Comunidad Valenciana Más problemas para el campo: un hongo provoca el desplome del 50 % en la cosecha de arroz bomba
AVA-Asaja califica la campaña como «desastre» y avisa de que si la Unión Europea no autoriza nuevos productos para combatir plagas, el cultivo de esta variedad puede estar «en entredicho»
Los agricultores en la Comunidad Valenciana apuran los últimos días de las labores de siega en los arrozales de la región –principalmente en el entorno del Parque Natural de la Albufera– en una campaña que destaca por haber sido «desigual en variedades y zonas», pero que «en líneas generales» va a derivar en una «merma de la producción y precios en origen estables». Este último aspecto se explica en que, aunque los costes de producción han subido considerablemente, también ha habido una «escasa oferta de arroz en los mercados internacionales», por lo que ha servido de mecanismo compensatorio, aseguran desde la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-Asaja).
En términos generales, el montante de este alimento recolectado el colectivo estima que en 2023 descenderá un 15 % en comparación con la media de los últimos años. Sin embargo, esa situación es todavía más grave en lo que se refiere a la variedad de arroz bomba, cuya producción se calcula que se podría desplomar en el entorno de un 50 %, llegando incluso a producirse un contexto de «desabastecimiento» de este tipo de cereal, que es el que tradicionalmente se utiliza en la elaboración de la paella y otros platos típicos a base de arroz.
En el Levante, ello puede ser consecuencia de diversos motivos, como las altas temperaturas vividas desde el momento de la siembra –elevado número de noches tropicales o humedad– o algún daño derivado de fenómenos meteorológicos tales como episodios de lluvias torrenciales. Pero en este caso no a causa de la sequía, puesto que 2023 no ha sido un año en el que haya faltado el agua en la Comunidad como sí ha sucedido en otros lugares de cultivo como Extremadura o Andalucía. En Valencia, el principal culpable ha sido el hongo de la Pyricularia oryzae.
«Incertidumbres y amenazas»
El problema adquiere mayor importancia ante la falta de «ayudas eficaces» en forma de plaguicidas autorizados por una Unión Europea (UE) que, según los regantes, lejos de ampliar el listado de estos productos para combatir hongos como el mencionado, poco a poco los va reduciendo. Esa política restrictiva ha hecho que el patógeno se haya convertido en resistente a los tratamientos que se han utilizado contra él. Por si no fuera suficiente, a lo anterior hay que añadir el efecto del aumento de las malas hierbas, ya que «al competir con las plantas del cultivo le restan luz y nutrientes», denuncia AVA-Asaja.
En este sentido y ante las «incertidumbres y amenazas», la asociación agraria, según indica su responsable sectorial de arroz en Valencia, José Pascual Fortea, reclama a las autoridades comunitarias que «agilicen la investigación y la autorización de soluciones fitosanitarias o biológicas que resulten verdaderamente eficaces para combatir las enfermedades, plagas y malas hierbas del cultivo». De igual modo, exige que haya «reciprocidad a las importaciones de arroz procedentes de países terceros, es decir, que cumplan las mismas exigencias fitosanitarias y medioambientales que la normativa europea establece a los arroceros europeos».
Acerca de esta última reivindicación, El Debate informó este pasado lunes de que la campaña de cítricos en la Comunidad Valenciana ha comenzado teniendo la entrada de productos de países externos a la UE –en especial desde Sudáfrica– un hecho que lleva años indignando a los campesinos ante la pasividad de Bruselas, a quien acusan de estar en una posición «insostenible y vergonzosa».
Un problema que no es nuevo
Retomando el tema del arroz, la media anual se situaba en un cultivo de entre 105.000 y 115.000 hectáreas, mientras que en 2023 esa cantidad ha bajado hasta las 57.000. En cuanto a la cantidad de arroz en todas sus variedades, la «merma» en la que insiste AVA-Asaja será del 15 %, pasando de entre 8.000 u 8.500 kilos de cereal por hectárea a 6.800 o 7.200, según las estimaciones más optimistas.
En la provincia de Alicante el panorama no es más alentador. El responsable de sectorial del colectivo en la zona, Miguel Minguet, hace balance de la cosecha de arroz, ya que allí se adelanta unas semanas respecto a otros lugares de cultivo porque hace más calor. Su conclusión no deja lugar a dudas: «Es un desastre», asegura a la par que culpa de ese entorno a «materias activas que van desapareciendo y al final llega un momento en el que aparecen resistencias». Las consecuencias a corto y medio plazo también las tiene claras, subrayando que el cultivo de arroz bomba «está en entredicho».
La desesperación entre los agricultores no es nueva. Ya en 2022 la asociación alertó de también una drástica reducción de la producción por, exactamente, la misma razón: la «expansión descontrolada» de la Pyricularia y la escasez de productos autorizados para erradicar dicha «enfermedad fúngica». Por tanto, la problemática sigue siendo la misma y las soluciones siguen sin llegar, algo que podría desembocar en «consecuencias medioambientales serias en la preservación del Parque Natural de la Albufera» y otras zonas de la Comunidad Valenciana donde existen arrozales.