Narcotráfico
La detención de Karim: un éxito de la investigación que no hace olvidar el mal diseño del operativo en Barbate
Jucil y la AUGC recuerdan que «se produjo un delito contra los derechos de los trabajadores» por la «inaceptable configuración del servicio, que estuvo plagado de errores de coordinación y falta de medios»
Siete meses después, y tras un giro en la investigación para enmendar los errores iniciales, las pesquisas han dado su fruto con la detención de Karim El Baqqali, de 32 años. Este ciudadano marroquí es quien pilotaba la narcolancha que en febrero acabó con la vida de los agentes David Pérez y Miguel Ángel González en el puerto gaditano de Barbate.
Sin embargo, el éxito de esta detención no tapa el mal diseño del operativo aquella noche trágica del 9 de febrero. Así lo ven también las asociaciones de la Guardia Civil, que si bien han celebrado esta detención, al entender que su arresto supondrá «un importante avance» para esclarecer lo ocurrido, han aprovechado para exigir de nuevo «responsabilidad en todos los niveles» por la mala planificación que hubo.
Es el caso de Jucil, que ha recordado en un comunicado que cuando se produjo aquel doble asesinato, que conmocionó a la sociedad gaditana y española, pidieron la dimisión tanto del ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska, como del director general del instituto armado, Leonardo Marcos, quien recientemente ha dejado el cargo.
«La mala planificación y la falta de medios adecuados fueron factores clave en que la operación finalizara con la muerte de dos compañeros», ha insistido esta asociación, que enfatiza que la situación no se puede dejar pasar sin una investigación profunda.
Por su parte, la AUGC ha valorado la «magnífica noticia» del arresto anunciado este jueves, consecuencia del «arduo trabajo que han ido realizando los compañeros guardias civiles para proceder a la detención de este asesino».
«Queremos subrayar la importancia de que finalmente los responsables de este acto vayan a ser llevados ante la Justicia», para seguidamente, reclamar que «los hechos y las declaraciones de los supervivientes demostraron que se produjo un delito contra los derechos de los trabajadores por la inaceptable configuración del servicio, que estuvo plagado de errores de coordinación y falta de medios».
Giro de 180 grados
Tampoco la investigación de lo sucedido fue un camino de rosas. Aunque Marlaska ha destacado la complejidad de la misma, lo cierto es que en un primer momento se produjeron errores que frenaron cualquier avance para esclarecer el crimen y permitieron a los autores ganar tiempo.
Las urgencias del Ministerio del Interior, ante lo que era un escándalo porque lo sucedido evidenciaba una vez más la ausencia de medios en el Campo de Gibraltar, urgió a proceder con tanta celeridad que en 24 horas ya había siete detenciones de sospechosos, de los cuales cinco acabaron con sus huesos en prisión.
En ese momento, todas las miradas se posaron sobre Kiko El Cabra, un conocido ‘narco’ de la zona al que se le atribuyó la responsabilidad de conducir la narcolancha que había acabado con la vida de los agentes.
Sin embargo, todas estas personas tuvieron que ser puestas en libertad posteriormente al demostrarse que también estaban en el lugar de los hechos pero no pilotaban la lancha que arrolló a los guardias civiles.
El Cabra y sus tripulantes negaron en sus declaraciones que su narcolancha fuera la que embistió a los agentes y sostuvieron que, prueba de ello, era que uno de ellos había grabado a distancia la escena con su móvil y que su embarcación tenía dos antenas y cuatro motores, no como la que mató a los agentes.
Desde Huelva a Marruecos
Las pesquisas se enfocaron entonces hacia otra narcolancha que había sido intervenida el 17 de marzo por agentes del Servicio Marítimo de la Guardia Civil de Huelva, cuando navegaba a 20 millas náuticas al sur de la playa de La Antilla, con 94 garrafas de gasolina.
La embarcación tenía daños que podían ser compatibles con los impactos contra la patrullera de la Guardia Civil, que habían intentado camuflar quitando la cinta que cubría su antena.
En una minuciosa investigación los agentes hallaron 61 vestigios en busca del ADN de los tripulantes de la embarcación, cuyo piloto, Karim, ya estaba había sido identificado por los agentes.
Las investigaciones, ahora sí, avanzaron, con la «absoluta colaboración» de Marruecos, según se ha apresurado a destacar el delegado Gobierno en Andalucía, Pedro Fernández.
Aunque se le creía fugado en el país vecino –hay varias declaraciones del ministro augurando plena disposición de Marruecos en la investigación–, a Karim lo han capturado sorprendentemente en la provincia de Cádiz. Hay quien sostiene que, tras un tiempo refugiado en su nación de origen, decidió regresar ante la presión de las mafias que operan en el Estrecho, descontentas con el aumento de la presión policial tras los acontecimientos que protagonizó.
Las pesquisas continuarán, entre otras cosas, para detener a sus tres compinches, que están fuera de España, con la esperanza de cerrar un episodio que conmocionó a España entera y volvió a poner el foco en la peligrosidad de las redes del narcotráfico.