El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el de la Comunidad Valenciana, Ximo Puig, se saludan.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el de la Comunidad Valenciana, Ximo Puig, se saludan.EFE

Comunidad Valenciana  El declive del PSPV-PSOE a nivel nacional: luchas entre barones, recelo de Sánchez y una ministra desconocida

La federación socialista valenciana apenas tiene peso orgánico y en el Consejo de Ministros, donde Sánchez ejerce su mando con una actitud «de César»

«Pintamos muy poco en Madrid». Así de contundentes se muestran fuentes cercanas al PSPV-PSOE al preguntarles sobre el peso que tiene la federación regional dentro del Consejo de Ministros y del propio organigrama del Partido Socialista en la madrileña sede de Ferraz.

El papel «de César» que ejerce el presidente del Gobierno en la organización es «tremendo», llegando a niveles «que ningún secretario general había hecho». Los mismos confidentes critican que «por muchas sillas que haya» en el Comité Federal, «nunca va a haber sorpresas» porque «mandan los que mandan».

Las fuentes se refieren al propio Sánchez principalmente, aunque también mentan a cargos destacados como «María Jesús Montero» o «Santos Cerdán». Cuestionadas sobre los roles de la presidenta del partido, Cristina Narbona o de la portavoz, la ministra de Educación, Pilar Alegría, las fuentes son más que claras: «Convidadas de piedra. Una está para aparecer y la otra para replicar lo que se le dice», aseveran.

Esta actitud plenipotenciaria de Sánchez ha derivado en que el partido en la Comunidad Valenciana tenga un escaso o casi nulo papel en lo que a relevancia nacional se refiere. Muy lejos quedan los tiempos en que los socialistas tenían a su filial valenciana como un referente interno.

De hecho, fue José Luis Rodríguez Zapatero el que nombró a María Teresa Fernández de la Vega como vicepresidenta tras aterrizar en el palacio de la Moncloa. Lo fue seis años, desde 2004 hasta 2010 y durante toda esa etapa fue la cara visible del Ejecutivo socialista y una de las personas con mayor impacto, relevancia e influencia política a nivel nacional.

Morant, una ministra desconocida

Hoy día la cosa es bien distinta. El PSPV-PSOE tiene el poco presumible honor de aportar una única ministra. Y para colmo, esto se produce en el Gobierno más caro, amplio y numeroso de la historia. Pero ni por esas.

La representante valenciana en la reunión de los martes se llama Diana Morant. Aunque buena parte de la población nacional no lo sepa, es la titular de Ciencia. Las malas lenguas vienen diciendo que su llegada al Ministerio no fue por sus méritos profesionales, sino más bien por sus aspiraciones políticas. En la mente de Pedro Sánchez habría estado el Consejo de Ministros como trampolín para Morant de cara a aspirar a la alcaldía de Valencia.

Era la misma jugada que ya hizo con Salvador Illa con la Generalitat de Cataluña o, más recientemente, con Reyes Maroto y Carolina Darias para los ayuntamientos de Madrid y Las Palmas, respectivamente. En maniobras electorales, Sánchez es menos imprevisible de lo que se cree.

Sin embargo, en Valencia no ha podido imponer a su candidata y será Sandra Gómez, actual vicealcaldesa, quien encabece la papeleta el próximo 28 de mayo. Ahora bien, con Gómez o Morant al frente, el líder de los socialistas tiene bien difícil esquivar el enésimo descalabro que las encuestas prevén que los valencianos darán al PSPV-PSOE en los comicios electorales del mes que viene.

Según pronostican, los socialistas estarían lejos de llegar a la alcaldía levantina 32 años después. En un principio, no lo harían porque la suma del Partido Popular con Vox superaría o igualaría los diecisiete concejales requeridos para la mayoría absoluta.

En caso de no ser así, aunque el PP sería la lista más votada, Gómez no sería la candidata preferida por los electores de izquierdas. Así, el actual alcalde, Joan Ribó, y la candidatura de Compromís continuarían siendo los más votados en ese bloque y el PSPV-PSOE se vería, de nuevo, relegado a la tercera posición, un triste resultado si se tiene en cuenta que en diciembre habrá elecciones generales.

Poco peso en el Consejo de Ministros y pésimas expectativas electorales. Ese es el panorama en el que se mueve el Partido Socialista en la Comunidad Valenciana en 2023. Pero todo puede ir a peor. De hecho, es el propio Sánchez quien más recela del presidente de la región , Ximo Puig.

Fue a la vuelta de las vacaciones de verano cuando todo estalló. No es que fuera una relación idílica, pero ambos mantenían las formas y una hoja de ruta en grandes términos pactada y consensuada. Pero, movido por las encuestas alarmantes para sus intereses, el valenciano decidió emprender el camino por su cuenta.

En este sentido, anunció una «ambiciosa» reforma fiscal que bajada el IRPF a todas las rentas hasta 60.000 euros. Aceptada y aplaudida de forma general, la medida fue cuestionada ampliamente desde el mismo PSOE y el palacio de la Moncloa.

La ministra de Ciencia, Diana Morant, en su promesa del cargo.

La ministra de Ciencia, Diana Morant, en su promesa del cargo.CASA REAL

Eso le sentó a Sánchez «como un tiro», relatan las fuentes socialistas, porque supuso que Puig «desobedecía a su jefe» y se alineaba con mandatarios del PP como Juanma Moreno o Isabel Díaz Ayuso. «Eso el presidente no lo perdona», subrayan.

Desde entones, la relación entre el presidente del Gobierno y el de la Generalitat se limita a guardar «las formas». «Las han tenido gordas, pero ahora tocan elecciones y cada uno está en lo que toca», confiesan las fuentes a la par que inciden en que «no son tiempos de navajazos».

Sea como fuere, la realidad es la que es: Puig nunca se ha llevado especialmente bien con Sánchez. De hecho, votó a favor de echarle del PSOE en octubre de 2016 y su ‘independencia fiscal’ no hace sino dejar a claras que «cada uno va por su lado».

El recelo de Sánchez es otro problema, pero no el último. Puig y el presidente de la Junta de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, están escenificando la mayor de las crisis existentes entre presidentes regionales, independientemente de a qué partido pertenezcan.

Con motivo del recorte que el Gobierno ha consumado en el trasvase entre los ríos Tajo-Segura, la relación entre Puig y Page ha volado por los aires. Ambos luchan por las pertinentes reelecciones el 28 de mayo y saben que el tema del agua es buen caladero de votos.

Por eso, ni el uno ni el otro están disimulando a la hora de lanzarse ataques y reproches. Al manchego le sentó especialmente mal que su compañero de partido acudiese al Tribunal Supremo para reclamar que se paralizase el Real Decreto aprobado por el Gobierno. Por si fuera poco, lo hizo en el Día Mundial del Agua, lo que supuso una afrenta personal a Page.

Con todo, el PSPV-PSOE está viendo cómo otras federaciones como la catalana, la andaluza o la canaria le está comiendo «la tostada» frente a la actitud «de no hacer nada» de sus dirigentes. El panorama puede ser aún más grave tras las elecciones, cuando los socialistas pueden salir de la presidencia de la Generalitat y de la alcaldía de Valencia.

Fuentes cercanas a la formación no titubean al respecto: «Sería una putada muy gorda, un tiro en el pie. Y a este paso nos quedamos sin ningún ministro en diciembre porque todos serán del PP».

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