Entrevista
Miriam Barroso: «En las redes hay demasiada perfección, pero nadie se la cree»
La escritora e 'influencer' publica 'Con toda el alma', un recopilatorio de reflexiones sobre los amores que estructuran su vida
«La palabra influencer nunca me ha gustado, prefiero no pensar en mí como la María Pombo de turno», asegura la catalana Miriam Barroso (Barcelona, 1997), que acaba de publicar una colección de reflexiones titulada Con toda el alma (Albada Editorial). Más allá de etiquetas, lo cierto es que Barroso se ha hecho un hueco en el mundo digital a través de su cuenta de Instagram, @conlaemede, en la que comparte sus pensamientos y su cotidianidad.
Tanto en sus posts como en sus páginas, la escritora transparenta una vida marcada por sus amores: a su marido, a sus dos hijos –aún bebés–, a sus amigos, a sí misma… y a Dios. «Los amigos de Ramón [su marido] me llamaban la godfluencer, y mira: eso sí me hizo gracia», reconoce Barroso, que muestra su fe católica con naturalidad. «A veces no me sale hacer una catequesis, mi estilo es más sutil… pero quiero que mis escritos reflejen ese amor del bueno, ese amor incondicional que viene de Dios», asegura.
En Con toda el alma aparecen todos estos temas, desde la reconciliación con los propios defectos a la búsqueda de referentes en el camino de la vida. «Ha sido un trabajo conjunto con mis editoras», revela Barroso, que atiende a El Debate para hablar sobre intimidad, amor propio y hasta viajes en el tiempo.
–Con toda el alma está estructurado en 18 capítulos, o «cápsulas», cada uno dividido en varias reflexiones independientes. ¿Cuál es la mejor manera de enfrentarse al libro?
–Hablando con varias personas, me ha sorprendido porque cada uno lo lee muy diferente: alguno va a una cápsula por semana, otros lo leen del tirón… A mí me gustaría que se leyese en orden, para hacer el camino personal que pretende el libro.
–Un camino personal que abre con una cápsula –la número cero– dedicada al amor a uno mismo. ¿Cómo se resuelve la tensión entre el amor propio y el amor a los demás, al prójimo?
–Pongo el amor a uno mismo en la cápsula cero porque es la base: para querer bien, primero has de quererte bien. Está claro que nunca vas a cerrar todas tus heridas, pero el primer paso para ser capaz de querer a alguien es quererte. Si estás en guerra contigo mismo salen la rabia, la envidia, la inseguridad… Además, cuando te conoces no solo ves tus heridas, también tus talentos. Y ves todo lo que has recibido gratis. A partir de aceptar y agradecer lo valiosa que eres, y lo que te han dado, tú lo das a los demás.
–Otra tensión presente en el libro –y en su cuenta de Instagram– es la intimidad: cuánto compartir y de qué manera. ¿Cómo lo ha afrontado?
–Sí, voy dando ejemplos de cosas que he ido viviendo, y comparto experiencias de mi intimidad… pero son pequeñas cosas: muchas me las guardo, obviamente. Además, está todo hablado con Ramón. Creo que el valor que tienen estas anécdotas es llevar las reflexiones a la práctica, y que no quede como un marco teórico. A mí, al menos, pensar en esos momentos en que he sentido vergüenza o he discutido con mi pareja me da luz y me permite sacar aprendizajes, y creo que puede ayudar a otros a hacer lo mismo.
–Da la impresión de que en las redes sociales uno busca siempre mostrarse perfecto, impoluto… pero en su libro aborda con mucha naturalidad situaciones que no resultan especialmente favorecedoras, como la anécdota con la partida de Catán.
–En las redes, pero también en las conversaciones… Hoy siempre hay que aparentar estar perfecto, y queda raro si te preguntan «¿Cómo estás?» y respondes «No muy bien». Pero sí, creo que en las redes falta naturalidad, que hay demasiado maquillaje, demasiado filtro y demasiada perfección… y nadie se lo cree. Oye, fuera máscaras: no pasa nada por pedir perdón y reírnos de nuestras torpezas. A mí me ha costado, porque cuando era pequeña era más insegura, pero por eso le dedico un capítulo del libro a aprender a reírse de uno mismo.
–En Con toda el alma habla mucho de su matrimonio, con sus altos y sus bajos. Si ahora pudiese viajar en el tiempo al día de su boda, ¿qué le diría a la Miriam que llega al altar?
–El día de tu boda estás pletórico, y la felicidad se te escapa por todas partes, por el amor que tienes a esa persona y por la ilusión de afrontar juntos todas las tempestades que vengan. Por eso, yo me diría a mi misma: «Intenta volver siempre a esa ilusión, atesórala y revívela los días en que lo veas todo oscuro». Y también me diría que lo hablase todo, que no dejase pasar comentarios o malentendidos, porque cuando falta la comunicación puedes acabar encontrándote un día con que no conoces a esa persona que está a tu lado.
–Me ha gustado mucho cómo cierras el libro, con ese homenaje a la Virgen María velado en el índice del libro. ¿Cómo es tu relación con ella?
–Mi cuenta de Instagram se llama «con la eme de…», y desde el principio quise dejar claro que esa «eme» no era la de Miriam. Me han dicho de todo –¡hasta que la eme es de «marmota»!–, pero quería acabar el libro desvelando el misterio: la eme es de María. Puse este nombre como un recordatorio a mi misma, porque uno de mis propósitos al abrir la cuenta era difundir el amor más incondicional, que es el amor de Dios. Mi estilo es más sutil, y a veces no me sale hacer una catequesis, pero quiero ser reflejo de ese amor del bueno, que ojalá todos llegásemos un día a imitar.
–Y «a Jesús por María», como dicen tantos maestros espirituales…
–María es una autopista, es la vía directa hacia Dios. A través de ella todo es más fácil, y me gustaría que ella estuviera siempre detrás de mis escritos. Yo le debo mi relación con la Virgen sobre todo a Fátima, porque aunque de pequeña me habían enseñado alguna oración y tal, hasta que fui allí no empecé a tratarla de verdad como una madre. Y fruto de aquello he intentado estar siempre muy cerquita de ella. Con la eme de María.