José María Asencio, en la presentación de su libro en el Círculo Ecuestre

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Cultura

El juez que no concibe la vida sin una canción

José María Asencio firma 'Entre acordes y cadenas', un repaso en retazos musicales a la historia del siglo XX

El magistrado del Juzgado de lo Penal número 11 de Barcelon, José María Asencio, es un apasionado de la música. Como afirma «no hay un momento de mi vida que no esté acompañado de una canción». Estas le acompañan en el juzgado y van con él a la universidad de Barcelona, la Universidad Abad Oliba CEU, la Universitat Oberta de Catalunya o la Universidad Autónoma de Barcelona, donde es profesor.

Este exletrado del Consejo General del Poder Judicial y doctor en Derecho por la Universidad de Salamanca ha publicado Entre acordes y cadenas en Tirant editorial. Asencio asegura que, a través de la música se pueden comprender mejor algunos retazos históricos.

Podemos decir que el libro, editado en castellano y catalán, no es un libro musical, pero si se puede convertir en una lista de reproducción para evocar momentos históricos, que algunos han podido vivir y otros recordar. Y es que el libro se puede leer escuchando cada una de las canciones utilizando el código QR que nos lleva a esa playlist.

50 retazos del siglo XX

Ambas ediciones tiene en la portada un cuadro pintado por Luis Eduardo Aute. «He crecido con Aute y con decenas de cantantes, pues no entiendo la vida sin música». Para escribir el libro, ha escogido 50 canciones que abrazan todo el siglo XX.

Son ,por así decirlo, retazos de nuestra historia. Unos hechos vividos y revividos a través de las canciones. En la edición catalana cuenta con un escrito de Lluís Llach y otros de Paco Muñoz. En la castellana ha invitado a Katia Cardenal, Adolfo Cerdán, Luis Gómez-Escobar, Pablo Guerrero, Gerardo Pablo y Manuel Prado para escribir preludios y codas.

«He elegido 50 canciones que tienen una historia detrás para abordar su contexto histórico y contar la semilla de cómo surgieron». Este viaje histórico musical lo inicia en la en la Guerra de Secesión a través de la canción popular Dixie, y lo termina sumergiéndose en No soy de aquí ni soy de allá, de Facundo Cabral.

En esta horquilla, el magistrado ha incluido episodios tan diversos como la Guerra del Líbano mediante el secuestro de un avión en el que viajaba Demis Roussos, al que obligaron a cantar Velvet Mornings, éxito que se conoció por su estribillo ‘Triki, triki, trii’.

También aborda el pasodoble Doce cascabeles, escrita por Ricardo Freire en una servilleta tras golpear la cucharilla de un café sobre la taza, un enlace para hablar de la España musical de mediados del siglo XX con las verbenas de los pueblos como encuentros sociales, entre los que cita los municipios de Trujillo y Madroñera, donde nacieron miembros de su familia.

De la guerra a la paz

También aparece un episodio histórico que demuestra la locura de algunos actos que llevan a cabo los hombres y que no todos están de acuerdo. Como decía Stefan Zweig, nadie sabía porque, pero todos sabían que estallaría la I Guerra mundial.

Y para hablar de ella incluye Noche de Paz, canción que sirvió para una tregua entre trincheras, y Clavelitos, canción que «no fue compuesta por ni para la tuna», así como retazos sobre la conocida como Generación beat, los recitales en las prisiones donde iban cantantes como Johnny Cash e incluso la Semana Santa a través de la marcha procesional Caridad del Guadalquivir.

El libro contiene guiños a Camarón de la Isla para hablar de Federico García Lorca, a Luis Eduardo Aute y Rosa León para sumergirse en los últimos fusilamientos del dictadura franquista, al autor africano Ismaël Lô para introducirse en la descolonización de África y el ‘Mayo del 68’ a través de los cantautores franceses.

Con la elección de las canciones ha querido expresar, como señaló en Letra Global, una apuesta «por la libertad y la mezcla, en contra de los sectarismos y de las verdades absolutas. Las canciones pueden servir para lo mejor y para lo peor, teniendo también en cuenta que cada uno acaba interpretando aquello que siente o le interesa, al margen de cual fuera la intención inicial del compositor».

De las 50 historias hay una curiosa, que merece la pena destacar. Incluye el ‘Ave María’ de Bach/Gounod, interpretado por Alessandro Moreschi. En una grabación histórica de 1902, se puede oír al último castrati, que pertenecía al coro del Vaticano. Un guiño a una aberración histórica que tuvo como máximo exponente a Farinelli.

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