Entrevista
Iñaki Ellakuría: «El 155 acabó con el 'procés', pero el verdadero proceso nacionalista no se ha detenido»
El periodista y coautor de la primera biografía no oficial de Puigdemont lamenta que Illa esté «blanqueando» las políticas de ERC
Hoy todo el mundo conoce a Carles Puigdemont, pero cuando fue escogido para sustituir a Artur Mas nadie sabía de dónde había salido aquel personaje peculiar, desgarbado y decidido a llevar a Cataluña a donde ningún otro presidente de la Generalitat había llegado. Con esta observación arranca Puigdemont. El integrista que pudo romper España, la primera biografía completa no oficial del presidente de Junts, escrita a cuatro manos por los periodistas Iñaki Ellakuría y Pablo Planas.
Ellakuría, que actualmente ejerce como delegado de El Mundo en Cataluña, conoce bien la trayectoria de Puigdemont, y la plasma en un relato vibrante y profuso en detalles. Atiende a El Debate en Barcelona para hablar sobre un libro que funciona a la vez como perfil psicológico de su atormentado protagonista y de post mortem periodístico al procés independentista.
–¿Por qué vieron la necesidad de acometer una biografía sobre Puigdemont?
–Bueno, no había ningún libro en castellano sobre Puigdemont, el presidente de la Generalitat que llegó más lejos que Artur Mas o Jordi Pujol. Hizo un referéndum ilegal y proclamó unilateralmente la independencia de Cataluña: es cierto que la suspendió a los ocho segundos, pero no sabemos qué habría pasado si Rusia o algún país extranjero la hubiera asumido entonces.
–En el libro se refieren a Puigdemont como un «outsider», un nacionalista radical que llega casi por casualidad a la Generalitat y que nunca llega a estar cómodo en Barcelona.
–Puigdemont representa un nacionalismo que había sido periférico hasta su llegada a la Generalitat. Es el primer presidente que no tiene relación con el establishment catalán, un tipo raro, a quien no conocen en Barcelona… y eso explicará muchas de sus decisiones: por ejemplo, cuando las grandes empresas se asusten en 2017 y le pidan recular, él no les hará caso, porque no forma parte de su mundo.
–Su texto está salpicado de expresiones ligadas al lenguaje religioso: el 1-O como «fecha sagrada», los «peregrinos» que van a Waterloo… ¿El nacionalismo de Puigdemont tiene ribetes idólatras?
–Hay una cierta idea mesiánica, que también tenía Artur Mas: recordemos su cartel con los brazos extendidos. El título del libro va un poco por ahí. Puigdemont es un integrista en tanto que el nacionalismo se convierte casi en una fe, en una religión laica. Puigdemont cree de verdad que está sacrificándose por Cataluña, o por su idea totalmente enloquecida de Cataluña. Hay similitudes entre el líder de Junts y Pedro Sánchez –los dos son supervivientes–, pero esta noción de autosacrificio los diferencia.
–Además de una biografía de Puigdemont, el libro es también una crónica periodística del procés, unos años que sus protagonistas viven como un thriller pero que –tomando distancia– se leen como una pantomima. ¿Puigdemont era el único personaje que se creía su papel?
–Es quien más se lo cree, pero también porque le engañan. Oriol Junqueras le hace creer que está trabajando en unas «estructuras de estado» inexistentes, y con Marta Rovira le empujan hacia adelante en un momento en que Puigdemont se da cuenta de que no cuenta con la mayoría social suficiente.
Yo creo que Puigdemont sí tenía una estrategia de largo recorrido –en el libro explicamos, por ejemplo, sus reuniones con Sánchez en las que hablaban de un referéndum en toda España–, pero que en los últimos meses todo se aceleró tanto que acabó creyendo que algún país les iba a reconocer. Y también creo que fracasaron porque confundieron al Estado español con Mariano Rajoy. No calibraron los recursos que tenía España, y que no es tan fácil romper un Estado consolidado en la UE.
