
Farolas diseñadas por Antonio Gaudí en Barcelona.
En la penumbra del reconocimiento: el debut de Gaudí en las calles barcelonesas
Gaudí, cuyo nombre décadas después resonaría mundialmente, comenzó su contribución al paisaje urbano barcelonés con un elemento funcional: iluminación callejera
Al caminar por la Plaza Real de Barcelona, entre el murmullo de conversaciones y el tintineo de cubiertos, pocos visitantes alzan la mirada hacia lo que representa el verdadero inicio de una revolución arquitectónica. Corría 1879 cuando un joven recién graduado de la Escuela Provincial de Arquitectura recibió su primera comisión pública.
Antoni Gaudí, cuyo nombre décadas después resonaría mundialmente, comenzó su contribución al paisaje urbano barcelonés con un elemento funcional: iluminación callejera. Este encargo municipal, aparentemente modesto, permitió al entonces desconocido creador plasmar sus primeras ideas en el espacio público.
El proyecto consistió en un par de elementos ornamentales de iluminación de seis ramificaciones cada uno. La propuesta inicial contemplaba también variantes más sencillas, con solo tres extensiones, pero estas nunca llegaron a fabricarse. El diseño final muestra una base pétrea sobre la que se alza una estructura metálica coronada por luminarias que, en su concepción original, funcionaban mediante combustión de gas.
El tiempo no ha respetado completamente la intención inicial del arquitecto catalán. Las cúpulas cristalinas originales fueron sustituidas posteriormente por alternativas metálicas semicirculares, alterando parcialmente la visión de su creador. A pesar de estas modificaciones, las autoridades culturales reconocieron su valor histórico-artístico otorgándoles protección patrimonial.Estas discretas piezas urbanas, testigos silenciosos del nacimiento creativo de un genio, contrastan con la monumentalidad de sus posteriores creaciones que transformaron el perfil urbano barcelonés. Mientras estructuras como la inconclusa basílica o sus reconocidos edificios residenciales atraen multitudes, estos humildes elementos permanecen como un secreto a voces, el primer paso de quien cambiaría para siempre la concepción arquitectónica del siglo XX.