalán camuflado de valenciano, integrado en la coalición de Yolanda Díaz, y le ha permitido asimismo ocupar minutos basura en los telediarios y centímetros de pancarta y de calle, adonde ha llevado la oposición a la gestión de Carlos Mazón. El portavoz de Compromís en las Cortes valencianas es un especialista en aprovechar las tragedias. Ya lo hizo con la desgracia del accidente del Metro en Valencia, con la Covid-19 y fue uno de los arietes más virulentos contra la exalcaldesa de Valencia, la fallecida Rita Barberá. Hizo de su destrucción política su razón de ser. Ese monumento a la manipulación dio como fruto el pacto del Botánico, que en 2019 llevó al poder a un tripartito de izquierda formado por el partido de Baldoví, el PSOE y Podemos.
Ahora cree haber mordido magro con la terrible riada que se ha llevado por delante la vida de 228 personas. Sabe que la posición del popular Mazón es delicada y no quiere perder la oportunidad de sacar la cabeza, la misma que cortaron sus compañeros cuando se dio un batacazo sideral en las elecciones autonómicas de junio de 2023. Su ocaso comenzó el día que tuvo que dejar su escaño en el Congreso, que ocupó durante 12 años, tras la salida de Mónica Oltra del liderazgo regional por un feo asunto de acoso sexual en el seno de su familia. Así se convirtió en el mal menor de Compromís. Su penoso resultado, junto al lamentable de Ximo Puig, dejó al pacto del Botánico en el paro y dio paso a que el PP —con Mazón a la cabeza— recuperara una de sus joyas de la Corona perdida por la corrupción: la Comunidad Valenciana. Desde entonces, vegeta como jefe de la oposición en las Cortes regionales y ahora el 29 de octubre le ha insuflado oxígeno y ha vuelto a reaparecer con pinganillo en todas las televisiones progres, donde prácticamente vivía durante los meses previos a la muerte de Barberá, a la que vilipendiaba y sobre la que decretó una muerte civil, previa a la biológica.
Ha vuelto a reaparecer con pinganillo en todas las televisiones progres, donde prácticamente vivía durante los meses previos a la muerte de Barberá
Uno de los más infames capítulos del líder de Compromís fue el día que se enfrentó a la imputación de su compañera Mónica Oltra por encubrir abusos a una menor tutelada por el que fue condenado su exmarido. Baldoví, que protagonizó un bochornoso baile en plena polémica, llegó a pedir perdón a la exvicepresidenta valenciana para compensarla de que tuviera que marcharse del Gobierno de Puig. Lejos de hacerlo con la familia de la niña abusada, lo hizo con quien calló para proteger al violador. En cuanto sucedió la terrible riada, despertó del letargo. Sus enemigos dicen que poco, porque no se le vio achicando agua. Su pretexto, que lo hizo en la casa de su cuñado.
Sus años en el Congreso, con Rajoy de presidente, se cuentan por escándalos parlamentarios: abonado a la política de camiseta, un día se quitó la corbata y se desabrochó la camisa en pleno debate para mostrar el lema «stop desahucios». Además, era frecuente que usara palabras soeces para dirigirse al Gobierno del PP y se dejara fotografiar en bicicleta para recibir sus credenciales de diputado y asegurarse una foto. Antes de su etapa parlamentaria, fue alcalde de su Sueca natal entre 2007 y 2011. Se integró en el Bloc Nacionalista, que posteriormente fue rebautizado como Més. Como regidor dejó como legado las cuentas más opacas de la Comunidad Valenciana y unos modales discutibles con la oposición. En su etapa de alcalde presidió la junta de Red de Ciudades valencianas, integrada en una fundación que difundía internacionalmente la lengua y la cultura catalana. Allí coincidió con el socialista Ximo Puig y compartió trabajo con Carod-Rovira.Como regidor dejó como legado las cuentas más opacas de la Comunidad valenciana y unos modales discutibles con la oposición
Su momento de oro fue cuando negoció la investidura de Pedro Sánchez. Firmó un acuerdo y, como a tantos, el presidente le engañó con la financiación. Ahora le critica por encamarse con Puigdemont y entregarse al trato singular de Cataluña, perjudicando claramente a la Comunidad Valenciana. Su peor momento fue cuando por error impidió la aprobación en el Congreso de una propuesta para que Moncloa acelerara la reforma del sistema de financiación.
Casado con Pepi Anaya, tiene tres hijas y varios nietos. Después de estudiar el bachiller elemental con los salesianos, hizo dos años de Economía en la Universidad de Valencia, aunque acabó diplomándose en Magisterio. Antes de meterse en política en 2007, trabajó como corresponsal de un periódico hasta dedicarse finalmente a impartir educación física en una escuela de su pueblo natal. Integrado en el conglomerado de Sumar, sus relaciones con Yolanda Díaz son pésimas, y se ha convertido en una china en el zapato de la vicepresidenta, porque se niega a firmar componendas con Moncloa. Su último renuncio vino de la mano de Errejón, diputado junto al que se sentó en el Congreso y compartió fotos en cuchipanda, y de cuyas actitudes machistas dijo que «nunca se enteró». Otro más.