–El libro sale publicado en un momento en que Puigdemont sigue activo: ¿habrá segunda parte de esta biografía o acaba aquí su recorrido político?
–A Puigdemont le dieron por muerto los suyos en las pasadas elecciones generales, ya le estaban buscando un relevo. La «operación Trias» en Barcelona pretendía el retorno al lucrativo oasis catalán, donde todos trincaban. Pero la fortuna hace que Junts saque siete diputados decisivos: mientras tenga la capacidad de mantener al presidente en La Moncloa –sea Sánchez o Feijóo–, Puigdemont seguirá vivo, y tal vez podrá preparar unas nuevas elecciones catalanas. Si pierde esta capacidad, creo que entrará en declive.
–Hablando de las reuniones entre Sánchez y Puigdemont, ¿en qué punto se encuentra la relación entre ambos dirigentes?
–Junts ha encontrado un presidente del Gobierno que les da casi todo, y han de aprovecharlo, pero hay dos puntos de inflexión en esta relación. Primero, la promesa de un concierto catalán: yo creo que será un engaño más –una mejora de la financiación, sin llegar al concierto–, pero a ver cómo reacciona Junts, si lo blanquea o si romperá con Sánchez.
El segundo punto es la amnistía, porque Puigdemont considera que le han engañado. Le parece inconcebible que Sánchez presione al juez Peinado por Begoña Gómez e involucre al fiscal general en según qué maniobras oscuras, pero que no se esfuerce igual por su amnistía. En Junts empiezan a ver que poco más van a conseguir del acuerdo con el PSOE, y empiezan a dudar de hasta cuándo les va a ser útil Sánchez.
–El último barómetro del CEO prevé una bajada electoral de Junts y un aumento de Aliança Catalana. ¿Tiene futuro Silvia Orriols, una figura cercana al entorno nacionalista en el que se cría Puigdemont?
–A Puigdemont se le ha ridiculizado como el «Vivales» o el «Cocomocho», pero tiene detrás una ideología que no desaparecerá cuando él desaparezca. Su proyecto, el nacionalismo duro e integrista, puede continuar con líderes como Orriols, cuya ideología es la misma que la del líder de Junts o Junqueras, pero sin maquillaje: la exclusión, la idea de que los catalanes no nacionalistas no somos catalanes. Aliança Catalana tiene recorrido y está consiguiendo influir mucho en Junts; mi duda es si su discurso va a lograr penetrar en el área metropolitana de Barcelona.
–¿Cómo ve la situación del constitucionalismo en Cataluña en estos momentos?
–La gran traición del PSC y de Pedro Sánchez ha sido abandonar al constitucionalismo catalán. Salvador Illa ha pasado de participar en las manifestaciones de Societat Civil Catalana a prácticamente no querer reunirse con ellos. Entidades como esta o Impulso Ciudadano están abandonadas: se las silencia desde los gobiernos de España y de la Generalitat, pero también desde el PP, ya que Feijóo no las está cuidando ni mimando. Respecto a los partidos, la desaparición de Ciudadanos ha sido muy negativa en Cataluña, porque representaba a un votante que no es el del PP ni el de Vox, dos partidos que aquí deberían tener una relación más colaborativa.
–Los partidos nacionalistas no han abandonado la pulsión unilateral. ¿Prevé un nuevo procés independentista en el futuro?
–A ver, el procés existió y a la vez no existió. Fue sobre todo una aceleración de diez años de un proceso mucho más largo, que empezó Jordi Pujol. El 155 acabó con esta aceleración, pero el verdadero proceso nacionalista no se ha detenido. Aquí está la responsabilidad del PSC, blanqueando e institucionalizando a ERC: es una vergüenza que refuercen las políticas de exclusión lingüística en la escuela. El oasis que quiere recuperar Illa es una vuelta al pujolismo, a aquel silencio que permitió construir un estado nacionalista dentro del Estado español. El nacionalismo es más peligroso cuando actúa en silencio, fuera de los focos, y estamos en ese momento.