Historias de la Corona Así cayó la I República y se restauró la Monarquía: «Naranjas, en condiciones»
Hoy se cumplen 150 años del pronunciamiento del general Martínez Campos que proclamó Rey a Alfonso XII
Hoy hace 150 años se restauró la Monarquía tras la I República, que había derivado en una especie de dictadura presidida por el general Serrano. Atrás quedaban un año y diez meses en los que España estuvo a punto de desaparecer cuando una treintena de ciudades se declararon independientes. La restauración de la Monarquía no se produjo en el Congreso de los Diputados, como tenía previsto Antonio Cánovas del Castillo, sino que la precipitó el general Arsenio Martínez de Campos con un pronunciamiento militar en Sagunto a favor del Príncipe Alfonso, que estaba en el exilio.
A partir de ese momento, se abrió una etapa en la que España, con sus luces y sombras, disfrutó de casi medio siglo de paz y libertad y se fue aproximando a una democracia. Durante el reinado de Alfonso XII y la regencia de María Cristina, se aprobó el sufragio universal masculino, Pablo Iglesias fundó el PSOE, se crearon la UGT y la Institución Libre de Enseñanza.
¿Qué pasó el 29 de diciembre de 1874?
En ese momento, el jefe del Estado era el general Francisco Serrano, quien había instaurado una especie de dictadura republicana con suspensión de garantías constitucionales, censura de prensa y destierros. Según sus contemporáneos, Serrano era muy valiente en el campo de batalla, pero en casa y en el terreno político se dejaba dominar por su ambiciosa mujer, Antonia Domínguez y Borrell, que hacía y deshacía gobiernos a su capricho. Lo que más temía la primera dama era la restauración de la Monarquía, porque acabaría con su enorme poder y su capacidad de influir.
Sin embargo, eran muchos los que tenían sus esperanzas puestas en el regreso del Príncipe Alfonso. Uno de ellos era el general Martínez Campos, quien sabía que buena parte del Ejército era alfonsina. El general sabía que Cánovas de Castillo le iba a censurar si protagonizaba un alzamiento militar para restaurar la Monarquía, pero decidió asumir el riesgo: «Tenía prisa porque veía deshacerse a España, advertía cómo aumentaba la guerra civil (carlista) y la de Cuba, cómo cundía el desorden y la insubordinación en el Ejército y consideraba que cada día que se ganase era un día de luto que se evitaba a la patria», relató tiempo después el propio general Martínez Campos al marqués de Valdeiglesias, quien lo recogió en sus memorias.
El general solo esperaba para intervenir un telegrama que le anunciara que todo estaba listo con un texto en clave: «Naranjas en condiciones». El 27 de diciembre llegó el telegrama, y esa misma noche el general y sus dos acompañantes se disfrazaron de obreros y tomaron el tren a Valencia. Desde allí se fueron a Sagunto en un carromato, contaron a los oficiales su plan y solo un capitán pidió que le separaran del mando. En la mañana del 29 Martínez Campos dirigió una arenga a los 1.800 militares reunidos y proclamó Rey a Alfonso XII entre los vivas de los soldados. A medida que la noticia se fue corriendo, se fueron sumando otros generales.
Martínez Campos envió un telegrama al presidente del Gobierno, Práxedes Mateo Sagasta, en el que le comunicaba lo que había ocurrido. Y en Madrid se produjeron algunas detenciones de monárquicos, empezando por la de Cánovas del Castillo. Todos ellos fueron llevados al Gobierno Civil, que entonces estaba en el Palacio de Cañete, en la calle Mayor, donde se les trató «con toda consideración», según el marqués de Valdeiglesias, que acudió a acompañar a su padre, uno de los detenidos. «A Cánovas se le envío recado a su casa, y él mismo se trasladó al departamento oficial».
Los detenidos, invitados a cenar
«Entraban amigos de los detenidos, hablaban con éstos y se permitía permanecer allí a los parientes de algunos», añade. Pero lo más sorprendente fue que el gobernador civil, Juan Moreno Benítez, decidió ofrecer una cena esa misma noche a sus detenidos en un salón del edificio oficial: «Cánovas dio el brazo a la dueña de la casa para llevarla al comedor, y esta le sentó a su derecha. Iluminaban la mesa dos grandes candelabros y servían la comida los ordenanzas del Gobierno Civil», recuerda el marqués de Valdeiglesias, quien añade que «Cánovas estuvo muy ocurrente esa noche».
A los postres, se presentó el exministro Cristino Martos, quien les informó de que la Restauración de la Monarquía ya era un hecho consumado. El pronunciamiento militar había sorprendido al general Serrano en el norte, luchando contra los carlistas. Y cuando Sagasta trató de convencerle para que regresara a Madrid a sofocar a los rebeldes, el propio Serrano renunció a enfrentarse con sus compañeros de armas y marchó al exilio en Biarritz. Esa misma noche, los detenidos fueron liberados, Cánovas formó gobierno y empezó la I Restauración de la monarquía.