El laberinto catalán
La fecha del juicio a Jordi Pujol no frena el empeño nacionalista en blanquear su legado
Sólo Artur Mas y David Fernández se han referido al tema
Solo Artur Mas (Junts) y David Fernández (CUP) han hablado públicamente sobre el señalamiento de fecha para el juicio oral a la familia Pujol. El resto de poderes políticos, económicos y sociales, ya han perdonado a Jordi Pujol, y no tienen ningún interés en que el tema de cuánto dinero se llevó Pujol de los presupuestos de la Generalitat hacia sus cuentas particulares en Andorra sea noticia. Perdonar a Pujol es exculparse a ellos mismos.
El expresidente Mas ha dicho que «el juicio público a Pujol ya se ha celebrado». Mas, también condenado por malversación y máximo dirigente de Convergencia durante el caso Palau —a través del cual CiU recibía mordidas—, ha vinculado el juicio a Pujol con la llamada «Operación Cataluña», según la cual desde «las cloacas del Estado» se conspiró contra los líderes independentistas catalanes para hacer descarrilar el proceso separatista.
El ex candidato de la CUP por su parte, ha hablado en sentido contrario, para decir que «para seguir con el proceso de rehabilitación del expresidente es preciso que dé más explicaciones».
Lo cierto es que el cupaire Fernández ha dado en el clavo, al recordar que hace años que el oficialismo catalán ha iniciado un proceso de rehabilitación de Pujol sin que, diez años después de confesar que tenía dinero en Andorra, se haya celebrado un juicio ni se haya aclarado de dónde procede ni a cuánto asciende la fortuna de los Pujol.
Un año para el juicio
La apertura del juicio oral se dictaminó hace casi cuatro años, en 2021, pero no ha sido hasta ahora cuando se ha fijado el calendario de las 55 vistas que se celebrarán entre noviembre de 2025 y abril de 2026. Por entonces, Pujol, al que el fiscal solicita nueve años de prisión, tendrá 95 años.
Aunque fuera condenado, es muy posible que por motivos de edad no entrara en la cárcel, aunque hay quien recuerda que el expresidente del FC Barcelona José Luis Núñez sí fue privado de libertad a pesar de tener 85 años cuando fue condenado.
El regreso de Pujol a la escena pública, entre aplausos y almidones, ha sido progresivo y alcanzó su zenit en las últimas elecciones autonómicas. Entonces, Junts consideró que era un elemento positivo para su campaña hacer público que el autoconfeso expresidente corrupto iba a votar por Puigdemont.
Poco tiempo después, Pujol volvía al Palau de la Generalitat, donde ejerció de presidente durante un cuarto de siglo, recibido por Salvador Illa con todos los honores. Así, Pujol, que fue despojado de los privilegios de expresidente como despacho, sueldo, chofer o seguridad ha ido reapareciendo cada vez con mayor asiduidad.
Primero fue en la presentación de un libro sobre sus primeros escritos; luego, en un encuentro de expresidentes de la Generalitat en el sur de Francia… y así hasta que su presencia en todo tipo de actos se ha hecho habitual. Ni el fallecimiento de su esposa, Marta Ferrusola, ha frenado su proceso de reingreso en los foros públicos más selectos en Barcelona.
El anuncio de apertura del juicio oral no ha alterado los planes de los círculos de poder catalanes, que llevan tiempo borrando las partes más oscuras de la biografía de Pujol con el fin de añadirlo al altar de sus grandes mitos políticos junto a Francesc Macià y Lluís Companys.
El nacionalismo catalán necesita héroes y mártires para mantener vivo su relato victimista. La falsa historia de que Pujol es perseguido por el malvado Estado español por su ideología es una nueva oportunidad de seguir alimentando su victimismo y ni un juicio, ni la verdad, van a frenar el plan de convertir a Pujol en un santo laico.