Un hombre paseando a un perro

Un hombre paseando a un perroEuropa Press

Sociedad

Barcelona: la ciudad de los perros en un contexto de baja natalidad

En los últimos años, Barcelona ha experimentado un notable cambio demográfico y social. La ciudad no solo se ha convertido en un lugar donde uno de cada diez habitantes tiene un perro, sino que también ha registrado una caída significativa en la tasa de natalidad, reflejando cambios profundos en las prioridades de sus residentes.

Los perros se han convertido en una parte esencial de la vida urbana en Barcelona. Con razas como el Bulldog Francés, el Bichón Maltés y el Golden Retriever dominando las calles, la ciudad se ha adaptado para acoger a estos animales, ofreciendo parques específicos, servicios especializados y una cultura cada vez más orientada hacia las mascotas. Este fenómeno se ha visto impulsado, en parte, por un cambio en las estructuras familiares y en las decisiones de vida de muchos barceloneses.

Natalidad en declive

Paralelamente, Cataluña ha experimentado una disminución constante en su tasa de natalidad. En 2022, la tasa de fertilidad alcanzó su nivel más bajo en lo que va del siglo, con solo 1,17 hijos por mujer. Además, solo nacieron 56.316 bebés en toda la comunidad, lo que representa una disminución del 2,3 % respecto al año anterior y la cifra más baja desde 1996, según l'Institut d'Estadística de Catalunya.

Este descenso en la natalidad se atribuye a una serie de factores, incluyendo el elevado coste de vida, la dificultad para conciliar la vida laboral y familiar, y un cambio en las expectativas y deseos personales. Como resultado, muchas personas están optando por tener menos hijos, o ninguno, y en su lugar eligen la compañía de un perro, que ofrece afecto y compañía sin los compromisos a largo plazo que implica criar a un hijo.

Este cambio en la estructura demográfica y social plantea desafíos para la convivencia urbana. Mientras que la ciudad se adapta cada vez más a la presencia de perros, con espacios dedicados y servicios específicos, también surgen preguntas sobre cómo este fenómeno impacta la planificación urbana y las relaciones comunitarias. Con menos niños y más perros, la demanda de servicios y espacios está cambiando, lo que podría alterar la forma en que se diseñan y gestionan los barrios en Barcelona.

En resumen, Barcelona se enfrenta a una nueva realidad en la que la baja natalidad y el auge de la población canina están transformando la ciudad. Este fenómeno refleja cambios más amplios en las prioridades de los habitantes urbanos, y plantea desafíos y oportunidades para el futuro de la convivencia en esta vibrante metrópolis.

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