Eduardo Zaplana

Eduardo ZaplanaPaula Argüelles

El perfil  Zaplana, de concejal a ministro bajo la sombra de la prisión

El exministro y expresidente valenciano está acusado de varios delitos relacionados con las adjudicaciones de centros de ITV y parques eólicos

55.000 personas en el estadio de Mestalla, donde habitualmente juega como local el Valencia Club de Fútbol, es lo nunca visto. Primeramente, porque en el coliseo caben algo más de 40.000 y, segundo, porque se trataba de un mitin del Partido Popular, con la gente en el propio césped.

Esa fue una apuesta del que era presidente de la Generalitat Valenciana en 1996, Eduardo Zaplana, que había recogido el guante del aspirante a la Moncloa, José María Aznar. Pocos meses antes de ese espectáculo sin precedentes el líder del PP a nivel nacional había llenado la plaza de toros de la ciudad y cerró la fiesta con la frase «para las generales, en Mestalla». Dicho y hecho para Zaplana.

Se trataba de aupar a Aznar a la presidencia del Gobierno y para ello se contó con las actuaciones de Francisco –valenciano y cantante del himno autonómico– y del mismísimo Manolo Escobar. Incluso estuvo Julio Iglesias quien, si bien no llegó a cantar, sí subió al escenario con el candidato e hicieron una arenga al numerosos público.

Sin embargo, tomando como cierto aquello de que la vida son contrastes, esas noches de gloria y celebración pasaron y ahora la vida es bien distinta para Zaplana. Tan es así que la última mala noticia que ha recibido es que la Audiencia de Valencia ha abierto juicio oral contra él y otros investigados acusados.

Eduardo Zaplana, expresidente de la Generalitat Valenciana.

Eduardo Zaplana, expresidente de la Generalitat ValencianaEFE

En concreto, al exmandatario valenciano se le juzgará por haber cometido presuntamente los delitos de pertenencia a organización criminal, cohecho, falsedad en documento mercantil, blanqueo de capitales y prevaricación administrativa.

Lavado de dinero en paraísos fiscales

Según las sospechas de la Fiscalía Anticorrupción, Zaplana pudo haber incurrido en esos ilícitos al haber mediado en las adjudicaciones de distintas instalaciones de Inspección Técnica de Vehículos (ITV), así como de parques eólicos.

Según el Ministerio Público y la juez instructora, la cantidad defraudada ascendería hasta los veinte millones de euros y habría sido ‘lavada’ en paraísos fiscales como Luxemburgo, Andorra, Uruguay, Panamá o Suiza.

Pero el expresidente de la Generalitat, hasta haber llegado a estar procesado, cuenta con una amplia trayectoria que combina la empresa privada con la actividad política.

Así, Zaplana, aunque nació en Cartagena en 1956, ha desarrollado toda su trayectoria pública fuera de su región natal. En 1991 ya se le empezaron a ver sus hechuras políticas cuando logró desbancar de la alcaldía de Benidorm al PSPV-PSOE mediante una moción de censura.

No tardó el popular en estar salpicado por la polémica, pues al poco tiempo de lograr la alcaldía su nombre y su voz saltaron a la palestra en el marco de la investigación del conocido caso 'Naseiro'. En una de sus conversaciones, Zaplana le insta a un empresario a emprender ciertos negocios y le señala: «A lo mejor se queda con el solar y hacemos ahí una cosilla, ¿eh? Tú haces de intermediario de la venta, que yo no puedo, y tú pides la comisión a Javier Sánchez Lázaro. ¿Eh? Y luego nos la repartimos bajo mano».

Imagen del mitin del Partido Popular en el estadio de Mestalla en 1996.

Imagen del mitin del Partido Popular en el estadio de Mestalla en 1996.EFE

Aunque las defensas consiguieron que se anularan las escuchas alegando ilegalidad en el proceso de su toma, Zaplana siempre se mantuvo en el pedestal mediático.

De la alcaldía de Benidorm, una de las plazas más cotizadas políticamente hablando en la Comunidad, se decidió a dar el paso y optar a la presidencia regional, hito con consiguió en 1995, lo que le permitió acudir al famoso mitin de Mestalla con el viento de cola y con el respaldo de una compañía inmejorable, como lo fue la excalcaldesa de Valencia, Rita Barberá.

Durante su presidencia, que la renovó con mayoría absoluta en 1999, se propuso proyectar la imagen internacional de la Región. A pesar de que en su ejecutoria contó con algunos fiascos como Terra Mítica, el proyecto de la Ciudad de las Artes y las Ciencias, así como la apuesta por el Gran Premio de motociclismo de Cheste o la ampliación de no pocas líneas de metro en Valencia han sido iniciativas sin parangón para que la Comunidad Valenciana pudiera ser un referente global.

José María Aznar, Eduardo Zaplana y Rita Barberá, en el multitudinario mitin de Valencia celebrado en el estadio de Mestalla.

José María Aznar, Eduardo Zaplana y Rita Barberá, en el multitudinario mitin de Valencia celebrado en el estadio de Mestalla.EFE

Zaplana dejó la presidencia autonómica en 2002, cuando Aznar remodeló su Gobierno y le hizo ministro de Trabajo y Asuntos Sociales, además de ser la cara visible del Ejecutivo, ejerciendo como portavoz.

De hecho, tanto Zaplana como el otrora ministro del Interior, Ángel Acebes, fueron los encargados de ir dando cumplida información de cualquier dato o avance sobre los atentados terroristas del 11-M en Madrid a tan solo tres días de unas elecciones generales.

Justamente esos comicios supusieron un trauma para el Partido Popular, que abruptamente tuvo que verse en la oposición cuando daban por seguro que Mariano Rajoy sucedería a Aznar en la Moncloa.

Ya fuera de la bancada azul, Zaplana tuvo un papel preponderante, ya que le nuevo líder popular le escogió como portavoz de la formación en el Congreso de los Diputados, donde tuvo agrios debates con el recién elegido Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero.

Por el contrario, a mitad legislatura el exministro fue reemplazado en la portavocía parlamentaria por una prometedora Soraya Sáenz de Santamaría, que desde una vicesecretaría en Génova, ya iba ganando peso orgánico a pasos agigantados.

Tras el relevo, Zaplana fichó por Telefónica, asumiendo las funciones de adjunto al secretario General de la compañía, aunque todo se le trunca al expresidente valenciano en mayo de 2018.

Acusado de los delitos antes descritos, la Policía se lo lleva detenido desde su propia casa en el centro de Valencia. Allí no volvería hasta febrero del año siguiente, cuando el juez de Vigilancia Penitenciaria le concedió la libertad provisional atendiendo a que Zaplana sufría graves problemas de salud derivados de una leucemia que llevaba padeciendo desde 2015 y agravadas entre rejas.

Ahora, con la enfermedad aún no curada del todo, Zaplana se ha de enfrentar a diecinueve años de prisión.

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