Historia valenciana
Así es la catedral de Valencia: el templo gótico que cobija el Santo Grial
La seu fue levantada sobre una antigua mezquita que, a su vez, se construyó tomando la base de una iglesia visigoda. El paso de los años en su construcción ha provocado que los estilos arquitectónicos se mezclen armoniosamente en su interior y exterior
la historia ha pasado por los muros de la catedral de Valencia, dedicada a la Asunción de Nuestra Señora, y ha dejado en ellos una superposición de estilos arquitectónicos. La seu –el apodo que ha recibido de los valencianos– fue levantada sobre una antigua mezquita, que, a su vez había sido construida encima de una iglesia visigoda para la que se había aprovechado un templo romano como base –sus restos son visitables en el Museo de la Catedral–.
La primera piedra de la actual catedral la colocó el obispo de Valencia, Fray Andrés de Albalat, el 22 de junio de 1262. Aunque se considera que su estilo principal es el gótico, convergen en el edificio algunos otros. Por ejemplo, la puerta de los Hierros pertenece al barroco y la de L'Alomoina, al tardo-románico (la primera que se construyó). La puerta de los apóstoles sí que corresponde al gótico, la única de las tres.
De la misma época que la puerta de los Apóstoles, los siglos XIV y XV, son también el cimborrio, el aula capitular –que hoy es la capilla del Santo Cáliz, comenzada en 1356–, y el campanario, curiosamente llamado Micalet (El Miguelete). La torre fue bautizada así el día de san Miguel y del arcángel recibe su nombre.
El Renacimiento en España tuvo una de sus primeras expresiones en la seu valenciana, concretamente en la decoración de la capilla mayor por Paolo da San Leocadio y Francesco Pagano, que llegaron juntos a la ciudad mediterránea en 1472 desde Nápoles. Sus frescos de los Ángeles músicos sobre el altar estuvieron escondidos durante siglos, ya que en 1674 se optó por taparlos y dejar todo el protagonismo al retablo mayor de plata.
La catedral de Valencia cobija grandes e importantes tesoros en su interior. En sus capillas han posado sus pinceles firmas como los Hernandos (Fernando Yáñez de la Almedina y Fernando de Los Llanos), Vicente Macip, Juan de Juanes, José Vergara Gimeno, José Camarón, Luís Antonio Planes, Mariano Salvador Maella, Francisco de Goya (capilla de san Francisco de Borja), Jerónimo Jacinto de Espinosa y Francisco Ribalta.
El brazo de san Vicente y el Cáliz de Cristo
Una de las más codiciadas reliquias que los muros de la catedral de Valencia guarda en su interior, con permiso del Santo Cáliz, es el brazo de san Vicente, patrón de Valencia. Diocleciano lo mandó torturar hacia el año 304 y poco después su culto se difundió rápidamente por la Iglesia. Su brazo izquierdo incorrupto se conserva desde entonces en una capilla dedicada al santo patrón.
El Cáliz de la Última Cena
Cuenta la leyenda que entre los tesoros de la Iglesia que le fueron confiados a san Lorenzo, el más importante de los siete diáconos de Roma, se encontraba el cáliz con el que Jesucristo celebró la Última Cena. Sixto II se lo entregó antes de su martirio y él lo envió a Huesca, junto a una carta y un inventario. La mítica copa fue escondida y olvidada durante siglos, pero con la invasión musulmana de la península estuvo viajando por los escondidos monasterios del Pirineo de Aragón hasta 1399, cuando el Rey Martín I el Humano lo reclama y lleva a la Aljafería de Zaragoza. Desde hace años dos cálices pelean por ser el Santo Grial, uno en Valencia y otro en la colegiata de San Isidoro de León, y a día de hoy historiadores y expertos en el tema todavía tratan de dilucidar cuál es el verdadero.
La parte superior del Cáliz, la verdadera reliquia, es una simple pero finamente tallada copa de ágata. Los arqueólogos lo han considerado de origen oriental y datado entre el año 100 y 50 antes de Cristo. Las asas y la base son añadidos posteriores, hechos en oro grabado, y una copa de alabastro de arte islámico. Todo ello, lo mismo que las joyas que adornan la base, son de época medieval.
Hoy se conserva en la capilla del Santo Cáliz. Lleva siglos en la catedral de Valencia, donde ha sido venerado entre las reliquias de la sede de la diócesis. Hasta el siglo XVIII se utilizó para contener la forma consagrada en el monumento del Jueves Santo, y en 1916 fue finalmente instalado en la antigua sala capitular, donde se expone públicamente a todos los feligreses.
En sus viajes a Valencia, tanto san Juan Pablo II como Benedicto XVI han celebrado Misa con el Santo Cáliz. Antes, san Juan XXIII concedió indulgencia plenaria en su día de fiesta y posteriormente, el Papa Francisco instauró la celebración de un Año Jubilar Eucarístico en honor al Santo Cáliz, cada cinco años a partir de 2015, cuya próxima edición se celebrará en 2025.